Capítulo 6

3214 Words
Entre abro los ojos sintiéndome ligeramente relajada por una deliciosa corriente de aire fresco recorriéndome el cuerpo. Una vez que aclaro mi vista, miro una luz brillante que se cuela entre las cortinas que vuelan debido a la puerta corrediza de la terraza totalmente abierta. De inmediato me incorporo, sentándome y captando que no estoy en mi villa. Miro a mi alrededor, la habitación totalmente saturada de fotos sobre las paredes. Imágenes de diferentes paisajes de todo el mundo en general y Ian Kilian está en la mayoría de ellas. Así que le gusta viajar…Sonrío al recordar que estoy en su hogar y me quede dormida después de lo mucho que hace el amor. Pero en cuanto giro a mi derecha viendo su lado de la cama vacía frunzo el ceño. No me digas que otra vez se largó. Será… Sin más suspiro y me levanto, pero en cuanto me pongo bien de pie un terrible dolor me golpea la espalda baja. Mierda, duele… Ah, pero ¿Qué tal anoche, Ana Laura ? Me sonrojo y rio un poco de solo recordar lo increíble que es tener sexo con él. Y ahora sí, aguantándome el dolor busco entre sus cajones viendo que casi no tiene ropa. Qué raro…Sin más tomo una camiseta suya que me queda algo grande para colocármela junto a mis calzones. Me asomo a la terraza viendo que dejó la puerta abierta, pero en cuanto salgo y todo el sol me golpea más la brisa sonrío emocionada. Esta terraza específicamente está en la parte más alta de la casa y da hacía el inmenso mar que pareciera no tener fin mientras que a un par de muchos metros debajo de mis las olas golpean con fiereza el risco. Es un paisaje totalmente hermoso, cualquiera desearía tener una vista así de paradisiaca apenas despertara. Y por fin una vez que salgo del trance salgo de la habitación y comienzo a bajar hasta el primer piso, yendo específicamente a la cocina. Saco del refrigerador bastante lleno de comida una botella de cristal llena de jugo para beber un poco. Pero en cuanto cierro la puerta del refrigerador brinco del susto al encontrarme con alguien. —Vaya…Ian Kilian no dijo que traería a nadie a casa. —¿Carmen? ¿Qué…qué? — Está por contestarme cuando escuchamos la puerta abrirse y miramos como entra Ian Kilian totalmente empapado y en traje de baño, dándonos a notar que estaba en el mar. De inmediato nos sonríe y va con Carmen, besándola en la mejilla para luego venir contra mí y tomar mi rostro entre sus manos para besarme sin pudor alguno. Me aferro a sus brazos musculosos sintiendo mí cuerpo estremecerse a la vez que intento resistirme, pero me resulta casi imposible. —Venga ya, compórtate enfrente de tu madre. —Largo de aquí abuelo. Empujo un poco a Ian Kilian para separarlo, viendo como ha llegado Raúl también algo despeinado, ya que, seguramente acaba de despertarse y solo trae puesto el pantalón de su pijama, mostrándome que tiene un tatuaje parecido al de Ian Kilian en la espalda. Se talla un ojo perezosamente para luego ir y abrazar a Carmen por el cuello y darle un beso. —Así que Ana Laura … —¡Me mentiste viejo! Te la describí y me dijiste que nadie así había ido al bar. —Tonto, nunca pensé que fuera Ana Laura . —Dije que era una peliroja ¡¿Has visto a alguien más aparte de ella con cabello rojo casi naranja, eh, viejo senil?!— no comprendo el tipo de relación que lleven esos dos pero si es su padre, el grandulón si que ha llevado una educación un poco peculiar. —¡¿Quién está senil?! —¡Tú! —Eh…Perdón, ¿De qué me estoy perdiendo?— Los tres me miran como implicando lo evidente que claramente no entiendo, hasta que Carmen me extiende su mano para estrecharla conmigo lo cual hago. —Supongo que será bueno volver a presentarnos. Raúl y yo somos los padres de este jovencito de ojos coquetos. Ya veo, son sus padres… ¡¿Qué?! Miro a Ian Kilian acusatoriamente, el cual tan solo sonríe y asiente ferozmente con los brazos cruzados, este tipo…lo mataré. — ¿Ellos son tus padres? —Lo sé, no me parezco a ese viejo feo pero saque lo buena persona de Carmen. Si claro, sobre todo lo buena persona. ¿Qué carajos está pasando aquí? Digo, obviamente pensé que hacer el amor con Ian Kilian sería una buena idea, el tipo es candente, nos atraemos, pero no creí terminar en la casa de sus padres. —¡Mami, papi llegue! Giro viendo a esa chica del grupo de surfistas, la de bonitos ojos de luna y una curiosa marca en la nariz ¿Será un tatuaje? Lo malo es que ella es la que se río de mí junto al tipo larguirucho que también viene ¿Qué pasa con estas personas? —También está Ian Kilian y… —¡Es la loca de la ropa interior! ¡Inclusive nuevamente está casi desnuda! —Lorenzo, cállate. —¿Cómo que la loca de la ropa interior? De inmediato mis mejillas arden de la maldita vergüenza, genial, realmente lo que me faltaba, acabo de darme cuenta que me encuentro en maldita ropa interior pero que al menos es mía, en una cocina familiar con personas extrañas, si extrañas, demasiado extrañas. Y encima Ian Kilian ha escuchado que soy “La pervertida de la ropa interior” Está bien, tal vez yo soy la extraña. Es más, ¿Por qué simplemente no me matan de una buena vez? —Hija que bueno que ya están aquí ¿Van a desayunar? —¡Claro! ¿Hija? ¿Carmen dijo hija? ¿Le dijo hija? ¡¿Qué carajos pasa en esta cocina y con esta gente?! —Oh si, lo olvidaba, esa rara cara de cabra es mi hermana, se llama Norma pero tú puedes decirle odiosa o fea. Norma no duda en darle un puñetazo a Ian Kilian en el abdomen que lo hace doblarse del dolor y me deja con la boca abierta. Pero sí que se lo merecía el idiota bien jodido. —Cara de…te odio. Cuidado Ana Laura , es fea pero es fuerte. —Nada de peleas ustedes dos, todos a desayunar. Tú también Ana Laura . Le sonrío a Carmen solo para pasarme de lado y subir disparada a la habitación de Ian Kilian , viendo que no tarda en seguirme, cerrar la puerta a sus espaldas y terminar sonriéndome inocentemente. Me lo voy a tragar vivo al cabrón. — ¿En serio me trajiste a hacer el amor a casa de tus papás idiota bien jodido? —Cierra la boca, no estuvieron, recién llegaron cuando amaneció. Y tú fuiste la desesperada que se estaba derritiendo en plena playa. —¡Jódete! —Lo que sea. ¿Vas a desayunar o no? —Déjame pensarlo. ¿Qué te parece no, no, no, no y no? O tal vez ¡No! Maldición del mal Ian Kilian , estoy tan avergonzada. —¿Es por la ropa interior que traes? De inmediato ruedo los malditos ojos, este toca pelotas lo está consiguiendo. Lo que tiene de guapo lo tiene de insolente, pero no podrá conmigo. — No Ian Kilian , no es por la ropa interior, solo dame mis pantalones y me largo.— No duda en sonreírme y buscar por todas partes mi ropa al igual que yo hasta que la encuentra y me la da. —Yo que tú me ponía otra cosa, los tuyos tienen semen. Tan solo crujo los dedos para no ahorcarlo hasta que reflexiono las cosas, tranquila, todo estará bien Ana Laura , no vale la pena ir a la cárcel por matar a un tipo como él. Simplemente esta será la última vez que lo vea ya está decido. En cuanto miro de reojo como se desnuda para quitarse el traje de baño húmedo, me tiembla la boca y trago saliva en seco de lo atractivo que es con esa piel bronceada y cada músculo brutalmente esculpido. Bien tal vez no sea la última vez, pero aun así valía la pena decirlo. — Así que uhm… ¿Vives con tus padres? —No. ¿No? Ian Kilian niega mientras se coloca un traje de baño seco y me pasa otro. —Tengo una villa del otro lado de la isla aunque casi nunca estoy aquí. Te hubiera llevado ahí, pero ambos teníamos ganas, la casa de los viejos estaba cerca y no estarían así que fue más fácil. ¿Por qué? ¿Quieres que te lleve a mi villa? —¿Qué? No…no, claro que no.— Ambos nos sonreírnos idiota bien jodidomente, ya que, sabemos que más que la villa quiero conocer su cama, pero claramente no puedo decirle eso en voz alta.— ¿Y qué es eso de que casi nunca estás aquí? ¿No eres nativo del lugar? —No, yo nací en Italia, No en Francia. El viejo y Carmen viajaban todo el tiempo y hace quince años decidieron establecerse aquí. Comenzaron un negocio, luego un par más y la jodida. Aunque se podría decir que Bali es lo más cercano a un lugar de origen o al que volver para mí. Pero desde que tengo dieciocho me fui de aquí. —¿Y ahora dónde vives? —En Australia… —¡¿Australia?! —También en Hawái...Brasil, California…próximamente en Chile, Costa Rica…México. —Woah, espera ¿Qué? No estoy entendiendo. — Ian Kilian me sonríe de lado, encogiéndose de hombros como diciendo ya lo dije, qué más quieres.— Ósea ¿Vives en todos esos lugares? ¿No tienes como un punto fijo como al cual dirigirte siempre? ¿Ni siquiera aquí? —No, ni siquiera aquí. Ana Laura no me preguntes hacia donde me dirijo, ya que viajo por este mundo en general ilimitado, donde a cada paso que doy es mi hogar. Aunque si quieres que te diga algo específico sería que mi hogar es el mar, sigo las olas y ellas a mí. Un día la vida surge de entre sus aguas en Perú, otro día en Sudáfrica, y tres meses después en Indonesia, viajan sin cesar y yo las sigo. Es lo que me gusta hacer. —Ese es un gusto exquisito debo decir, muy extravagante y sumamente caro ¿Cómo te lo pagas?— Ian Kilian me sonríe nuevamente sacando de entre sus cosas un par de credenciales que me arroja y las cuales tomo para verlas, comprobando que trabaja para distintas empresas de lo mismo. —Soy fotógrafo para varias revistas sobre naturaleza, el medio ambiente, de viajes y de deportes extremos. Así que cuando no estoy surfeando por temporadas voy por el mundo en general, fotografiando los instantes únicos que todos aparte de mí se pierden por estar lamentándose sobre sus vidas o viendo televisión. Sabes Ana Laura a veces ni siquiera necesitas ir muy lejos, con solo salir del caparazón puedes encontrarte cosas maravillosas, así como te encontré aquel día en la playa. Es cuestión de querer mirar hacia otro lado. Un montón de sensaciones me recorren lentamente, inclusive la envidia. Siempre quise conocer a una persona como Ian Kilian , aquel que sigue más sus impulsos que a su mente. Miro a mi alrededor, viendo cada fotografía de diferentes locaciones del mundo en general, las cuales ni siquiera sabía que existían, sintiéndome nostálgico y a la vez encendido. Uno de mis sueños siempre fue viajar por todo el mundo en general, pero se quedó en eso, en un sueño porque a pesar de que ahora me decidí a dejar la monotonía antes no era tan valiente. Siempre lo dejaba en “Algún día será” y ese día nunca llegó. —¿Duele no es así? —¿Perdón? —Dentro de ti duele, porque seguro estás pensando en todo el tiempo que has perdido planeando imaginariamente sucesos y momentos en tu vida que nunca pasarán… A menos, que realmente te atrevieras…no es fácil salir de la zona de confort sabes. De inmediato le sonrío ya que ha visto a través de mí.— Pasé mucho tiempo estudiando algo que no me gustaba del todo para conseguirme un “buen empleo” y trabajar con el fin de ganar dinero para viajar. Al principio no tenía mucho dinero, y ya que lo tuve ahora me faltaba tiempo y cuando tuve tiempo lo que ya no tenía eran ánimos. Hasta que decidí salir de mi zona de confort. —¿Y cómo se siente haberlo hecho? —Es la mejor decisión que pude haber tomado en toda mi jodida vida. Aunque aún me falta, no soy libre totalmente pero definitivamente ya no me siento asfixiada como antes. —En ese caso, asegúrate de terminar de tejerte esas alas para que vueles tan lejos que nunca nada te vuelva a aprisionar. Se imparable ante todo y ante ti misma. —Lo intentaré. No soy tan brava y valiente como tú pero definitivamente lo intentaré. —Lo eres, solo que aún no te has dado cuenta. Pero por ahora bajemos a desayunar sino Carmen se enloquecerá y créeme no la quieres ver enojada. —No creo que se enoje, es demasiado linda y comprensiva. — Ian Kilian me sonríe de lado negando. —Solo te diré que quién da las órdenes en esta casa es Carmen. Raúl es la facha, pero quién controla todo en familia, los negocios y demás es Carmen. Así que será bueno no hacerla enojar, que tiene un carácter mucho más fugaz que el mío. Nos reímos un poco para por fin bajar y ver que los demás ya se encuentran desayunando, por lo que en cuanto me siento un ambiente bastante agradable inicia. Norma y Ian Kilian se pelean por cualquier idiotez siendo regañados por Carmen que muestra un carácter aún más ferviente con su familia que las simples sonrisas inocentes que da en el bar a todos. Así que Ian Kilian no mentía, Raúl también dice una que otra payasada junto a Lorenzo que evidentemente resulta ser el novio de Norma, sacándonos un montón de risas pero al final, en cuanto Carmen da una orden todos la cumplen sorprendiéndome. Tiene una voz sumamente dulce pero letalmente firme. Vaya que es una familia bastante curiosa. Al término del desayuno Norma se va con su novio ya que al parecer tiene los fines de semana libres de trabajo. Por su parte Raúl también se va a su bar para atenderlo ya que en un rato más será hora de abrir y le gusta supervisar a sus empleados. Ahora espero a Ian Kilian que es mimado y abrazo por Carmen y curiosamente se deja, aunque es de entenderse si realmente nunca está en casa después de haberse ido tan joven. —¿Y cuánto tiempo estarás esta vez? —Dos semanas cuando mucho. —Ya veo…ven al bar tanto como puedas ¿Sí? También a desayunar, comer o a cenar, ve por mí y dejaré de hacer lo que sea para cocinarte algo que te guste. Trae a tus amigos. O quédate a dormir cuando estés muy cansado como anoche. Sé que aun estando en Bali te encanta salir a surfear y a explorar por todos lados, así que por lo menos ven a verme en estos días. Ian Kilian asiente besando en la frente a su madre para luego indicarme que nos vayamos. Me toma de la mano llevándome por lo que solo me despido con una sonrisa de Carmen que ve a su hijo algo triste. Bajamos las escaleras por las rocas hasta llegar a la playa comenzando a caminar por la arena tibia. Supongo que esto es la despedida, después de todo Ian Kilian y yo no tuvimos nada más que sexo y él se irá pronto. —Te iré a dejar a tu villa. —Uhm…¿Y tú qué harás? —Iré a surfear con los chicos a una playa que está a una hora de aquí. También irá Norma, ella ya se adelantó con Lorenzo. —Ya veo…— En cuanto me deja en la puerta de mi villa ambos nos sonreímos torpemente. — Maldición del mal, no estoy lista para una despedida, digo, apenas nos conocemos pero precisamente por eso quería saber más sobre él. Aunque sea un poco más.— Y…¿Entonces te vas en dos semanas? —Sí, hay un campeonato de surfeo en la costa este de California y el premio son cincuenta mil dólares y definitivamente los necesito para seguir mi camino. Y después de eso tal vez iré a trabajar un poco o siga el mar, no lo sé. —Que bien…— Nos sonreímos como un par de tontos nerviosos, hasta que él se acerca tomándome por la cintura para besarme en los labios. Un beso pequeño y suave que le contesto con ánimo hasta que se despega y me sonríe. —Adiós Ana Laura . —Adiós…— Cada quién sigue su camino hasta que me detengo justo antes de abrir la puerta. Ian Kilian me gusta, realmente me gusta, quiero saber más de él, quiero estar con él aunque sea un poco más. Siempre dejo ir todo lo que me parece difícil, pero él parece realmente valer la pena. ¡¿Qué cosas digo?! Él se irá en dos semanas y ¡Maldición del mal! Antes de darme cuenta ya me he girado viéndolo irse— ¡Ian Kilian ! — En cuanto se detiene y me mira, corro hacía él y lo tomo de las manos.— Ian Kilian soy un poco grande para esto pero quiero…quiero aprender a surfear. ¿Puedes enseñarme por favor?— Parezco tomarlo por sorpresa, pero rápidamente me sonríe. —Seguro. Mucha gente de tu edad aprende surf, no tiene nada de malo. —Tengo veinticinco. —Eso digo, nunca es tarde. Ojalá te aficiones, el surf te cambia la vida. Te lo juro. Así que venga vamos. Nuevamente me toma de la mano haciendo latir mi corazón abruptamente, si, definitivamente fue una buena decisión, salimos hacia la parte alta de la playa donde está su carro al que nos subimos, para iniciar el recorrido bajo el sol incandescente y excitante. Lo bueno de que no tenga ventanas ni techo es que todo se siente más fresco debido al aire que nos envuelve increíblemente, la brisa choca contra mi rostro y soy feliz, emocionada, es tan refrescante, ciertamente ir en automóvil con la cantidad de calor que hace en este lugar es lo más delicioso y satisfactorio que existe. Y así, entre risas y comentarios torpes llegamos rápidamente a nuestro destino que es una playa, solo un poco más pequeña comparada a la que tengo frente a mi villa. Sin embargo, las olas que se elevan son vistosas y preciosas. El mar cristalino refleja en todo su esplendor los rayos del sol mientras que la fina arena y las palmeras se mecen con el viento cálido, es un día perfecto, él y yo con la brisa marina y el sol que nos acompaña, todo el estupendamente perfecto.
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