Serem miraba a ese hombre que dictaba aquel elocuente discurso, como nunca había mirado ningún otro de los hombres que se le acercaba o que la contrataban. En dos años nunca había visto un hombre con esa aura…Algo diferente de había en él, algo inefable que no lograba descifrar, quizás lo hermoso y buen mozo o la perfecta dicción con que dictaba aquella conferencia, aunque nadie parecía ponerle atención. Ella no podía quitarle los ojos de encima, él era como un iman… su polo magnético. Tanto que él notó rápidamente la mirada de la joven. Mientras Yagiz explicaba la cara de Serem era un absoluto poema. Asentía dándole a entender a aquel joven que estaba entendiendo absolutamente todo lo que él decía. Cada gesto, cada vez que articulaba, cada movimiento de sus labios era casi adictivo