Cap 31 Una nueva casa

1110 Words
Aníbal observó en la mesa algunos papeles de Andrés, pensó que eran parte del trabajo de la empresa, se levantó revisándolos, despejaría su cabeza con algo de trabajo, pero al leer se quedó pasmado. PRUEBA DE ADN. Revisó el papel completamente, en él se decía que la relación de Cristina y Katherine era de un 99%, eran madre e hija. Aníbal al quedar anonadado, se agarró de la mesa respirando agitadamente. Avanzo rápido a la habitación de Andrés entrando sin permiso, él estaba a punto de acostarse cuando Aníbal lo tomó de la playera. “¡Dime que no es cierto!”. Ellos se miraban a los ojos. Aníbal estaba descontrolado. “¡No es su hija! ¡Dime que no es su hija!”. Le mostró el papel mientras su mano temblaba. “Dime que no es cierto ¡Es una mentira!”. Andrés se compadeció de su casi hermano y lo tomó del hombro. “Es verdad. Katherine es hija de Cristina”. Al día siguiente, Aníbal estaba sentado frente a Mario en la cárcel. Mario solo lo miraba en silencio. Aníbal golpeaba sus dedos en la mesa. “¿Cómo pudiste ser tan cruel como para alejar a una hija de su madre?”: Mario sonrió. “Hice lo mejor para mi hija, no tenía futuro con Cristina. tú y tu madre siempre fueron una carga. Aníbal se acomodó en la silla. “¿Sabías por todo lo que pasábamos?”. Mario solo sonrió. “Sabía de cada paso que daban hasta que tu madre murió y ustedes desaparecieron, pensé que no los volvería a ver y mira… Arruinaste mis planes”. Aníbal se burló. “¿Estás feliz de lo que hice con tu hija?”. Mario recargó sus codos en la mesa y sin ningún remordimiento y una sonrisa burlona le declaró. “Cristina se llevó a mi hija y le dará una buena vida lejos de ti. Katherine es fuerte, yo mismo la crié, se levantará de este bache y seguirá adelante, Eduardo es un hombre muy poderoso y hará lo que sea por Cristina”. Aníbal frunció el ceño. Recordó al doctor amigo de su madrina. Mariano recibió la noticia de que Aníbal estaba en la cárcel hablando con Mario, antes de colgar dio la orden. “Ya sabes que hacer”. Colgó dejando el teléfono en la mesa y levantó la vista hacia la ventana. Más tarde… Mario dormía en su celda, de repente se escuchó gritos y mucho ruido, un fuerte estruendo se sintió, Mario se levantó asomándose de entre los barrotes. Algunos policías corrían por los pasillos y otros llevaban a presos golpeándolos. Mario se alejó de los barrotes sentándose en su cama, estaba algo nervioso, no podía salir ni correr. Olió el humo de algo quemándose, su puerta se abrió y entraron tres presos, Mario se puso de pie alejándose de los hombres. “¿Qué quieren?”. Los hombres se vieron entre sí y empezaron a golpearlo sin compasión hasta que al final uno de ellos le encajó una navaja vieja. Mario solo gimió y se cubrió el pecho con su mano que estaba llena de sangre, los hombres salieron de la celda dejando a Mario desangrándose… En el hospital… Aníbal llegó rápidamente. “¿Cómo está?”. El señor Gonzalo está muy débil, su corazón no bombea suficiente sangre y me temo que no le queda mucho tiempo”. Aníbal parpadeo. “Haré los arreglos para trasladarlo al extranjero”. El doctor negó. “Su condición no es buena para viajar, me temo que el señor no resistirá un viaje como ese”. Aníbal dio un paso atrás. “Le prometí que lo salvaría…” Mencionó en voz baja. El doctor no entendió sus palabras. “Es imposible que resista un viaje, le recomiendo solo esperar y dejarlo descansar el tiempo que le quede”. En el extranjero… Eduardo hablaba por teléfono mientras Cristina y Katty estaban sentadas a su lado. “Bien. Avísame de cualquier cosa que pase”. Colgó el teléfono. Cristina preguntó. “¿Es sobre Gonzalo?”. Había escuchado algo de la conversación. “Si. El no está nada bien. No podrá ser enviado al extranjero”. Cristina nerviosa se mordió el labio. Eduardo tomó su mano. “Katty no puede ayudar a Gonzalo en esa condición y sé que él estaría de acuerdo en que la llevaras lejos de Aníbal”. Cristina afirmó y giró a ver a Katty que miraba en silencio por la ventana. Katty seguía en su mundo, todo estaba a oscuras, había neblina por todas partes y solo escuchaba un llanto… Un bebe llorando. Katty corrió buscando al bebe, pero por más que intentaba no podía ver más allá de la niebla. El llanto se intensificó y escuchaba más de un bebe, por su izquierda, por su derecha, no dejaba de llorar y sufrir. Ella seguía corriendo y ágatas buscando al pequeño Llegaron a un pequeño pueblo, eran aproximadamente 3 o 4 calles donde había locales entre comerciales y lugares para comer. Eduardo ayudó a ambas a bajar. Cristina observó alrededor, a lo lejos había algunas casas construidas y al final del camino una gran mansión en la colina. Eduardo se acercó a ella hablándole al oído. “¿Te gusta?”. Cristina nerviosa se acomodo el cabello. “Si, es un lugar muy bonito”. Eduardo negó. “Habló de la casa en la colina. Es nuestra nueva casa”. Cristina abrió mucho los ojos. “¿Nuestra nueva casa?”. Eduardo tomó su mano. “Si. Mis abuelos nacieron en este lugar, mis padres crecieron aquí y yo estuve un tiempo en mi niñez, siempre quise volver y ayudar a la gente”. Cristina siguió mirando alrededor, observó máquinas de excavación no muy lejos. “¿Qué están construyendo?”. Eduardo le contó sus planes. “Un hospital”. Ella abrió los ojos mirando todo. “¿Un hospital? ¿Aquí?”. “No hay hospitales alrededor, solo hay una pequeña clínica y son varios pueblos donde ya hay más población, se necesita un lugar donde atender a la gente”. Le explicó Eduardo. Cristina entendió y le regaló una sonrisa. “Yo te ayudare”. Se sentía con más ánimos ahora que conocía los planes de Eduardo. La gente empezó a acercarse y saludar a Eduardo, estaban contentos de que al fin volviera y lo felicitaban por el nuevo hospital y por su bella esposa.

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