El sol ya se ha levantado, haciendo que la claridad golpee de lleno la habitación, Samira había buscado su regadera de flores, para regan su pequeño cactus. Cuando adquirió la casa estaba conciente del poco espacio que estaba comprando, pero ese espacio era suficiente para hacerla sentir bien.
—¿Que me pasó?— pregunta Alejandro, mientras se sienta en la diminuta cama.
—Tenias fiebre muy alta¿No recuerdas nada? dormiste varias horas por el medicamento que los paramédicos te inyectaron, yo te pase paños de agua fría en todo tu cuerpo para contrarrestar la temperatura—le dice mientras pone el rociador al lado de la ventana.
—Yo te lo agradezco, lamento causarte tantos problemas—le dice Alejandro mientras pasa sus manos por su pelo.
—No es molestia, espera aquí no te levantes aun—le dice c
