Samira toma de la mano a Alejandro que se había quedado frizado en la entrada de la habitación de hospital. Su hijo está acostado boca abajo, tiene una sábana blanca cubriendo su espalda, le han dado antibióticos y calmantes para poder aguantar el dolor intenso.
—¡Padre!—lo llama notablemente conmovido, pensó que jamás volvería a ver a su familia, siente que se le escapó de las garras de la muerte, Alejandro, tiene una mascarilla de oxigeno en su rostro, y está conectado a equipos de signos vitales y oxigeno.
—¡Si, hijo!—le responde Alejandro acercándose a la cama, él quería parecer fuerte, pero la situación lo agobia—¡Tu padre ya está aquí, no te preocupes, te van a operar y estarás bien!—le dice con una sonrisa forzada.
—umm, si—le dice sin creer en las palabras de su padre, él cree q
