Capítulo 11.1

1913 Words
Segundos después de estar divagando en su mente, Masaki golpeó rítmicamente la puerta de la habitación para avisar que estaba ahí y quería entrar. Kazumi despertó de la obnubilación en la que cayó al quedarse contemplando a Shiro y dejó la silla para girar y ver quién deseaba ingresar a la habitación. Al observar al anciano caminar hacia ella lo reconoció. - Dra. Kazumi Shimizu, pero qué pequeño es el mundo –dijo Masaki sonriéndole a la médica por la alegría de volverla a ver y porque le agradaba que sea tan cercana a ese joven que podría ser su nieto perdido. - Fukuda san –dijo Kazumi y le ofreció una reverencia de 90° grados al anciano-. Qué alegría volverlo a ver después de tantos años –la médica sonreía con la misma alegría que Masaki, ya que el recuerdo que tenía de él era uno muy bueno. - Quién diría que nos reencontraríamos en una situación un poco complicada de explicar para mí –agregó Masaki mirando al joven que yacía aún inconsciente sobre la cama. Kazumi notó el interés del anciano por su amigo. - ¿Qué lo trae por aquí, Fukuda san? –preguntó Kazumi con el mismo tono de voz amable y presto para servir que el anciano multimillonario recordaba muy bien. - He venido a ver a este muchacho. Quisiera saber en qué condiciones se encuentra su salud –Masaki estaba muy nervioso al estar tan cerca de saber la verdad, si ese joven era o no su nieto, y acabar de una buena vez con todos esos años de búsqueda del hijo perdido de Aki. - Lo siento, Fukuda san, pero esa información solo la podemos entregar a los familiares de los pacientes, y estoy segura que usted no es pariente de mi amigo, ya que él es huérfano, no tiene familia y, además, es de una condición económica bastante austera –informó Kazumi al anciano sintiendo algo de pena por no poder ayudarle, ya que había algo en la mirada de Masaki que le decía que necesitaba saber sobre ese muchacho con mucha desesperación, como si de eso dependiera su felicidad-. ¿Está todo bien, Fukuda san? –preguntó la médica al notar que la mirada del anciano se volvía a enfocar en su amigo. - Dra. Shimizu, ¿puedo confiar en usted? –Kazumi lo miró extrañada por la pregunta que le acababa de hacer-. Hay algo que necesito contarle para que entienda mi interés por saber el estado de salud de este muchacho, pero quiero estar seguro de que sí puedo contar con que mantendrá lo que le comparta en secreto, ya que es un tema muy delicado que inmiscuye a mi familia –Kazumi abrió los ojos sorprendida, pero afirmó moviendo la cabeza para que el anciano hablara. Masaki empezó a contarle sobre el secreto de Aki, la búsqueda por cinco años del joven que podría ser su nieto, su heredero, la característica física que lo hace inconfundible y el deseo de resarcir los errores de su hijo dándole el lugar que le corresponde dentro de su familia a ese nieto perdido. - Ahora entiendo por qué el tratamiento no funcionó y Aki san falleció –soltó Kazumi más para sí misma que como un comentario para Masaki-, no quiso seguir viviendo al saber que su amada ya no estaba caminando entre los vivos. Qué triste historia de amor –y una lágrima cayó de los ojos de Kazumi, gesto que demostró una vez más al anciano la sensibilidad y empatía de la joven médica-. Pues, mi amigo Shiro cumple con todas las características que busca en quien sería su nieto: su apellido es Morita, tiene veintisiete años, sus ojos son de un tono ámbar muy particular y su madre murió cuando él tenía diez años por metástasis tras sufrir cáncer de mamas. - Dra. Shimizu, ¿ahora podrá ayudarme y decirme la condición de salud de este muchacho? –preguntó Masaki esperando que la joven médica pueda apoyarlo para hacer este momento más llevadero. - Por supuesto que sí, Fukuda san –y Kazumi empezó a contarle sobre cómo un amigo de Shiro llegó desesperado al hospital para pedirle ayuda, la condición en la que lo encontró en la pieza donde duerme en ese restaurante donde trabaja haciendo la limpieza, el diagnóstico que confirmó la ecografía abdominal y la intervención quirúrgica que practicó para salvarle la vida. - Gracias, Dra. Shimizu, una vez más usted se ha convertido en un ángel sanador para mi familia –las mejillas se le sonrojaron a Kazumi tras recibir con mucha humildad las palabras que Masaki le ofrecía con total sinceridad y cariño-. Y concédame pedirle un gran favor, ¿me permite ver los ojos del muchacho? Para mí, esa es la prueba más segura para saber que él es mi nieto. - Fukuda san, Shiro aún no despierta del sedante que le suministraron en la sala de operaciones por estar demasiado nervioso ante la cirugía, por lo que tendrá que esperar para confirmar el color de sus ojos. Sin embargo, al ser una mujer de ciencia, sugiero que no solo se fíe en lo que sus ojos vean, sino que se hagan las pruebas que avalen ante la ley lo que su corazón le pueda confirmar. ¿Me permite tomar una muestra de su sangre y la de Shiro para someterla a una prueba de parentesco? –Masaki sonrió a Kazumi mientras aceptaba su ofrecimiento al asentir moviendo la cabeza. Después de tomar la sangre que necesitaba, Kazumi dejó a Masaki cuidando de Shiro, ya que debía llevar los tubos con las muestras al laboratorio. Al entregar las tomas de sangre, el tecnólogo encargado de hacer el análisis le indicó que debía regresar para recoger los resultados en dos días, pero la médica le dijo que los resultados se necesitaban con suma urgencia, por lo que le pidió priorizar en ese caso. Ella era tan amable con todos y muy servicial que el tecnólogo no se pudo negar a su pedido y le indicó que en seis horas regrese por los resultados. Con una enorme sonrisa y varias reverencias cortas y rápidas, Kazumi le agradeció el que la ayudara. Masaki admiraba el rostro de Shiro mientras aguardaba sentado en la silla al lado de la cama del joven. El parecido con Aki era increíble, mirarlo era como estar viendo a su hijo a esa edad. Sin saberlo, Masaki sonreía mientras contemplaba a su nieto. Sí, el anciano multimillonario ya reconocía a ese joven como el hijo perdido de Aki porque algo le decía que la búsqueda que emprendió cinco años atrás ya había terminado. En eso, el joven inconsciente sobre la cama empezó a mover muy despacio la cabeza y los músculos de su frente, de a pocos sus ojos empezaron a abrirse, encontrando en su campo de visión el rostro de un anciano varón. Shiro lo miró sin expresión, ya que aún se sentía algo confundido por el sedante, pero Masaki miraba al joven con mucha emoción, ya que encontró los ojos dorados que había estado buscando por todo j***n. La alegría por saber que había cumplido la promesa que le hizo a su hijo y que tenía un nieto al que le podría heredar su legado, hizo que Masaki empezara a llorar. Al ver que el anciano enfrente de él lloraba, Shiro se despabiló y preocupó mucho. Quiso sentarse sobre la cama, pero la manipulación que su abdomen sufrió por la intervención quirúrgica hizo que llegara el dolor y él desistiera de intentarlo. También quiso hablar, pero recordó que Kazumi le dijo que después de despertar de la operación debía evitar moverse bruscamente y comunicarse de forma oral, ya que eso podría causarle cólicos que serían muy dolorosos. Shiro solo atinó a extender su mano y tomar una de las del anciano que este había apoyado sobre la cama, apretando las sábanas. El contacto que creó el joven hizo que Masaki sintiera un confortable calor emanando de su pecho y dejara de llorar. Al abrir los ojos miró el rostro del muchacho y pudo notar que estaba preocupado por desconocer aquello que le consternaba y causaba su llanto. El anciano multimillonario colocó su otra mano sobre la de Shiro y le sonrió. El joven se sorprendió de encontrar ternura en la mirada de ese hombre a quien no conocía, y algo en su pecho se agitó, haciendo que su ritmo cardiaco se acelerara y emocionara como si hubiera encontrado a alguien que no había visto en años. Kazumi ingresó a la habitación y se encontró con que Shiro había despertado. Acercándose un poco más a donde estaban los posibles nieto y abuelo, la médica vio que se habían tomado de las manos. Al observar la duda en el rostro de su amigo, ella fue a la mesa que había en la habitación y del cajón sacó una libreta con un lapicero, para que Shiro escriba en ella aquello que quisiera preguntar. Sentándose al otro lado de la cama, Kazumi entregó a su joven paciente ambos objetos que le ayudarían a comunicarse mientras ella mojaba un poco de algodón en agua para refrescar los labios de su amigo, ya que aún no podía ingerir ningún tipo de líquido por garganta. Al tomar la libreta y el lapicero, Shiro Inmediatamente escribió: «¿quién es este señor y por qué llora?», a lo que la médica prosiguió a explicarle. - Shiro kun, es mi deber como la cirujana que atendió tu caso el pedirte que te mantengas calmado, que no te agites, ya que acabas de ser intervenido quirúrgicamente y tu cuerpo aún está bajo los efectos de la anestesia, la cual podría causarte reacciones secundarias que pueden poner en riesgo tu salud –la sonrisa de Kazumi siempre ha tenido en Shiro un efecto relajante, por lo que el joven empezó a tranquilizarse al observar el rostro iluminado de su amada amiga con una bella sonrisa. »Quien nos acompaña en la habitación es Fukuda san. Él está aquí porque estaba preocupado por ti –Shiro miró a Masaki y luego a Kazumi, ya que no entendía por qué ese desconocido estaba interesado en su condición de salud-. Sé que no comprendes por qué alguien que no conoces pueda estar deseando saber de tu estado de salud, pero la historia para que sepas ese motivo es muy larga para contar ahora, que debes descansar y no alterarte. Solo te voy a decir que Fukuda san conoció a tu padre, y por eso está aquí. Dentro de dos días, cuando firme la orden que te dará el alta médica, se te revelará la relación que tiene Fukuda san contigo». La curiosidad era enorme, pero más fuerte era el amor hacia Kazumi y el deseo de obedecer sus indicaciones como médica, así que Shiro asintió con la cabeza y se relajó sobre la cama. Ella le sonrió y acomodó los cabellos que habían caído sobre la frente de su amigo, gesto que a él le encantó e hizo sonrojar. Masaki observaba en silencio como esos dos interactuaban, encontrando en su nieto mucho interés por la Dra. Shimizu. Como le indicara el Director del hospital, Kazumi debía seguir con las cirugías que ya tenía programadas, por lo que le pidió al anciano que se quedara acompañando a su joven convaleciente amigo, misión que con gusto haría. Al quedarse solos, Masaki vio necesario presentarse ante su nieto.
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