—¿Estaban ricos? —espetó una voz muy varonil que me hizo girar de inmediato, sin bata, en una playera bastante ceñida a un perfectamente esculpido cuerpo estaba el doctor sonriéndome.
—¿Perdón? —pregunté sin hilar la conversación a lo que ocurría.
—¿Qué si los huevos estaban ricos? —sonreí y asentí con la cabeza— ¿Puedo sentarme?
¿Qué supone que le diría? ¿Qué no? Me quedé en blanco, no sabía porque estaba ahí, sin embargo algo me decía que no debía dejar pasar esta oportunidad, no era una chica a la que este tipo de cosas le pasaran de forma habitual y ahora que sucedía tenía que aprovechar, tal vez ganará un amigo, cómo con Evan.
Antes de tomar asiento el doctor pidió al mesero “lo mismo de siempre” y un café. Me miró tiró de la silla para sentarse y pidió permiso para hacerlo. Par
