CAPÍTULO III
Lord Sheldon avanzó con pasos irregulares y un poco tambaleantes por el salón-comedor y se sentó en la mesa del Capitán.
Había una media docena de hombres en otras mesas, pero los rostros de casi todos, debido al mareo, presentaban un tono verdoso y rechazaban la mayor parte de los platillos que les ofrecían los camareros.
Aquello no era sorprendente, ya que el mar había estado muy picado desde el momento en que salieron de Inglaterra.
—El Orissa apenas puede hacer otra cosa que mantenerse a flote — le había dicho a Lord Sheldon el camarero que lo despertó esa mañana.
En aquel momento había sido lanzado a través del camarote por un movimiento brusco del barco y apenas logró conservar el equilibrio sujetándose de la cama.
—Me imagino que la mayor parte de los pasajeros no
