—¡Que carita traes, amiga! Ni parece que te da gusto verme.
—Ay, amiga. Creo que Anuar me está engañando. —le dije a Ariadna, la verdad no estaba de ánimos para verla, pero ya habíamos quedado una semana atrás y creía que me haría bien la salida.
—¡No! ¿Sigues con él? —inquirió sorprendida, y solo atiné a hacer una mueca de desdén, yo sabía que a Ariadna le caía en la punta del hígado desde la prepa, pero yo lo amaba, aún después de 5 años— Ay, bueno, no creí que después de cómo te trataba siguieras con tan tremendo patán.
—Solo fue una etapa, y también él me aguanta mis desplantes. —me excuse, y solté un suspiró que se vio interrumpido por el mesero inconveniente que se acercaba con una libretita en la mano a preguntar si ya teníamos pensado nuestra orden.
Ariadna pidió al apuesto hombre una malteada, una hamburguesa con tocino y papas fritas, y yo pedí dos rebanas de pizza y un refresco, el joven se alejó dándole una sonrisa coqueta a mi amiga.
—Aquí vamos otra vez —farfullé mientras revoleaba los ojos—, una víctima más del efecto Ariadna. Bueno amiga, que sirva de algo, haz tu magia —cruce los dedos y cual si fuera un deseo de cumpleaños cerré los ojos para decir—, que la cuenta sea gratis.
—Ja, ja. Muy graciosa, Mily aunque la verdad —cambió el tono para hacerse la interesante—, creo que sí podría conseguir un descuento. —se mofó levantando un poco su cabello rizado y frondoso con la palma de su mano.
La verdad que Ariadna era muy hermosa, sus facciones eran finas, sus ojos verdes y tenía una actitud entre Femme Fatal y Rockstar a la que nadie se resistía, en especial los hombres. Era algo, no se cual es la palabra… ¿voluble? Pero había aprendido a quererla y a soportarla en sus malas rachas.
Ella era todo lo que cualquier mujer aspira a ser, el cúmulo de todos los estereotipos, ya saben: tetas grandes, nalgas gigantes, vientre plano, la cintura tan chiquita que sus manos casi la rodean por completo, era perfecta físicamente y yo… yo era solamente Mily, una chica de buenos sentimientos, algo nerd y un tanto alocada, nada sobrenatural, ojos azules, cabello n***o, estatura media, tetas medias, nalgas medias, todo medio, al parecer igual que mi novio, un mediocre que en cada oportunidad me veía la cara de pendeja.
—¡Ash! Quita esa cara que te vas a arrugar —sentenció Ariadna y yo le respondí haciendo más grande mi mueca—, en serio amiga, hazte un favor y trata de sonreír, es que, Mily te ves más fea, cuando estas preocupada.
Le hice un mohín sacando la lengua al mismo tiempo que le mostraba mi dedo medio, cosa que a Ariadna la empoderó más, había conseguido molestarme, aunque sea solo un poco.
—Es que, Ari, ¡¿Cómo quieres que este feliz si ya te dije que Anuar me está engañando?! —Estaba al borde de una pataleta cómo de niño de 5 años, Ariadna casi se atraganta con su malteada al escucharme y después de toser agitó las manos en el aire cómo para ordenar sus ideas.
—A ver, a ver, a ver, espérate mi reina porqué ya no entendí NADA, vamos por partes —demandó, me dedicó una mirada cómplice y comenzó de nuevo—, hace rato dijiste que creías que te engañaba y ahora lo estás asegurando, ¿Tú lo viste o qué paso? O sea, ¿Cómo es que estás tan segura?
—No sé amiga, todo me lo dice, Anuar ya no es el mismo conmigo, me oculta cosas, me bloquea sus historias de i********:, de w******p, le cambió la contraseña a su celular y no me la ha dicho, Y ahora, nunca tiene tiempo para mí.
—¡Eso qué Mily!, es obvio que te estas haciendo ideas, todavía si me hubieras dicho que lo escuchaste hablar con alguien, que le cachaste unos mensajes, unas fotos o videos de esos puercotes te creería amiga, pero no, estas intenseando gacho.
—Esto es en serio Ari, no me tires de a loca en este momento, en serio, necesito que me ayudes.
—¿Ayudarte? —enarcó una ceja en mi dirección— ¿A qué? —guardé silenció esperando que captará lo que quería que hiciera por mí, y parecía funcionar— ¿Quieres que lo espiemos? —sonreí inocente haciendo que ella pusiera los ojos en blanco de inmediato—Estas loca Mildred, no hagas eso, si no le tienes confianza corta a ese gran pedazo de mierda, mándalo a volar, eres una mujer increíble, no te mereces a alguien así.
Ella tenía razón, si ya no tenía confianza en mi relación tenía que terminarla, pero es que sencillamente no podía, me sentía entre la espada y la pared, yo amaba a Anuar, era mucho más de lo que yo me merecía, un hombre increíble, alto, de cuerpo atlético, rubio, verdes, voz varonil, habíamos pasado tantas cosas juntos que era complicado no imaginarlo en mi vida, me dolía la idea que tenía de él, pero muy dentro de mí lo sabía, sabía que me estaba engañando.
No quise contarle nada más a Ariadna, después de lo que me dijo, sabía que no podría contar con ella, a pesar de que yo siempre había estado para ayudarla, en más de una locura.
Nos pusimos a conversar de otras cosas, poniéndonos al día, ella estudiaba comercio exterior y yo ingeniería en sistemas, era claro incluso si nos veían a kilómetros, éramos polos opuestos, ella vestía pantalones de cuero, super entallados a sus perfectas piernas, un top blanco apenas por debajo del busto y zapatillas y yo llevaba puestos unos jeans rotos, una playera un tanto ceñida a mi cuerpo de Iron Maiden, lentes rojos de armazón grueso, mis inseparables converse negros y mi cabello amarrado con una bandita en lo alto de la cabeza.
—Amiga, no quiero que te sientas mal, pero enserio, tienes que hacer algo con ese cabello, si Anuar te esta engañando, es porque tienes el mismo corte desde la secundaria.
—No seas tonta, ¿quieres? —dije aventándole una de sus papas fritas con cátsup a la cara, tenía tan mala puntería que pensé que ni si quiera llegaría cerca de su cuerpo, pero se le quedo estampada en medio de la frente.
—¡MILY! ¡Qué infantil! —bufó bastante molesta, pero yo estaba feliz de haberme vengado solo un poco de su mal trato, ella tomó una servilleta y se quitó la comida de la frente, bufó una vez más y se levantó de golpe de la mesa.
—¿A dónde vas? —pregunté, pensé que se iría y me dejaría pagar la cuenta a mí sola, ya antes lo había hecho, no a propósito, claro, y no me molestaba, pero en esta ocasión no llevaba suficiente dinero como para cubrir ambas cuentas.
—A limpiarme al baño —lo dijo cómo si fuera más que obvio y yo fuera una retrasada, por lo que me reí, solo para hacerla enojar más—, mi novio no tarda en llegar y no quiero oler a cátsup cuando llegué.
—Pues igual y así le gustas más.
—No seas tonta, ahora regreso. —sentenció, tomó su bolso y partió al fondo del local de ambiente rock-grunge al que habíamos ido.
Este era nuestro lugar favorito cuando estábamos en la prepa y tenía, por lo menos un año que no veníamos hasta acá juntas, el mismo tiempo que no veía a Ariadna, a pesar de que hablábamos por mensajes casi todo el tiempo, ella había estado muy ocupada cambiando de novio cada tres meses y yo estuve muy ocupada con la carrera.
El mesero llegó hasta la mesa para recoger los platos sucios y ofrecernos alguna otra cosa, pero al ver que mi amiga no estaba aprovechó para preguntarme un par de cosas sobre ella, lo típico al salir con Ariadna, siempre sucedían cosas cómo esta, la gente me usaba a mí para acercarse a ella.
En fin este sujeto se ofreció a darme un postre gratis si le decía el nombre y el teléfono de mi amiga y ¿Cómo me negaría a un brownie de chocolate doble, obvio no le dije el nombre real, le dije que se llamaba Julie y le di mi teléfono, por sí marcaba o se le ocurría mandar mensaje en ese momento.
—¿Interrumpo? —un sujeto estaba parado junto al mesero con cara de pocos amigos, el chico era bastante guapo y traía en la mano casco de moto.
—Emm, no, adelante, ¿Se va a sentar aquí? —el mesero preguntó dejándome de lado en la ecuación.
—Creo que estás pidiendo el número de teléfono de mi novia. —dijo el chico, que ahora que le prestaba más atención se veía bastante más atractivo que mi novio, me regañe mentalmente por pensar eso y me concentré. Yo a él no lo conocía.
—Emm no, no, para nada —el mesero estaba nervioso, y yo también, esté dirigió su vista a mí para decirme—, en seguida traigo tu orden.
Antes de que pudiera, alguno de los tres decir otra cosa el mesero desapareció y el chico del casco se sentó en el lugar en donde antes estaba mi amiga, justo delante de mí.
Me miraba detenidamente con una sonrisa torcida entre los labios. Dejo su casco en la mesa y tomó una de las papas de la comida de mi amiga para llevársela a su boca.
—¿Mily? —solo abrí los ojos ante la sorpresa de que él se supiera mi nombre— ¿Eres Mily, no?
—Tal vez. —me crucé de brazos y piernas, esa actitud de fanfarrón no me gustaba nada, sí era guapo, pero esto, le quitaba todo el atractivo— ¿Tú quien eres?
—Soy Gustav, el novio de “Julie” —hizo comillas con sus dedos al decir el nombre falso de mi amiga, soltó una risa entre dientes y tomo otra papa, me estaba empezando a caer mal—. No te preocupes, me di cuenta que no diste su número real, gracias por quitarle a ese tipejo de encima a mi novia.
Gustav se chupo de los dedos la salsa de tomate y volvió a sonreírme de nuevo, cómo sí su perfecta sonrisa lo pudiera arreglar todo. Paso una mano por su cabello castaño y tomó un corbo de mi vaso de refresco.
—¿Disculpa? Eso es mío. —le miré con los ojos más retadores que tenía en mi repertorio pero solo provoqué que él se riera a rienda suelta, lo que me hizo revolear los ojos. —¿Siempre eres así de patán?
—¿Y tú siempre eres así de intensa?
Este tipo era odioso, nefasto, imposible de manejar. No entendía cómo Ariadna podía estar de novia con un sujeto así. Sacó su celular y mando movió los dedos sobre la pantalla, suponía que estaba enviando un mensaje, así que no le di importancia, tomé mi vaso de refresco de forma brusca al tiempo que le hacía una mueca con sarcasmo.
—Tranquila, de verdad soy novio de Ariadna, la vi cuando se levantó y fue al baño, iba a ir a encontrarla —comenzó a explicar, para este punto estaba muy incómoda con la presencia del gañan que tenía enfrente de mí—, pero escuché lo que te dijo el mesero, me pareció muy apropiada la forma en la que defendiste a mi novia, además te ganaste un brownie, eso quiere decir que eres inteligente, pero…
—¿Pero? —inquirí, ya me había dado curiosidad en qué terminaba esa frase.
—Pero por tu forma de vestir, algo insípida, creo que eres de las que se esconden, es decir, no dices lo que piensas, a menos de que tengas mucha confianza, creo que usas esas camisetas rudas para que nadie se acerque a ti, pero tu cuarto está tapizado de ponys, arcoíris y Harry Potter.
—¿C-cómo te a-atreves? ¡¿Tu ni si quiera me conoces y-y ya me estas juzgando?! —espeté enojada, nunca había conocido a un ser tan estúpido cómo el que tenía enfrente de mí— No tienes ni cinco m-minutos conmigo y me estas analizando, que n-nefasto eres, seguramente tu llevas por ahí tu coraza de “El más guapo” y “chico rudo” pero has de ser de los que lloran en las películas románticas.
Estaba feliz por el contragolpe que había soltado, aunque no lo dije con fluidez, había sonado especialmente bien por la emoción con la que iba acompañado, el tal Gustav soltó una risa sonora y arqueó una ceja.
—¿Qué? ¿De qué te ríes? ¿Qué es tan gracioso? —le increpé en un tono demandante, tenía que conservar la racha de poder.
—Te parezco guapo. —dijo y soltó una sonrisa que seguro usaba para conquistar chicas más jóvenes y que desgraciadamente también me había surtido efecto a mí también, debía admitirlo, el novio de mi amiga era un completo agasajo de hombre, un dios esculpido por manos celestiales, de nuevo, me regañé por pensar esas cosas, bufe mientras ponía los ojos en blanco.
—Eres un fanfarrón —bufé cruzando los bazos por enfrente de mi pecho y recargándome en la silla—, yo nunca dije que me parecías guapo, no pongas palabras en mi boca.
—Bueno, si de algo sirve… —se acercó por encima de la mesa para susurrarme— Yo creo que debajo de esos lentes y esa ropa grunge también hay una chica guapa.
—¿Q-qué…? —No supe cómo reaccionar ante lo que acababa de decirme, se llevó el índice enfrente de la boca y me hizo un gesto para que me callará.
—Amoooor, ¿Cómo estás? —la voz chillona de Ariadna sonó en todo su esplendor capturando la atención de más de una persona alrededor de nosotros, no me sorprendió para nada la forma en la que ella se abalanzaba a los brazos de Gustav, quien por cierto se había levantado para poder abrazarla.
Ariadna corrió y literalmente se arrojó a los brazos de su novio engarzando sus piernas alrededor de su cadera, mientras sus bocas se besaban muy escandalosamente, parecía que tenían una increíble vida s****l ya que podía imaginármelos sin ningún problema.
«¿Por qué estoy pensando en esto? Ay Mildred, se nota tanto que necesitas una buena revolcada que te estas imaginando a tu mejor amiga y a su novio, pero bueno es que está como quiere el fanfarrón.», mantenía un dialogo interno conmigo, siempre sucedía, mi voz interior era completamente sincera, creo que esa era mi esencia, pero la educación conservadora que me dieron y la personalidad un poco tímida, poco le permitían salir a la verdadera Mildred.
—¿Mily? ¿Hey, Mildred? —Ariadna me tronaba los dedos enfrente de los ojos, me había perdido tanto en mi dialogo interno que no supe en qué momento se dejaron de besar y se sentaron a un costado de mí— ¿Amiga, estas bien?
Ariadna y su novio me miraban con las cejas arqueadas y confundidos, yo busque mi soda para tratar de disimular pero no funcionó ni un carajo, Gustav comenzaba a reírse de mí, así que tome una de las papas fritas de Ariadna y se la arrojé a la cabeza pero ni si quiera llego cerca de él lo que ocasionó que se pusiera a reír mucho más.
—¿Quieres parar, Gustav, me estás incomodando? —me limpié las manos con la servilleta mientras bufaba en la dirección del fanfarrón.
—¿Gustav? —Ariadna se rio de mí y volteaba a ver a su novio curiosa— ¿Quién es Gustav?
—Lo que pasa es que aquí tu amiga, le dio un nombre falso al mesero, dijo que tu te llamabas Julie, así que se me ocurrió presentarme con ese nombre. —el fanfarrón se encogió de hombros y sonrió sin más, tomó la malteada y me dedicó una mirada sarcástica.
Ariadna soltó una carcajada amplia que me incomodó aún más, revoleé los ojos y regresé a mi pizza para darle un último bocado.
—Es que eres tan inocente amiga, por eso Anuar…
—¿Quieres callarte? —le increpé en un susurro— Yo te lo estaba contando a ti…
—Tienes razón —me miró con compasión y giró después hacia su novio—, debo ponerte en contexto, amor, lo que pasa es que Anuar y Mily tienen una relación desde la prepa y ahora ella piensa que su novio la engaña, pero no le consta solo es un presentimiento.
«¡Maldita! Le acabo de dar a entender que no quiero que él sepa y aun así le dijo…» Mi boca se abrió, no daba crédito al desdén con el que mi amiga trataba un tema tan importante para mí, era abrumador que solo podía emitir sonidos incrédulos y movía mis manos tratando de hilar los pensamientos y las acciones.
—Bueno, que podemos decir Ari —el fanfarrón veía a mi amiga levantando las cejas para luego mirarme a mí—, ojo de loca, nunca se equivoca.
«¡No puedo creerlo!», me llené de coraje y sin pensarlo mi pierna pateó al fanfarrón, no iba a tolerar que me llamará loca si apenas lo conocía.
—¡Auch! ¿Qué te sucede? —se dolió el ojiverde y se llevó las manos a la pantorrilla donde mi pie había apuntado un golpe contundente, me reí triunfal— Tenía mis dudas, pero ahora está claro, si estás loca.
—Ash… ¿Será posible que volvamos a mi tema? Era importante para mí, amiga, enserio necesito que estes conmigo. —recuperé la atención de mi amiga que de modo curioso se puso las manos sobre la barbilla mientras recargaba los codos en la mesa.
—Es que amiga, deberías de cortar a ese patán, mira que yo no lo soporto y tú lo sabes, además ya llevas mucho tiempo con él, es hora de que pruebes cosas nuevas —hizo una pausa, yo seguí tomando refresco con la pajilla mientras la escuchaba, comenzaba a hacerme sentido lo que decía, pero cambio su tono de voz haciéndolo más sugerente—, grandes, gordas, y tú sabes a lo que me refiero por “cosas” de esas que te dejan los ojos en blanco y las piernas temblando.
El refresco me salió por la nariz, así que quite el vaso de inmediato y me acerqué la servilleta, el fanfarrón y mi amiga se reían de mí sin siquiera disimular un poco, al contrario.
—Eres imposible Ariadna. Esto es serio para mí. —chillé haciendo una pequeña rabieta y desviando la atención a otra cosa— ¿Por favor?
—No es por interrumpir algo que seguro es muy importante —El fanfarrón entraba a la conversación antes de que mi amiga pudiera siquiera abrir la boca—, pero tenemos que irnos amor o perderemos nuestra reservación.
Ariadna le miro con los ojos inundados en lujuria, dándome a entender que irían a un hotel o algo así, solo atiné a hacer un mohín al leer en su lenguaje corporal que se iría en ese mismo momento.
—Amiga, tengo que irme, pero… ¿Te marco mañana para ponernos de acuerdo? —Sacó de su bolsa unos cuantos billetes y los depositó en la mesa, se levantó rápido y corrió hasta mi lado para besarme la mejilla y darme un abrazo envolvente que sí, de cierta forma era lo que necesitaba, me sentía más reconfortada.
—Está bien, diviértete. Nos hablamos mañana. —musité con resignación.
—Nos vemos luego, Mily. Por cierto, tu playera de Iron Maiden, tiene refresco y algo más. —Extendió una servilleta que tomé, mire mi playera y tenía razón, un fluido viscoso estaba justo encima de mis senos, me enrojecí de inmediato— Límpiate. —exclamó mientras tomaba su casco de la mesa y se dio media vuelta para alcanzar a Ariadna que avanzaba por el lugar envuelta de las miradas de todos.
Yo solo vi cuando él la abrazó por detrás restregándole su perfecto cuerpo en sus caderas. «¿Cuándo tendré algo así?» me senté de nuevo mientras limpiaba mi playera.
—Te traje tu postre. —apuntó el mesero algunos segundos después.
—Gracias. —sonreí, al menos algo había salido bien después de todo.
—Bueno… —él empezaba a levantar los platos y se veía algo nervioso— Me preguntaba, ya que tu amiga tiene novio… ¿Será que me puedas dar tu teléfono?