Eran pasadas las diez de la noche cuando por fin llegué a Samville, el terminal de pasajeros estaba casi vacío, apenas unas pocas personas que bajaban del autobús en el que viajé hacían recobrar la vida allí. Me abracé a mi misma, estaba nerviosa y desesperada porque no sabía qué hacer, mi celular lo había dejado en Trensville y no me sabía de memoria el número de Chris Tomlett que era el único que podía ayudarme, era la persona más cercana que conocía. Tenía una ventaja al menos y era que en Samville no habían Revolies, así que podía deambular hasta que amaneciera sin que me comieran viva o me arrancaran alguna extremidad. Sacudí mi cabeza al darme cuenta de que la mayoría de mis pensamientos giraban en torno a esas malditas criaturas, tenía que pensar en positivo o en cosas bonitas si n