—¡No me jodas! No puedes sentirte así después de tener sexo dos veces con una mujer que no conoces —protestó Charles al contarle aquello que me impedía dormir. Pensaba en ella todo el tiempo; cada segundo del maldito día—. Si me dices que te sientes atraído por Shelby, que la conoces de años y haz tenido sexo con ella como animales, existiría una pequeña posibilidad de que te creyera. Con Andrea es imposible. Moví la botella de cerveza sobre la barra del bar Antón. El gélido cristal danzaba en mis manos y deslizaba pequeñas gotas de agua. Quise comentarle a Charles lo que sentía por Andrea, y como me desbarataba con una sola mirada. Al ser el tipo duro que no se enamoraba de nadie, no tenía citas o compromisos, quedé como un imbécil ante él. Charles no me creía que Andrea era una mujer di