Narra Sebastian Le di media hora para que se calmara. Pero si estaba siendo completamente honesto, necesitaba ese tiempo más que ella para recuperar el control de mi cuerpo. Una vez que dominé mis impulsos, la llamé de nuevo a mi oficina. Ella se sentó ansiosamente frente a mi escritorio con un bolígrafo y una libreta, y yo ocupé mi mente con cálculos aleatorios para evitar que se concentrara en su voluptuoso cuerpo. —Por hoy, familiarízate con el manual del empleado. —Ya terminé de leerlo. Imposible. Maldita sea. —Sólo ha pasado media hora. —Lo leí durante el fin de semana cuando Recursos Humanos me lo envió por correo electrónico. ¿Que más deberia hacer?–preguntó con una expresión ansiosa en su rostro. Tenía un montón de libros con los que normalmente bombardeaba a los nuevos pa