Me encerré en mi cuarto, ni si quiera tenía ganas de ir a la escuela, me sentía tan devastada, frágil, vulnerable y poca cosa que era imposible estar una hora entera sin llorar. Me empezaba a creer las palabras de Anuar, empezaba a encontrar sentido a sus sentimientos, lo estaba justificando, queriendo creer que todo era mi culpa, buscando el medio para expiar mis pecados.
No comí nada y de milagro bebí agua durante el día. Uno de mis compañeros de universidad me preguntó la razón por la que no había asistido a clases, le dije que estaba enferma y que no iría en algunos días, que por favor les avisará a los maestros. No creía tener problema al respecto siempre había sido muy constante y cumplida en la escuela, así que contaba con que fueran flexibles conmigo en esta ocasión y aunque no l
