Evangeline vio a los niños burlarse del cuadro en frente de ella y a pesar de que sabia que eran unos infantes y que todo relacionado con el cuerpo desnudo del ser humano, no entendía porque era un tema de burla.
Cuando entro a trabajar por primera vez en el museo de historia y vio aquel cuadro se enamoro por completo de la obra anónima, ya que no había ninguna firma ni tampoco un referente histórico de la persona que pinto el cuadro, pero sabia como se llamaba el adonis del cuadro, porque encima de su cabeza llevaba el nombre Darién De Macedonia y resulta que Darién si existió, fue un soldado griego que lidero algunas batallas con Alejandro Magno y con Bastián en Tarcia. Su enamorado era todo un guerrero griego digno de admirar en todos los aspectos.
— No entiendo que es lo que le ves a ese tipo. — Drew uno de los guías que trabajaba junto a ella apareció de improvisto.
— ¡Drew! — exclamo por lo bajo para no llamar la atención de los estudiantes en el museo. — Un día de estos me causaras un infarto.
Lleva su mano al pecho sintiendo su corazón acelerado
— Ya se me hizo costumbre. — se encoge de hombros. — Oye, cuando salgamos de aquí iremos por unos tragos ¿te animas?
— Estaba necesitando esa propuesta desde hace mucho.
Durante los últimos meses ha estado muy estresada con todo un lema familiar que estaba a nada de arrasar con todos, ya que Kurt Goldberg, padre de Evageline, esta muy delicado de salud a raíz de un cáncer que hizo metástasis, ha tenido que lidiar con medicamentos sumamente costos y no solo eso, sus hermanos no ayudan en absolutamente nada y solo esperan a que su padre fallezca para reclamar la cuantiosa herencia del señor Goldberg. Sumándole a eso, su novio… bueno, su ex novio con el que llevaba 9 años decidió terminar con ella con la excusa del “No eres tú, soy yo” y a la semana siguiente ya tenia una nueva novia llamada Tiffany.
— Entonces nos vemos, seguiré con mi guía.
— Mejor diles que no se rían de Darién de Macedonia.
— Claro, les diré que no molesten a tu amor. — guiña un ojo y se aleja de la zona de trabajo de Evangeline.
Volvió a mirar Darién de Macedonia por última vez y siguió con su trabajo.
Se había apasionado por la historia gracias a las tragedias griegas y soñaba con ansias ser Helena de toya y haber causado una guerra entre dos naciones, a duras penas la vida de Evangeline era emocionante gracias a aquel fantástico cuadro en frente de ella, fantaseaba todos los días con Darién saliendo del cuadro para complacer todo su apetito, y es que como no pensarlo de aquella forma tan pasional si sus ojos color miles, su mandíbula fuerte, su cabello largo trenzado y su torso bien tonificado emanaba “Puedo darte el mejor sexo de tu vida”
Pero todo queda completamente en un sueño.
Evangeline Goldberg era la encargada de que todo en el museo se encuentre perfectamente en orden y que no se presenten inconvenientes en el transcurso del día, además era una de las mujeres más jóvenes en obtener este cargo tan alto y esto gracias a la tesis de doctorado que hizo acerca de las civilizaciones antiguas, teniendo la oportunidad de viajar a los lugares donde se ocuparon algunas de las maravillas del mundo de décadas pasadas, así que por su puesto Evangeline adoraba su trabajo.
Pronto la noche cayo en todo su esplendor, la luna junto con las estrellas se encontraba adornando el cielo oscuro, antes de salir del museo paseo por todo el lugar para que no haya ningún limite de error, cuando todo esta en orden se acera a su escritorio y toma su bolso, al girarse se topó con Darién descansado sobre la pared, lo miro una y otra vez deseando tenerlo ahora mismo de carne y hueso junto a ella.
— Debemos encontrarte un hombre rápidamente.
Charlotte Pears venia en su dirección con su característica chulería, ambas se habían hecho mejores amigas cuando Evangeline ocupo el puesto que tiene ahora mismo has 6 años y desde entonces no se han separado. Charlotte era una mujer bastante guapa, de seguro es todo lo que un hombre quiere en una mujer, con su cuerpo curvilínea, sus ojos color esmeralda y su cabello rubio la hacia resaltar entre todas levantando envidia y celos ya que los hombres pocas veces le quitaban los ojos de encima.
— Yo lo que necesito es que el salga del cuadro. — ríe.
— Vas a quedar loca y solterona si no superas ese cuadro, porque a tu ex lo superaste a la velocidad de la luz.
— Ese idiota no merecía mis lágrimas.
— Obviamente no lloraste porque estas literalmente enamorada de ese cuadro.
— Ya dejalo estar, Además tienes toda la razón, es momento de comenzar a tener citas.
— ¡Esa es mi chica! — Charlotte la abraza con fuerza. — vamos por esos tragos, de pronto encontremos a alguien que te guste y puedas por fin deshacerte de esas ansias locas que le tienes Darién de Macedonia.
— Entre más dices aquello luzco como una loca. — tuerce su boca.
— Si te pones a pensar un poquito en lo turbio que puede ser tu obsesión con aquel cuadro. — agrega cuando salen afuera con sus demás compañeros.
— Que bueno que hoy nos acompañas jefa. — dice otro guía.
— Hoy estoy un poco de humor. — Evangeline se encoge de hombros. — además es momento de convivir con ustedes.
— Entonces sabrás lo que es una buena fiesta. — comenta otro de los empleados.
Comenzamos a caminar calle abajo por todo el pueblo, Bear Town era un pueblo muy cerca a Nueva York, bastante colonial a decir verdad aún se seguían manteniendo algunas casas al estilo inglés, sus hojas rojizas se encuentran desmayadas sobre el suelo anunciado la llegada del otoño, algunos de los residentes ya comenzaban a adornar sus casas para la llegada de la noche de brujas.
Todos se detienen en un pase peatonal a la espera de la luz verde, en frente se encontraba un bar llamado Pink famosamente conocido por tener la mejor ambientación cuando de querer divertirse se trata, pero el aura que se podía percibir era un poco extraña, como si… cosas extrañas pasasen adentros.
— Te va a encantar. — codea Charlotte a Evangeline.
— Ya había escuchado de este lugar. — Mira todo alrededor, y como su nombre lo decía, llevaba luces rosas por todos lados.
— Conozco al dueño, es un muy buen amigo.
— Tu conoces a todo el pueblo Charlotte, me hubiera extrañado si me dijeras que no lo conoces.
— Que te puedo decir. — se encoge de hombros. — recuerda que soy la relacionista pública del museo.
— Si, claro. — coloca los ojos en blanco. — Charlotte de cosa no conoces a Darién de Macedonia. — Evangeline, logro ver de reojo como el rostro de Charlotte cambio, pero en un parpadeo se encontraba carcajeándose.
— Pues me gustaría conocerlo y así poder presentártelo y se enamoren y tengan un millar de hijos.
— No seas exagerada.
— Mejor busquemos a un hombre real con el que si puedas follar durísimo. — coloca su brazo por encima de los hombros de Evangeline y entran a Pink entre risas.
Pues claramente el habiente era todo lo esperado y deseado, a pesas de ser jueves estaba lleno con muchos bailando al ritmo de la música, la ubicación que habían tomado era bastante buena con la que podían ver casi que todo el panorama del bar, las meseras llegaron con una canasta llena de cerveza con hielo en el fondo y mantener las cervezas frías, al llevar el primer trago a su boca, el sabor amargo bajo por toda la garganta, junto con la música comenzó a mover su cuerpo al ritmo de la canción.
Hacia mucho tiempo que no tomaba ni una gota de alcohol, así que el efecto que causo este en Evangeline fue inmediato, Charlotte se acerca a ella y coloca su brazo por encima de los hombros de su amiga.
— hay un chico que no te quita la mirada de encima. — señala con un movimiento de barbilla hacia el chico.
Evangeline sonríe al ver aquel guapo hombre, pero por su cabeza de inmediato pasa Darién de Macedonia ninguno de los dos tenía punto de comparación, agito su cabeza de un lado a otro tratando de sacar aquella pintura de su mente, debía salir de una vez por todas al mundo real y gracias a el alcohol que ya corría por su cuerpo, sonrió y saludo con coquetería al apuesto hombre el cual correspondió de la misma forma.
— ¡Esa es mi chica! — pataleo emocionada Charlotte. — ve por él. — le palmea el trasero.
— ¿No es mejor hacerse un poco de rogar?
— ¡Uh! Ya va saliendo tu lado maléfico a flote, esta bien hagámoslo sufrir un poco ¿Qué tal si le hacemos un espectáculo?
— ¿Cómo lo haremos? — Evangeline sonríe curiosa sin saber lo que realmente su amiga tramaba.
— Ven.
La tomo de su mano y la llevo hasta la pista de baile, que de por si ya estaba un poco taqueada de tantas personas bailando, pero el chico no les quitaba la mirada de encima, en especial a Eva, y es que el aura de inocencia que irradiaba era tanto que atraía a cualquier hombre fetiches bastante raros.
Need to Know de Doja Cat comenzó a sonar, definitivamente era la canción más explícita que había escuchado su ritmo era sensual e inevitablemente comenzó a moverse presa de la lujuria.
Evangeline y Charlotte definitivamente le estaban dando el mejor espectáculo a aquel hombre, con movimientos exuberantes y sensuales, además que la letra ayudaba a imaginar todo en lo que probablemente terminaría, de reojo vio al chico y se dio cuenta que no era el único que los veía con plena lujuria, y que habían quedado solas en la pista de baile dándole el mejor espectáculo a todos, las mejillas de Eva se pintaron de rojo, pero aun así siguió en su papel hasta que terminara la canción, donde Charlotte lo termino con un fogoso beso en los labios, haciendo que el bar estallara en aplausos, chiflidos.
Evangeline al separarse de su mejor amiga la vio bastante sorprendía, ya que nunca se habían atrevido a tanto.
— Te dije que lo íbamos a impactar. — se alejó sonriente dándole paso al chico con el que se supone que estaba coqueteando.
— Eso fue genial. — dijo acercándose al oído de Eva. Una corriente recorrió todo su cuerpo y entendió que esa fue la señal de su cuerpo necesitado por ser tocado luego de un año y medio de soltería. — soy Matthew. — tiende su mano.
— Evangeline. — la acepta.
— Que bonito nombre Evangeline, ¿puedo decirte Eva?
— Adelante. — sonríe.
— Te invito un trago. — hace un movimiento con su cabeza hacia la barra.
— Claro.
Ambos caminan en dirección de la barra Matthew le ofrece el asiento donde antes estaba sentado y le pide dos tragos al barman.
— Puse mi mirada en ti apenas entraste.
Por la cabeza de Evangeline paso lo peor, eso no se le dice a una chica cuando apenas las estas conociendo, suena muy acosador y enfermizo.
— ¿enserio? — ríe un poco incomoda.
— Si, es que eres tan hermosa que puedes conquistar a cualquiera.
— No me digas esas cosas. — aun incomoda, echa todo su cabello hacia atrás, dejando ver sus clavículas.
— Solo digo la verdad Eva, eres una chica guapa que merece ser elogiada todo el tiempo.
— Que tal si me hablas de ti. — acomoda parte de su brazo sobre la barra.
— Pues como ya sabes que me llamo Matthew, trabajo en el banco Bear como el gerente regional, vivo solo, no tengo esposa e hijos.
— Es bueno saberlo.
— Claro ¿tu tienes esposo e hijos?
— No, hace un año que estoy soltera y no tengo ningún hijo que nos mantenga en comunicación.
— Entonces tengo todo el camino libre.
— Aquí tienen señores. — el barman coloca los tragos en frente de nosotros.
— Y dime Evangeline ¿te gusta también las… chicas?
— ¿Qué? No, solamente fue una loca idea de mi amiga.
— Pues tu amiga también es sexy.
Y… todo se derrumbó, claramente Cahrlotte era una chica bastante candente, pero de seguro aquel chico solamente quería pasar una noche fogosa con dos hermosas chicas, pero Evangeline no esta dispuesta a nada de eso, tomo su trago de golpe y coloco el vaso sobre la mesa.
— Si, y esta completamente casada con nada más y nada menos que con Román Batista dueño de BatsInc.
— No me importa quien sea Román Batista, su chica es sexy y la quiero contigo en mi cama.
Sin pensarlo dos veces se carcajeo como nunca lo había hecho, luego de su separación con su ex novio no reía de aquella forma y es que el chico era tan ingenuo que creía que las iba a tener, se levanto de la mesa aun riéndose a carcajadas hasta alejarse de aquel sucio humano.
Charlotte al verla llegar de aquella forma tan eufórica se acercó.
— ¿Qué sucedió? — pregunta extrañada.
— Dios, no me lo vas a creer. — se agarra del estómago.
— Pues dime para poder reírme contigo.
— Aquel tipejo creía que nos podía tener a las dos.
Y fue cuando Charlotte también rompió en carcajadas, mi mejor amiga sabia que era toda una chulería de mujer, y sabiendo eso escogió al mejor postor, Román Batista era el manejaba mayoritariamente todo el monopolio en el pueblo y seguido empresas Guevara y Loto. Ambas lo conocieron una vez que fue al museo de historia pidiendo una escultura prestada, obviamente prestada, pero todo tiene un costo, ya que se pidió una cuota de seguro en el caso de que la escultura llegase a presentar un daño en el transcurso de los viajes. Fue una cuota bastante elevada debido a la historio de la obra de arte. Todo se dio a la perfección y la encargada de vigilar todo fue Charlotte, se conocieron y poco tiempo después formalizaron su relación, desde entonces no se separan.
El alcohol poco a poco fue subiendo como la espuma, todos ya estaban a tal punto de alcohol, la burla entre todas no paraba porque algunos ya estaban dormidos y habían caído al suelo borrachos. Pero para Evangeline relajarse un poco decidió sentarse y tomar su bolso, saco su teléfono celular, dispuesta a llamar a su ex y decirle lo idiota que era por dejarla por una zorra de turno, pero primero que vio en el fondo de pantalla fue el cuadro de Darién de Macedonia, era tanta lo obsesión que tenia por el cuadro que lo tenia en su teléfono, pero que más le encantaría a ella que tener el cuadro en vivo y en directo en su habitación.
— ¿Qué sucede jefa? — se sienta Drew a su lado.
— Nada, solo quería ver la hora que era.
— ¡Ya planeas irte! — se escandaliza.
— Claro que no, solo veía la hora.
— Eso espero, porque o si no le digo a todos para que no te dejen ir.
— No seas pesado Drew, cuando decida irme ni se darán cuenta.
— Eres mala jefa.
— No soy mala, soy justa. — le guiña el ojo.
— Gracias Dios por tus bendiciones. — junta sus manos como si fuer a rezar. — yo seguiré en la fiesta, tú descansa los pies si quieres, se nota que esos tacones te están matando.
Drew se aleja, pero pronto Charlotte se acerca con los ojos entrecerrados.
— Yo se que tu para notar el coqueteo eres pésima, pero a leguas Drew te está coqueteando.
— No Charlotte, todo el que se me acerca no esta coqueteando conmigo, además Drew es gay.
— Cierto, lo había olvidado. —chistea.
— ¿Por qué tan insistente para que tenga a alguien?
— Porque no quiero verte triste mirando a u cuadro todo el tiempo.
— Pero me gusta mirar el cuadro de Darién de Macedonia.
Entonces algo hizo clic en aquella cabecita de Charlotte, una sonrisa maquiavélica se fue formando en el rostro, casi que a Evangeline le costo reconocer.
— ¿Qué tal si pedimos prestado el cuadro de Darién?
— ¡Que!
— Si, lo pedimos prestado por una noche, para que lo puedas tener en casa y luego lo trasladamos nuevamente al museo.
— ¿Acaso quieres que te recuerde por cuanto le costo a Román Batista sacar la escultura aquella?
— Para estar ebria aun razonas.
— Claro que estoy razonando, porque la pintura de Darién es lo único que literalmente me mantiene a flote en la tierra.
— Pero piénsalo de esta forma puedes tenerlo en tu habitación una noche, y pensar todas las cochinadas que quieras viendo a su cara.
— Char…
— Vamos. — toma de la mano a Evangeline.
— ¿A dónde?
— Ya veremos.
Al salir de Pink toman el primer taxi que se estaciono.
— Cerca del muso de historia por favor. — le anuncia Charlotte al chofer y este se pone en marcha.
— ¿Qué haremos allá? — susurra para que solo escuche su amiga.
— Ya veremos.
— Charlotte, hagamos lo que vayamos hacer debemos tomar en cuenta que nuestro trabajo estará en riesgo.
— No lo estará, tranquilízate.
— Esta va a salir mal.
Durante todo el camino ninguna de las dos dijo absolutamente nada, Evangeline se comía las uñas y a la vez todo el alcohol se estaba revolviendo en su estómago provocándole un poco de nauseas, en tan solo unos minutos se encontraba una calle debajo del museo.
— ¿Nos puede esperan aquí? — le pregunta al taxista.
— ¿Demoraran mucho?
— No, solo serán unos 5 minutos.
— Esta bien.
Charlotte y Evangeline se bajan del auto y caminan la calle restante que les quedaba por subir, entraron por el callejón al lado del museo, claramente Evangeline tenia las llaves para entrar por cualquier entrada del museo, así que fácilmente entraron sin levantar ningún tipo de sospecha, de puntillas se acercaron hacia el gran cuadro de Darién de Macedonia.
— Tómalo de un lado y yo lo hare del otro. — susurra Charlotte.
— No debemos asti… — sus palabras quedaron en la boca cuando se percataron que el cuadro no pesaba tanto, además que se era un poco más pequeño de lo que pensaban. — vaya, es liviano…
— Y pequeño. — termina Charlotte. — ahora, a correr.
Como pudieron sacaron a Darién por la puerta del callejón y se subieron al auto quedando completamente apretadas.
— A la avenida spring. — informa Eva y el auto se pone en marcha.
Ya no había vuelta atrás para lo que habían hecho, lo más probable es que sus trabajos estén en riesgos. Ninguna dijo nada, simplemente el silencio las acompañaba, todo el licor que habían ingerido se había ido de todo su organismo dejándolas sobrias.
Al llegar se ayudaron a bajar el cuadro.
— Aquí tiene. — paga Charlotte. — quédese con el resto.
Igualmente, al subir al elevador el silencio las mantuvo, ahora que tienen el cuadro ¿Qué van hacer con él? Lo que habían planeado era simplemente por impulso, pero hasta allí ¿Qué papel va cumplir en el departamento? Entran al departamento y encienden la luz.
— Char… ¿Qué vamos hacer ahora?
— No sé, quizás si decimos su nombre tres veces quizás salga del cuadro. — se ríe.
— Claro. — La sigo. — Darién de Macedonia, Darién de Macedonia, Darién de Macedonia.
— Espero que tu amado se aparezca pronto.
— Cruzo los dedos. — levanta sus manos con los dedos cruzados. — ¿Qué tal si te quedas a dormir? Ya es muy tarde como para que te vayas en un taxi.
— Si, concuerdo contigo.
— Ok, vamos. Mañana deberemos resolver este problemilla.
…
Pronto el sol comenzó a salir y asomarse poco a poco por la ventana y a pegar sobre los ojos de las dos mejores amigas, pero el resultado fue que Evangeline se levanto primero y aun somnolienta se levanto y estiro todo su cuerpo, pero pronto el dolor de cabeza se disparó.
— Maldición.
Murmuro mientras que salía de la habitación, para ir en dirección a la cocina donde por alguna extraña razón se encontraba su botiquín de emergencias, pero al pasar por la sala noto algo extraño, lentamente se giro y pudo notar un cuadro, uno que, conocida a la perfección, pero había algo diferente…
— Pero que coj… — un sonido estridente llamo su atención y sin pensarlo dos veces tomo lo primero que vio y fue en dirección a la fuente de sonido.
Tomo grandes bocanadas de aire y entro a la cocina, pudo presenciar como las puertas del refrigerador se encontraban abiertas en par, sin pensarlo dos veces corrió y dejo que lo que tenia en la mano impactara contra aquel ladrón que allanaba su preciada nevera. Pero nada sucedió.
El ladro coloco su gran espalda erguida y lentamente se giro dejando ver su rostro.
Evangeline se coloco de todos los colores y la presión arterial subió y bajo, la azúcar llego a su limite y definitivamente tuvo una falla renal.
— ¡AH! — grito con tanta fuerza que Charlotte se levanto de golpe e impacto contra el duro suelo, pero rápidamente se levanto para ayudar a su mejor amiga.
— ¿¡Que paso!? ¿¡Que fue!? ¿¡Quien se metió en la casa!? — llega completamente desorientada, pero cuando su mirada se posa en el ladrón de refrigeradores su mandíbula cae casi al suelo como sucede en las caricaturas.
— Char, dime que tu también estas viendo lo mismo que yo.
— ¿estas viendo a Darién de Macedonia? — pregunta.
— Si. — responde Evangeline.
— Entonces creo que estamos teniendo un sueño compartido.
— Eso es casi imposible.
— Pues al parecer no, porque estoy soñando con tu crush de arte.
— ¿Crush? — ambas al escuchar la voz gruesa de Darién se sobresaltan y dan algunos pasos hacia atrás. — ¿Dónde estoy? ¿Qué época es? ¿Por qué eso esta tan frio? — señala al refrigerador.
— Esto debe ser una maldita broma de mal gusto. — Suelta Evangeline. — ¿Quién demonios eres tú?
— Me llaman Darién el Valiente y soy el comandante de las tropas del rey Alejandro tercero de macedonia.
— Eso es imposible. — se mofa la chica. — de seguro eres alguien que vino para burlarse de mí.
— Eva. — llama su atención Charlotte. — creo que el sujeto esta diciendo la verdad.
— ¿En serio le crees? — se cruza de brazos.
— Debes ver esto.
Ambas salen de la cocina y se dirigen a la sala donde se supone que esta el verdadero Darien, pero vaya sorpresa que se llevaron.
— Char si no me agarras en estos momentos juro que me voy a desmayar.
Comienza a descender lentamente, pero Charlotte la toma entre sus brazos para que no termine de caer en el suelo.
— Esto debe tener alguna explicación. — trata de razonar Charlotte.
— Sabes que, tal vez si estamos teniendo un sueño compartido. — se endereza de inmediato Evangeline. — dame una bofetada.
— No hare eso.
— Solo hazlo Charlotte, o te juro que me tiro sobre esa meza de vidrio y sabes que puedo ser capaz.
— Mch, eres una pesada. — sin tardar más Charlotte le da una fuerte bofetada a Evangeline.
— Mierda. — lleva su mano a la mejilla sobándola. — definitivamente no es un sueño.
— ¿ahora que haremos con ese hombre? — susurra
— No lo sé, pero la primera pregunta es ¿Cómo salió del cuadro? — susurra igualmente.
— Quizás yo les puedo explicar.
— Definitivamente esto es una locura.
Evangeline se aleja de los brazos de su mejor amiga y da vueltas por toda la habitación, no podía creer que aquel semejante hombre se encontraba en su sala de estar, aunque de cierta forma sus sueños se habían hecho por fin realidad, todo apuntaba a que no había lógica humana para explicar que por las noches Darién de Macedonia salía del cuadro.
— Dinos Darién. — se acerca Charlotte al comandante de la antigua Macedonia. Pero le era imposible concentrarse al tener al hombre más sexy de toda la humanidad en frente de ella y desnudo. — sabes que Eva, debemos buscarle ropa primero.
Evangeline se gira en su dirección y por fin noto que su adonis se encontraba desnudo y es que lo había tantas veces que ni siquiera notaba el resto de su cuerpo.
— Creo que tengo ropa que Eric no se llevo en mi closet. — anuncia. — voy por ella y tu vigila que el hombre del cuadro no escape.
Evangeline se dirige nuevamente a su habitación dejando a su amiga y a su anhelo solos, abrió su armario y efectivamente tenía algunas prendas que había dejado su Ex novio, pero Eric era un poco más flacucho que el comandante, tal vez los pantalones le queden, pero las camisas definitivamente no, salió de nuevo e inevitablemente su mirada choca con la de Darién, se acerco a él y la cámara lenta no se hizo esperar, con claridad pudo ver sus ojos color miel brillar, la tez de su piel era tan perfecta que a su parecer era como tallado por los mismos dioses griegos, su trenza se encontraba igual de perfecta y ni hablar del tono de su piel.
— Encontré esto, no sé con exactitud si te quede. — le tendió la ropa.
— Gracias. — el tono de su voz erizo todo el cuerpo de Evangeline, definitivamente Darién gritaba masculinidad por donde sea. — siempre quise escuchar tu voz.
— ¿Qué? — pregunta confundida. — ¿Qué me quieres decir con eso?
— Si, eres lo primero y único que veo durante tanto tiempo. — dice mientras que se coloca el pantalón, el cual le quedaba un poco más arriba de los tobillos.
— Sigo sin entender que sucede.
— Sera mejor que nos expliques fortachón. — Charlotte se sienta en el sofá y espera a que Darién suelte toda la sopa.
— Tal vez tu deberías sentarte. — ve fijamente a Evangeline. Esta lo hace y se sienta junto con su mejor amiga. — primero que todo no sé cómo Sali de allí. — señala al cuadro. — lo ultimo que recuerdo es a ustedes sacándome de donde estaba.
— Entonces… ¿tu podías vernos y escucharnos dentro del cuadro? — pregunta Charlotte.
— Escucharlos no, he vivido parte de mi vida en silencio.
— Para que podamos entender lo que esta sucediendo en estos momentos explícanos todo desde el principio. — Vocifera ya desesperada Evangeline por saber todo lo que le podía proporcionar de historia Darién, se cruza de piernas sobre el sofá lista para saber la verdad.
— ¿Conocen a la Gorgona Medusa y su historia?
— Si. — responden al mismo tiempo las dos chicas.
— Algo así fue lo que me sucedió, habíamos llegado a casa nuevamente luego de una larga batalla, habíamos salido victoriosos, el vino iba y venia por todos los lugares, pronto ya no tenia control de mi propio cuerpo y a la maña siguiente estaba con alguien, no lo recuerdo con exactitud, pero ella apareció junto con sus sacerdotisas y sin esperar respuesta lanzo un destello contra mi y me encerró dentro de aquel cuadro. — señala.
— ¿Quién es ella? — Curiosea Evangeline.
— Hera.
— Demonios… — murmura Charlotte. — te ganaste el odio de la diosa más vengativa.
— Lo sé, lo sé.
— ¿Cuántos años, siglos, minutos, segundos llevas encerrado en el cuadro? — pregunta Evangeline.
— No lo sé, durante bastante tiempo estuve a metros bajo tierra hasta que unos hombres me sacaron, las mujeres utilizaban grandes peinados y lucían bastante blancos.
— Deben ser los 1700. — agrega Charlotte y Evangeline asiente con su cabeza. — ¿Qué más has visto?
— Vi como las maquinas iban cambiando, vi a muchas personas correr de un lado a otro, también estuve en las manos de un hombre con un pequeño bigote en mitad de la nariz.
— ¡Hitler! — exclaman las dos amigas al tiempo.
— ¿Quién es él?
— Fue un genocida alemán, que asesino a millones de judío, además estaba obsesionado por tener a la mejor r**a, con pieles muy blancas, ojos color azul y el cabello rubio. — Le responde Eva.
— Solo entendí lo de asesino. — el rostro de Darién se sonroja, algo le pareció muy tierno.
— Pronto lo sabrás. — de alguna forma lo consuela. — lo que hay que averiguar ahora mismo es ¿Cómo Darién salió del cuadro?
En aquel instante el teléfono de Evangeline suena se levanta del sofá y siguió la tonada de su teléfono celular, logro encontrarlo dentro del bolso que llevaba ayer, al tomarlo todos los colores bajaron por su cuerpo, se giro en dirección a Charlotte y desde lejos le enseño el nombre del jefe de seguridad.
— Nos descubrieron.
Comenzó a dar vueltas por toda la sala hiperventilando, en su rescate Charlotte la detuve y la sacudió repetidamente.
— debes tranquilízate mujer.