Capítulo 5 ¡Parece una broma!

956 Words
Punto de vista Julia Xavier se quedó en silencio mientras que sus ojos grises me miraban fijamente, yo quise corresponder, incluso hasta el punto en el que los míos comenzaron a dilatarse, ¡Que locura todo esto! Dentro de mi solamente había una mezcla de emociones y sentimientos encontrados, por un lado, quería que Fernando sufriera y si estar casada con su tío era la forma correcta, lo haría, pero por el otro, mis valores no me permitirían tal aberración, era el tío del hombre con el que un centenar de veces estuve en la cama, llevaban su misma sangre, y era abrumador pensar que podría llegar a tener intimidad con él. —¡Eres muy bonita! —Xavier soltó, rompiendo el esquivo silencio, sorprendida por su apreciación, tragué en seco, y moví la cabeza —¿Perdón? —Sí, eres muy bonita para haber estado comprometida con el cretino de mi sobrino —Xavier me dejo perpleja, que un hombre como él me estuviera diciendo esas cosas me ponían nerviosa, tal vez solamente lo decía por compasión, para nadie era un secreto el sufrimiento que se reflejaba en mi rostro. —Que le puedo decir señor Branson, yo…—En ese instante sentí que la voz se me congelo en la garganta y se me dificultó decir palabra —No tienes que decirme nada, no pretendo nada, por ahora, debes irte a conseguir todo lo que necesites, en una semana anunciaremos nuestro compromiso, e iremos a la casa de mi padre, te voy a presentar como mi futura esposa. «¡Debe ser una broma! ¿Una puta semana nada más?» Pensé —¿Qué? Es muy poco tiempo, no hace ni tres meses que mi compromiso con Fernando se rompió —¿Y? él también anunció el suyo, pero estoy más que seguro de que con esa mujer no va a casarse, solamente la está utilizando para quedarse con la herencia de mi padre—Xavier rodó los ojos. Sentí como un toque de sarcasmo se apodero de mí. —Usted tambien me esta usando señor, ¡Esto es un simple contrato! Xavier se quedó en silencio y de nuevo clavó sus ojos grises sobre mí, ¡Metí las patas! —Disculpé señor, es que… —Le dije avergonzada, pero Xavier me esbozó una dulce sonrisa, dejándome ver sus hermosos dientes blancos. —Pierde cuidado Julia, es verdad, pero la diferencia es que te voy a dar todo lo que me pidas, te pagaré un salario, y te haré feliz. Sus palabras me confundieron de inmediato ¿De que forma pretendía hacerme feliz? Pues no todo en la vida es plata. —Bueno señor Branson, espero entonces que tengamos un negocio. —Ya te dije que no me digas señor —Xavier palideció. —¡Ay por Dios! Es que lo he visto solo un par de veces, entrar en confianza es demasiado complicado. —No te preocupes, solamente debes acostumbrarte, tenemos una sola semana para ir a la casa de los Branson, y presentarte como mi prometida —Los ojos de Xavier se iluminaron al decir eso último —Gracias por haber aceptado mi propuesta. La que debería dar las gracias era yo, no tenía ni siquiera que comer. —Gracias Xavier, bueno, dígame ¿Cuándo empiezo? —Hoy mismo, vamos a comprar todo lo que necesites, de ahora en adelante vives aquí. —¿Qué? No, debo de ir por mis cosas al hotel, yo no puedo venir a vivir aquí ya, tengo una vida. Xavier me miró y subió una ceja. —Yo tengo entendido que solo tienes tu ropa, porque tus ahorros y tu apartamento lo vendiste para pagar la boda con Fernando, porque él no fue capaz de sacar un solo peso, ¡Que miserable! Sabiendo que los Branson tienen dólares por montones. Xavier negó con la cabeza, si pretendía hacerme sentir mejor, no lo estaba logrando, sus palabras solamente me llenaban de más ira. —Pues son cosas que hace una mujer enamorada, pero nunca es tarde para empezar de ceros —respondí con seriedad. —Lo entiendo, nunca me ha pasado, pero la entiendo ¿Vamos? Asentí con la cabeza y me fui detrás de él, ahora yo parecía una especie de perrito faldero. De nuevo la llamativa limusina estaba frente a nosotros, la puerta de atrás se abrió y me subí a su lado, las manos me temblaban. Me sentía tan insignificante al lado de tanto lujo y excentricidad, que esto debía ser una broma, un sueño, o mejor una pesadilla, y cuando despertará, vendría el golpe en seco. Xavier sacó su telefono y comenzó a revisar algunas cosas, por prudencia giré mi mirada hacia la ventana y evité ver que era lo que arreglaba, al final, no me importaba quien era realmente, era Branson, y eso debía ser más que suficiente. Nos adentramos al centro de Manhattan, a la zona más exclusiva de la ciudad, frente a un centenar de centros comerciales y almacenes llenos de ropa, tecnología y miles de cosas más. La limusina aparcó en uno de los parqueaderos, Xavier le dio la orden a su conductor de que nos cuidara mientras hacíamos las compras, él se bajó del auto primero y con caballerosidad me extendió su mano para que yo me bajara con su ayuda —Gracias—Le sonreí —Vamos, debemos convertirte en la prometida de Xavier Branson. —Me dijo con asertividad. Caminamos por los abarrotados pasillos del centro comercial, me antoje de todo lo que tenía al frente y comencé a pedir sin reparo, si mi excéntrico tío político queria complacerme, pues lo dejaría, nunca antes nadie lo hizo conmigo, haría que él si me diera mi valor.
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