El timbre del departamento no dejaba de sonar, era tarde, la luz del sol inundaba toda la habitación, heche un vistazo al reloj y no podía creer que eran las 11pm, seguro Greta ni me había dicho nada cuando se fue a trabajar, el día anterior tuve tantas emociones que sentía que tenía que dormir todo lo que pudiera.
Tenía una pequeña jaqueca que nacía en las sienes y se extendía a mi cerebro, me llevé las manos a la cabeza mientras trataba de incorporarme para abrir la puerta que llamaban con más insistencia que antes, baje de mi cama y salí de mi habitación con rumbo a la puerta.
—¿Quién es? —pregunté en voz alta mientras buscaba las llaves en el tazón sobre el mueble del recibidor. Nadie contestaba así que volví a preguntar.
En una cuidad como está no te puedes olvidar de preguntar,
