Infinitos dias para amarte

KIARA CRAFT Entré silenciosamente a la cocina de la oficina, intentaba no hacer ruido porque no quería llamar la atención de nadie, cuando de repente escuché a mis espaldas: —¡FELIZ CUMPLEAÑOS, KIARA! Maldita sea. Justo lo que quería evitar. Me voltee observando a casi todo el personal de la empresa ahí comenzando a cantarme el feliz cumpleaños. Solo pude mantenerme de pie y mostrar una sonrisa por el gesto, el número 30 estaba en la vela sobre el pastel para recordarme que había dejado los 20 atrás y ahora me volvía mas vieja, sola y amargada. «Treinta años Kiara, ¡estás pisando los 30!» —Gracias —sonreí como si estuviera feliz, a eso se había reducido mi vida, a fingir que no estaba en depresión, sino que estaba jodidamente feliz con mi vida de mierda. Se acercaba la hora de transmitir el programa matutino en vivo de las 7am así al terminar salimos a nuestros puestos de trabajo, me coloqué mis auriculares y mi carpeta, para ir junto con mi equipo, esto era lo que me gustaba y me hacía olvidarme de todo, estaba trabajando en una televisora nacional desde mi divorcio… Creo que tenía que comenzar a explicarme mejor, sé que es todo un shock. Tenía una vida de ensueño con Ángelo Werner, es decir, era el amor de mi vida, pero la situación cambió completamente cuando di a luz, nuestro bebé nació con complicaciones y a los días murió, nunca pisó la casa, solo estuvo dentro del hospital. El dolor de perdida fue el peor que podía pensar, la madre de Ángelo seguía viviendo con nosotros y ella me culpaba por lo que pasó, ella pensaba que no me cuidé lo suficiente y Ángelo no le decía nada por ser su madre, él se refugió en el trabajo y eso ocasionó que nos distanciáramos muchísimo. Mi trabajo era escribir por los libros que tenía publicados y en mi propia casa no podía tener paz porque la madre de Ángelo; la señora Sonia decía que no limpiaba, que no hacia esto, que no hacia lo otro, que no atendía a mi esposo, me atosigaba, mas de una vez le dije que era mi casa y que debían de ser mis reglas, pero ella simplemente no lo entendía. Ese fue el resumen de los últimos años de lo que fue mi matrimonio con Ángelo Werner, un rotundo fracaso. Era muy triste que después de todo lo que pasamos y de lo bien que nos la llevábamos, las cosas hubieran cambiado tanto. 5 años enteros aguanté la distancia de Ángelo y los insultos de mi suegra. Cuando decidí que era suficiente y pedí el divorcio, Ángelo no puso peros, esta vez no me detuvo cuando me fui ni fue por mí, él parecía no poder sobrellevar lo que ocurrió con el bebé y ya nada era lo mismo. Así que tenía 2 años sola, en un departamento lindo y cómodo con mi perro Lilo, de mis libros habían sacado una adaptación cinematográfica de una película, y como me aburría enormemente de prácticamente tener la vida solucionada y cómoda, decidí aventurarme en trabajar como productora de una televisora nacional de noticias, de ese modo evitaba la soledad; una manera de despejar mi mente. No estaba tan feliz con mi vida, es decir, no era lo que quería para mí, en un universo paralelo hubiera estado con Ángelo viviendo feliz con nuestro bebé, pero precisamente la perdida del bebé y el poco apoyo que tuve fue lo que terminó de despedazarme. Basta, no quería ponerme a llorar frente a todos los demás ejecutivos, pero era inevitable no pensar en eso cada año de mi cumpleaños. «No pienses en cosas tristes, Kiara». Era mi mejor etapa, soltera, joven y lista para disfrutar dejando todo atrás. Al terminar el segmento se me acercó Destiny, ella era la presentadora de Info News, muy bonita físicamente, extrovertida, pero muy profesional en pantalla, nos habíamos vuelto muy buenas amigas. —Cuéntame —dijo Destiny tomando de su café en la hora del receso— ¿Qué haremos hoy? Solté un suspiro, realmente no quería hacer nada. —Pues, pensaba tomar unos tragos en mi casa —dije, era eso y ver películas de amor toda noche mientras me pensaba en lo que pudo ser mi vida si siguiera con Ángelo, si él me hubiera buscado o hubiera evitado el divorcio, pero desde ese día que firmamos nunca más nos volvimos a ver, nunca lo vi llorar, yo era la que parecía una cascada andante, sentí mis ojos volver a cristalizarse. «No vas a llorar, Kiara, por Dios». Tomé un vaso y fui a la cafetera para echarme café, necesitaba seriamente distraerme de mi propia mente. —Vamos a un festival —dijo Destiny. —¿Festival? —dije sin voltearme para enfatizar que me parecía un completo disparate. —Sí —dijo—, así aprovechas de follar, necesitas una buena revolcada. Me quejé cuando unas gotas de caliente café me quemaron la mano y solté un bufido burlón. —Que graciosa —murmuré dejando el café en su lugar y llevando la taza humeante a mis labios, realmente el vibrador no se sentía nada igual, y solo me imaginaba a Ángelo sobre mí, es que fue la única persona con la que había estado en toda mi vida, mi única experiencia. Odiaba que todo hubiera terminado así, con nuestros caminos separados… —No es chiste —insistió Destiny—, el festival de verano será al norte, vendrá David Guetta. —No me gusta la música electrónica —me limité a decir, ella giró los ojos con dramatismo. —Vamos —dijo—. Apuesto a que no has ido a un festival, solo será este fin de semana. Bueno, pensando en que sería solo el fin de semana no sonaba tan mal… —No lo sé —susurré. —Vamos —insistió sabiendo que me estaba convenciendo— salimos mañana en la madrugada. No estaba tan mal, después de todo, realmente necesitaba despejar mi mente y si quería probar cosas nuevas, entonces empezar por ir a un festival no era tan disparatado. —Vale —sonreí, ella grito de emoción mientras comenzaba a hablarme de las personas que iban a tocar, de lo genial que iba a ser y todo eso. Bueno, era hora de probar cosas nuevas.