Xavier salió hacia sus oficinas, unas inmensas bodegas ocultas al norte de Manhattan, la pérdida de uno de sus cargamentos le generaba zozobra y ansiedad, y no por el dinero precisamente, era porque sus enemigos estaban respirándole en la nuca, y eso no podía permitírselo.
Se bajó de su gran limusina, se abrigó con su gabán, y se puso sus guantes de cuero, a pesar de ser de noche, unas gafas oscuras decoraron su rostro, odiaba que lo vieran a los ojos.
—Gerónimo ¿Quién es el encargado de este cargamento que se perdió?
—¡Sacha señor! —Respondió Gerónimo nervioso, él, era la mano derecha de Xavier , pero aun así, más que respeto, le tenía pavor.
—Sacha trabaja hace poco con nosotros ¿Verdad?
—Si señor, de hecho es el más nuevo de los encargados.
Xavier asintió con la cabeza, estaba tan enojado por una posible traición, que a paso firme se apresuró hacia el fondo de la bodega. Allí, Sacha estaba atado a una silla, rodeado de varios hombres de la organización de Xavier , en su rostro estaba el reflejo de algunos golpes que los empleados le habían dado tratando de obtener información.
Xavier se le acercó, y lo miró fijamente a través de su lentes oscuros, podía notar el pavor en las pupilas del hombre amarrado.
—¡Sacha! ¿Qué fue lo que pasó? —Xavier le preguntó enojado
—Señor perdóneme, cuando íbamos en la mitad del muelle, unos hombres se acercaron y nos robaron el cargamento, se perdió toda la mercancía, juro que quise protegerla con mi vida, pero me fue imposible.
Xavier se agachó a la altura del rostro de Sacha, el hombre estaba sudando, y sus manos temblaban producto de los nervios, en medio de sus piernas estaba mojado su pantalón, por lo visto, se había hecho pipi.
—¡Debiste haber dado tu vida por el cargamento Sacha! —Xavier hizo un gesto de decepción —¿Sabes cuanto dinero valía? —Preguntó sarcástico
—No… no señor ¡No sabía! Pero le suplico que me perdone la vida señor por favor, le prometo que lo tratare de recuperar, se lo ruego señor, no me haga daño—Sacha le suplicó a Xavier , pero él, era un hombre demasiado despiadado y temido, en ese instante no tuvo un ápice de compasión por el traidor, porque para Xavier , todo aquel que perdía sus cargamentos sin dar la vida en el intento, no era más que un falso bandido.
Xavier empezó a caminar en círculos, tratando de controlar su cabeza, pues no era amante de asesinar a todo aquel que le fallaba, pero tampoco se podía arriesgar a dejarlo vivo, podría ser un cabo suelto, miró a todos a su alrededor, y levantó las manos.
—¡Bueno! Hay decisiones que se deben tomar con cabeza fría, y una de ellas, es saber que cuando fallas a la organización que te da todo para vivir bien, ¡Hay unas consecuencias!
Los hombres a su alrededor se quedaron en completo silencio, el pánico que Xavier les infringía iba más allá de sus palabras, la gran mayoría había presenciado sus alcances, así que ninguno se inmutaba a decir una sola palabra.
—Por eso queridos amigos, este hombre debe asumirlas —Xavier sacó un arma de su gabán, se giró para disparar directo en la cabeza a Sacha, pero un frívolo pensamiento llegó a su cabeza, el día siguiente tenía una cita muy especial con una enigmática mujer y no quería tener el recuerdo de esa noche impregnado en sus manos cuando fuera a tocarla.
Xavier inhaló profundo, y luego exhaló moviendo su cabeza.
—Bueno, esta noche les dejaré que se diviertan con Sacha —Xavier guardó su arma —No se sobrepasen, no quiero que mañana la mujer del aseo tenga que limpiar mucha sangre en la bodega.
Los hombres seguían en silencio, pero asintieron con su cabeza, a ninguno se le tenía permitido decir nada, Xavier, asintió con la cabeza también, siendo esto un gesto de probación para que sus hombres se deshicieran del problema.
Encendió un cigarrillo y salió de la bodega.
—Gerónimo, llévame a mi mansión
El conductor lo miró extrañado, él jamás dejaba cabos sueltos.
—¿Está bien señor Xavier ?
—Mejor que nunca, debo descansar, mañana tengo pendientes temprano.
Unos treinta minutos más tarde, Xavier estaba de regreso en su mansión, se sentó en su gran sofá y se sirvió una copa de alcohol, estaba un tanto confundido por lo que pasó en la bodega, ¿Por qué no disparó? Sí él era alguien demasiado despiadado.
Pero, lo que realmente lo estaba desconcertando, era la imagen de esa frágil mujer que vio en el cementerio, la ex prometida de su sobrino, y solo con eso, creó una insana obsesión por casarse con ella, y no porque quisiera una relación formal, es que moría por ver la cara de Fernando cuando el abuelo le entregará toda la herencia familiar, sería un espectáculo perfecto que no podría darse el lujo de perder.
No supo cuántas copas se bebió, al llegar a la madrugada, con pasos arrastrados y con un toque de ebriedad, subió hasta su cuarto y sin ni siquiera quitarse la ropa que llevaba puesta, se quedó dormido.
Al día siguiente
Julia , durante toda la noche no pudo conciliar el sueño, el anuncio del matrimonio de su exnovio la tenía en completa crisis, su corazón estaba destrozado, se sentía infeliz, y no quería jamás volver a creer en el amor, pero sí estaba dispuesta a creer en la venganza.
Se dio una ducha rápida, maquilló un poco su pálido rostro, y levantó su cabello en una coleta alta. Se vistió con la ropa más elegante que le quedaba, unos zapatos altos, y utilizó el ultimo chorro de su perfume más fino, si iba a ir a aceptar la propuesta de un hombre como Xavier , debía estar a su altura.
Tomó el papel en donde tenía anotada la dirección de la mansión, y con sus últimos esfuerzos económicos se fue en taxi.
Una hora más tarde, estaba frente al sendero de la mansión más hermosa que sus ojos vieron jamás, ni siquiera Fernando algún día la llevo a la casa de su madre, siempre estuvo en su departamento de soltero, a pesar de que ella era su prometida formal. Así que nunca presenció los lujos de los Branson .
Se bajó del auto y con la boca abierta, se quedó viendo todo a su alrededor, un hermoso jardín rodeaba el sendero y este expedía un delicioso aroma a rosas, el camino estaba hecho de mármol, y brillaba como si lo encerarán todo el tiempo, caminó por unos diez minutos hasta acercarse a la gran puerta de madera que presidía la entrada del lugar, miró todo a sus costados y se sintió tan pequeña.
Dio dos toques al timbre y espero, pero no estaba tranquila completamente, su corazón estaba a punto de salirse de su pecho, en su frente se asomaron dos gotas brillantes de sudor, y ni hablar de lo que sentía en sus piernas, pues en cualquier momento le iban a fallar.
La puerta se abrió frente a sus ojos, y detrás de ella, apareció una mujer de rostro algo enojado, estaba vestida de mucama, sus mejillas estaban coloradas, y su cabello cogido en un moño apretado en su cabeza.
—¿Sí? Buenos días ¿En que puedo ayudarle? —Le preguntó la mujer a Julia
—Buenos… buenos días…—Julia tartamudeó nerviosa —Vengo buscando a —a Julia se le atoró la voz
La mujer la miró con recelo.
—Es mejor que se vaya señorita, es peligroso venir por estos lados—La mujer fue a cerrar la puerta, pero una voz al final del pasillo de la mansión se lo impidió.
—¡Dennis! ¿Por qué carajos va a cerrar la puerta? Ella tiene una cita conmigo en este momento. —Se trataba de Xavier , que apareció de la nada, llevaba en sus manos un vaso de agua, estaba sufriendo una terrible resaca.
Dennis abrió la puerta para darle paso a Julia , y ella entró nerviosa, dándole una sonrisa como señal de disculpa, pero la mucama, simplemente la ignoró.
—Buenos días, señor Branson —Julia saludó cabizbaja, pues sus nervios se pusieron de punta cuando vio como él venía vestido, tenía una camiseta blanca ajustada a su cuerpo, y una diminuta bermuda que dejaba muy poco a la imaginación.
—Buenos días, Julia , siga por favor, permítame una hora, debo ducharme y cambiarme, me levanté un poco tarde y perdí la noción del tiempo. —Xavier le ordenó, mientras se bebía el vaso de agua de un solo sorbo.
El rostro de Julia se encendió y negó con la cabeza.
—Por mi no se preocupe señor, tómese el tiempo que desee yo lo espero aquí sentada.
Xavier pudo notar la incomodidad de la mujer, y eso le causó diversión, Julia era como ese pequeño pajarito que acababa de salir de su jaula y que jamás se enfrentó a un mundo desconocido, era pequeña, frágil, y demasiado sensible, y por una extraña razón, eso lo estaba volviendo loco.
—Julia , siéntate por favor, pídele lo que quieras a Dennis —Xavier suavizo su voz —No tardo tanto, discúlpame por favor.
Julia , simplemente esbozó una pequeña sonrisa con la comisura de sus labios y obediente se sentó en donde él le había ordenado.
Xavier se acercó y quedó frente a ella, Julia bajó su cabeza y tragó un duro nudo que tenía en la garganta, no se atrevía a mirar hacia el frente, pues la vista que él seductor hombre le ofrecía era demasiado buena, incluso, podía decir, que Xavier era mucho mejor que su exnovio.
—Julia , estás muy elegante —Xavier le soltó sin más, se giró y se fue de su presencia, ella levantó la cabeza con disimulo para verlo, en ese instante, su subconsciente la traicionó, y se mordió su labio inferior al ver las vistas que le ofrecían las piernas de Xavier , se notaba que se ejercitaba a la perfección.
Ella tomó su telefono y se puso a leer un libro que venía leyendo días atrás, esto ayudó a que la espera no se hiciera eterna, y claro que sus nervios se apaciguaran un poco. Unos treinta minutos más tarde, Xavier se asomó al balcón del segundo piso, al notar que Julia estaba concentrada, aclaró su garganta para anunciar su presencia.
—¡Ya regresé!
Julia levantó la cabeza de un sobresalto, y le dio una sonrisita socarrona.
—Ay que pena , no lo había notado —Apagó la pantalla de su telefono y se levantó de la silla.
—Vamos a mi despachó —Xavier ordenó, Julia no salía de su hechizo, ahora estaba mejor que cuando ella llegó y olía a los mismísimos dioses, se fue detrás de él y entró a la lujosa oficina.
Los ojos de Julia rodearon el lugar con admiración y por poco pierde la quijada, pues todo era precioso, no había un solo lugar en esa mansión que no fuera excéntrico y llamativo.
—He señor Xavier , yo…
—Siéntate Julia —Xavier se sentó en su gran sillón y le señaló la silla que había enfrente suyo, ella con nervios se sentó y cruzó una pierna.
—Es muy extraño haber aceptado su propuesta señor, teniendo en cuenta que soy la ex prometida de su sobrino, ¿Qué va a pensar esa familia?
—Necesita pensar que nos amamos —Soltó él en seco.
—Entiendo señor Branson
—Debes empezar por no llamarme señor, para ti de ahora en adelante soy Xavier , Xavi, cariño, bebé, osito, todo lo que te plazca, menos señor Branson
Julia sonrió con picardía, en medio de su seriedad, Xavier era divertido.
—Entiendo Xavier —replicó —No sé si pueda hacerlo, es que es algo loco, demasiado ilógico, es como si ¡Uf! Estuviera cometiendo un pecado.
Xavier se recostó contra el espaldar de su silla, y sus ojos grises se clavaron en los ojos azules de Julia , le sostuvo la mirada sin parpadear, ella trató de hacer lo mismo, pero los nervios le jugaron una mala pasada, y bajó su cabeza.
—No tengas miedo, vamos a firmar unos documentos notariales con todas las condiciones, por ahora, solamente debes mudarte a vivir aquí, sé que vives en un hotel y ese no es un buen lugar para mi prometida, serán solo tres años, después, te daré una casa en donde tú quieras.
Julia levantó la mirada, sorprendida por sus palabras, pues había vendido su departamento para pagar la boda con Fernando , y no le quedaba nada, tener algo propio era de nuevo un sueño.
—Bueno Xavier , debemos empezar primero ¿No? ¿Qué tengo que hacer?
Xavier la miró de arriba abajo, ella no tenía nada que envidiarle a ninguna otra mujer, su cuerpo estaba perfecto, pero si quería ir con ella a la casa de los Branson , debía vestirla a su altura, unos pequeños cambios no le harían nada mal, la formaría a su gusto y semejanza, total, él ahora era su jefe y uno con bastante poder.