Esa noche, después de varias sin dormir, me abracé a Julia y ella a mí, por fin pude conciliar el sueño, su presencia me brindaba seguridad, sin embargo, la alarma sonó muy temprano. Abrí los ojos y aun no amanecía, pero lo que tenía que hacer no daba espera, Julia estaba en su lado de la cama durmiendo profundamente; despacio y sin hacer ningún ruido me levanté y me fui hacía el baño, me duche y aliste en menos de 45 minutos, y ella, seguía durmiendo como un lirón. Me acerqué a ella e intenté darle un beso sin despertarla, pero fue imposible, ella abrió los ojos de un solo golpe, y se quedó mirándome estática. —¿Para dónde vas mi amor? —preguntó aun adormilada —Preciosa mía, debo resolver algunos asuntos de mi empresa. Llevo muchos días ausente —¿Qué? —Su expresión cambió a un