Capítulo 7.2

2029 Words
Yumei se había sentido débil durante las últimas tres semanas. La joven no entendía a qué se debía ese repentino cambio en su energía, y al pensar que podría estar enferma fue de inmediato al médico. En la serie de análisis de sangre que el galeno le pidió apareció la respuesta que este sospechaba: Yumei estaba embarazada. La joven se sorprendió, ya que ellos se habían cuidado al usar Aki condones, pero recordó que, en una ocasión, cinco semanas atrás, el deseo ganó a la cordura y terminaron haciendo el amor sin protección. Al salir de la consulta médica recibió la llamada de Aki, pidiéndole que se vieran en el apartamento de siempre a las 4 pm. Ella percibió en la voz de su amado tristeza y molestia, algo que no entendió a qué se debía. Pensando que no podía ocultar el embarazo que tenía, decidió que la cita que tendría con Aki esa tarde sería el momento que aprovecharía para revelarle que estaba esperando un hijo, uno suyo. Aki llegó minutos antes de la hora pactada. Él no sabía cómo iba a decirle a Yumei que tenía que casarse con la hija del mejor amigo de su padre, pero que lo haría para salvar a la empresa de Los Mitoma y no porque amara a la joven, ya que a la única mujer que amaría en su vida era ella. Estuvo dándole vueltas al asunto hasta que escuchó que alguien abría la puerta principal e ingresaba al apartamento; al ir hacia la sala de la propiedad se encontró con la imagen de Yumei, una que le ofrecía una dulce sonrisa, corriendo hacia él para abrazarlo y darle un beso. Él quiso llorar ni bien la vio, pero se mordió la lengua y evitó que las lágrimas salieran porque debía ser fuerte por ambos. Él sabía que la noticia sería un duro golpe para su amada. - Ven, sentémonos en el sofá, debo darte una noticia –dijo Aki separándose de Yumei, tomándola de la mano y llevándola hacia el sofá de la sala. - ¿De qué se trata? –preguntó ella acariciando la mejilla de Aki, a quien empezaba a notar triste y nervioso-. ¿A pasado algo en tu familia? No creo que sea algo sobre la empresa, sino ya me hubiera enterado. - Es sobre mi familia –soltó Aki elevando un poco la voz para que el nudo que se le formó en la garganta desapareciera. - Entonces no calles más y dime lo que quieras contarme, estoy aquí para ti. - Me tengo que casar con la hija del mejor amigo de mi padre para poder salvar de la bancarrota a esa familia –Yumei dejó de sonreír y la sorpresa llegó a su rostro. - ¿Qué has dicho? –preguntó la joven con la voz quebrada y las lágrimas empezando a agolparse en sus ojos. - Que me voy a casar –ahora la voz de Aki ya no era tan fuerte y decidida, era un tímido susurro lleno de dolor. - ¿Y nuestros planes? –preguntó Yumei recordando que apenas días atrás habían soñado con un futuro juntos, en una casa con un amplio jardín en donde sus hijos jugarían en los meses de primavera y verano. - Se tienen que posponer. Yo no pienso dejarte. Mis padres me han dicho que después de tres años podré pedir el divorcio, ya que estoy completamente seguro que nunca me enamoraré de Yuna porque a quien amo es a ti –soltó Aki con desesperación, tomando a Yumei de los hombros con algo de rudeza al pensar que ella se alejaría de él definitivamente al considerar que lo suyo no tendría futuro al tener él que casarse con otra mujer. - Aki… estoy embarazada –soltó con tristeza y llorando Yumei. Aki la soltó, se alejó de ella al dejar el sofá y empezar a caminar dando círculos por la sala. - ¿Cómo es eso posible? –preguntó él con terror en sus ojos. - ¿Recuerdas la noche que nos sorprendió la lluvia camino a este apartamento? Esa noche nos olvidamos de protegernos –dijo ella agachando la mirada. - No puede ser posible, Yumei. ¡Un hijo! –Aki no sabía qué decir porque sus sentimientos eran una mezcla extraña de asombro, alegría, tristeza, miedo, ira. - ¿Ahora entiendes que no te puedes casar? ¿Qué será de nuestro hijo? –las peguntas de Yumei lo angustiaron e hicieron que diga algo sin pensar, sin haber reflexionado sobre ello. - Ese niño no va a nacer –Yumei sintió que Aki le clavaba un puñal en medio de su corazón. La rudeza en su voz y la ira en su mirada hicieron que ella entendiera que todo lo que alguna vez le dijo entre caricias y besos fue mentira. - ¡No le harás daño a mi hijo! –la joven dejó el sofá y colocó ambas manos sobre su vientre. Aún no había sentido al ser que tenía en sus entrañas, pero el simple hecho de saber que estaba ahí la llevaba a querer protegerlo como sea posible e imposible. - Ese niño no puede nacer, Yumei. Yo me tengo que casar con Yuna Mitoma, sí o sí. Si nace sería un bastardo. Por más que pasen unos años y me divorcie de quien será mi esposa, ¿qué le voy a decir a mis padres cuando te presente a ellos con un niño pequeño en tus brazos?, ¿que me enamoré de una madre soltera? No, Yumei, ese niño no va a nacer. Luego podremos tener otros hijos, pero este no. Yumei retrocedía al no ser capaz de reconocer al amoroso, tierno y sensible Aki del cual se había enamorado. La decepción se sumaba a los motivos que tenía para llorar a mares en ese momento en el cual acababan de romperle el corazón no porque quien amaba se tuviera que casar con otra, sino porque no quería al hijo que esperaba y era de él. - ¿Eso es lo único que dirás? ¿No quieres meditarlo y tomar una decisión tras reflexionar la situación? –preguntó Yumei con la esperanza de que Aki se retracte de lo que acababa de decir. - Voy a llamar al hermano mayor de un amigo de la escuela que es ginecólogo. Él nos puede ayudar a deshacernos del bebé. Abortar es legal cuando la pareja en conjunto está de acuerdo con hacer el procedimiento, así que no estamos cayendo en un delito. Dame unos segundos para hablar con el médico –mientras Aki hablaba con el hermano de su amigo, ella lloraba y en su mente se estaba despidiendo de él, ya que, ante la reacción que tuvo, ella ya había tomado una decisión que no pretendía ceder-. Listo, el médico nos espera al mediodía de mañana para conversar con él. Nosotros nos encontraremos aquí una hora antes. Te va a auscultar, hacer un ultrasonido para ver cómo está el feto y según eso determinar el modo por el que se hará el aborto –Aki intentó acercarse a ella, pero Yumei dio dos pasos hacia atrás y evitó que la tocara. Él no quiso insistir, ya que entendía que para ella no era fácil aceptar lo del aborto-. No tengas miedo, Yumei, solucionaremos esto, y después de tres años me divorciaré y te haré mi esposa. Te prometo que tendremos más hijos, muchos más que llenarán la casa que soñamos juntos comprar. Te haré tan feliz que ni lo recordarás cuando veas correr y reír a los demás que procrearemos juntos. Sin decir más, Yumei tomó su bolso y se disponía a salir del apartamento. Aki se volteó a contestar una llamada que le hacía su madre sobre el traje que vestiría para la cena de esa noche, por lo que no vio cuando su amada dejó las llaves del apartamento que se había convertido en su nido de amor sobre la encimera de la cocina de diseño abierto. Al día siguiente Aki llegó a las 11 am al apartamento y esperó a Yumei. Los minutos transcurrieron y ella no apareció. Había pasado media hora esperándola cuando decidió llamarla para saber en dónde estaba, pero al marcar el número de la joven este lo llevó a un mensaje en el que le informaban que el número al que intentaba comunicarse no existía. Empezó a intentar contactarse con ella por otros medios: mensaje de texto, r************* , pero todos le decían que el número no existía o que el usuario estaba suspendido. Empezaba a creer que Yumei se estaba escondiendo para no ir al ginecólogo y evitar el aborto, idea que lo aturdió y lo llevó a la cocina por un vaso de agua, encontrando las llaves de la joven sobre la encimera. Ahí supo que ella nunca llegaría para asistir a la cita con su amigo médico, así que salió corriendo del apartamento hacia el edificio donde ella rentaba un pequeño espacio de vivienda. Aki golpeó por más de quince minutos la puerta del lugar donde vivía Yumei, pero nadie respondió a su llamado. Por la bulla que hizo unos vecinos avisaron al arrendatario sobre el joven guapo y bien vestido que no dejaba de azotar con sus puños la puerta de la vivienda que la joven solitaria rentaba. El dueño del edificio llegó a donde estaba Aki y le pidió que dejara de hacer ruido intentando llamar la atención de alguien que ya no estaba en esa propiedad. El joven Fukuda le pidió que se explique y el arrendatario le informó que ayer por la noche Yumei le devolvió las llaves del pequeño apartamento que alquilaba y le indicó que no era necesario que le devolviera lo que quedaba del mes que ya había pagado. Aki le pidió al propietario del lugar que abriera la puerta para buscar algo que de seguro ella había dejado ahí para él, ya que no le había comunicado sobre su decisión de mudarse. El hombre abrió el pequeño apartamento y Aki entró al lugar con desesperación, abriendo cada puerta que se encontraba en su camino, esperando hallar a la joven que amaba para que le regalara su bonita sonrisa. Detrás de ninguna la encontró, en el lugar solo había una pila de cajas con las cosas de Yumei, pero no iba a regresar por ellas, ya que todas estaban rotuladas bajo las indicaciones de que eran artículos para ser donados o que debían ser tirados a la basura. Abriendo una de las cajas que se indicaban que su contenido debía terminar en la basura, encontró un álbum de fotos de ellos. La joven había llevado el progreso de la relación de manera gráfica, desde una foto de él en solitario, mirando con sorpresa a la cámara porque ella lo había captado sin que lo advirtiera, hasta la última en la que ambos salían juntos abrazados, una que fue tomada dos días antes de ayer, cuando le reveló lo de su matrimonio pactado y resolvió que ella debía abortar. Entre las fotos había una que él había tomado cuando se escaparon hacia una de las playas de Nagoya, en donde la Familia Fukuda tenía una propiedad, alegando que se sentía estresado y que iría a visitar a la familia de su tía Hanae, hermana menor de su padre, cosa que sí hizo, pero por solo una hora, ya que después se dedicó a disfrutar de momentos junto a Yumei. La fotografía era una de tantas que había captado en donde se veía el mar detrás de la joven, ella sonreía con una intensa mirada que expresaba el amor que sentía por él, con el cabello suelto y moviéndose en libertad por el viento que soplaba esa tarde. Aki besó la foto sin que el arrendatario lo viera y se la guardó en el bolsillo interior de su saco. Después salió de ese pequeño apartamento indicando que había encontrado lo que buscaba, yéndose sin voltear porque quería olvidar el camino que llevaba a donde ella vivió, ya que entendió que su amada Yumei se había ido para no volver nunca más.
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