Decido llamar a Rubén, para que me proporcione más información de la investigación. La policía ha querido meter sus narices e insisten en hacernos preguntas, cosa que he refutado, no quiero que Lauren pase por malos momentos y vea que ellos fallen en revolver el caso.
─Señor, necesito enseñarle algo─ anuncia Rubén cuando traspasa las puertas de la oficina.
Le hago un ademán para que se siente. Y en su regazo observo nuevamente una carpeta negra.
─¿Qué sucede?─ Inquiero sin dejar la mirada de ese objeto.
Él acerca la carpeta a mí. La tomo, observando su contenido. Aparecen en ella, las fotos del idiota de Estefan Marques, caminado, y en diferentes lugares. Mi entrecejo se arruga por el desconcierto.
─¿A qué se debe la investigación de este tipo?─ Pregunto con desdén.
─Él aparece como sospechoso de un asesinato, realizado hace cinco años atrás. El caso quedó inconcluso y a él se dictó inocente, por falta de pruebas… que la señorita Lauren no tenga conocimiento sobre esto, es muy alarmante─ su declaración me deja atónito.
─Sé que debe de estar intrigado sobre el caso. Ahí en la carpeta está toda la información, puede leerla y sacar sus propias dudas. En cuanto a que lo tendré vigilado, que no le quede duda de eso. La cercanía repentina que tiene con Lauren es muy sospechosa─ acota, dejando su mirada atenta en mí.
Asiento con la cabeza, agradeciéndole por su trabajo.
─Señor, tengo claro que la chica que fue asesinada esa noche del evento, fue pareja de baile del señor Marques. Y él no fue relacionado, temo decirle. Que él está más protegido de lo que pensábamos, tiene un aquelarre en la policía y tal vez en el SEBIN, tuve suerte de conseguir sus registros y antecedentes… no quiero pensar que no correremos más con esa suerte─ su voz suena más severa de lo normal al hablar.
Rubén sale de la oficina, dejándome a solas con la carpeta llena de pocas pruebas incriminatorias hacia el imbécil de Estefan. Me acomodo nuevamente en el asiento, tomando en mis manos la carpeta, para revisarla con detenimiento. Una foto en particular llama mi atención… él aparece caminando hacia una tienda, luego, aparece en la zona de mi edificio, se detienen en la entrada y… Nadia aparece, le saluda y en su rostro se demuestra nerviosa.
Todo lo que veo altera aún más mi desconcierto. ¿Qué hacen ellos dos hablando? Inquiero rápidamente, para indagar en el relato de su caso.
Por lo que leo, la chica fue hallada sin vida en la tina, sin rastros de forcejeo, solo aparece ahogamiento. Y el único sospecho es su pareja que la encontró horas después cuando regresaba de trabajar… la autopsia no fue revelada.
Me sobresalto cuando escucho la puerta de la entrada abrirse. Cierro la carpeta con velocidad, metiéndola en el cajón del escritorio. Me propongo a caminar hacia la entrada de la casa, pero, una figura se interpone en mi camino.
Los ojos azules de Nadia escanean mi cuerpo, mientras en sus labios se forma una sonrisa gatuna.
─¿Qué haces tú aquí?─ Pregunto tajante.
─He venido a traerte los últimos planos del edificio. No te alteres─ responde, mostrándome el tubo porta planos con las láminas.
─Gracias, pero preferiría hablar de trabajo contigo en horas de trabajo y no en mi casa, donde no eres bienvenida─ expreso, dirigiéndome hacia la puerta, para abrirla y que ella salga.
─No entiendo por qué te pones así conmigo, Kilian yo…
Su mano se acerca a mí, para tocarme, la detengo antes de que llegue a su cometido.
─Tú, ya te vas─ le reitero, mirándola con gravedad.
Su mirada viaja detrás de mí, llamando mi atención, la sonrisa que ha puesto.
Giro mi rostro, encontrándome con los ojos que me llevan a colgarme de hilo… Lauren.
Se encuentra en una posición firme, con los brazos cruzados y con una expresión de que hoy será el último día de mis bolas.
─Lauren…
Ella termina de pasar, apartando a un lado a Nadia, que no deja de sonreír.
Camina hacia las escaleras, subiendo con rapidez. Me quedo observando su figura, como si no hubiera mañana. ¿Y ahora qué? Me pregunto, sabiendo que la tormenta ahora viene peor.
─Vete. Ahora, Nadia. ─ Le ordeno en insistencia.
─¿Por qué, acaso ella me golpeará? Sí, claro… Te tengo que dejar algo claro, Kilian. Tú me gustas, y mucho, y cuando algo me gusta, hago lo imposible para que sea mío…Tú…─ hace una pausa dando un paso hacia mí, resonando sus tacones─… serás mío─ agrega, saboreando sus palabras estúpidas.
Suelto una carcajada en su cara.
─Sí, muy lindo eso que acabas decir. Pero ni volviendo a nacer, Nadia. Y vete. Porque, sí, Lauren es capaz de muchas cosas y tengo flojera de ver cómo te asesina─ le advierto, dándole otra oportunidad para que salga.
Ella sigue de pie, al frente de mí. Dudando sobre lo que le he dicho.
Súbitamente, unos tacones de aguja resuenan bajando las escaleras. Lauren se encuentra con un bate acero apoyado en su hombro, mientras baja como una Diosa a punto de hacerme caer en el abismo.
─Voy a contar hasta… no, no voy a contar. ¡Vete de mí puta vista, arrastrada!─ Exclama Lauren, sobresaltándome. Su temperamento siempre me ha excitado, es algo que no puedo negar.
Termina de llegar al último escalón, haciendo que Nadie suelte una risa nerviosa. Me mira en busca de ayuda.
─¿Es en serio?─ Se pregunta atónita.
Levanto los hombros mientras en mis comisuras se pronuncia una sonrisa satisfactoria.
─Te advertí─ acoto con gracia.
Lauren levanta el bate, estrellándolo contra un jarrón. Estrepitándolo en pedazos en el suelo. Haciendo que Nadia, salga corriendo en un salto. Detengo a Lauren cuando hace ademán de cruzar la puerta y perseguirla. Cerrando la puerta con ella enfrente de mí.
La tomo de la cadera y de un empujón, la levanto en mis brazos, ella se queja, pero una nalgada hace que suelte una risa enloquecedora de mis sentidos.
Termino de subir las escaleras con ella moviéndose en mis brazos, cuando cruzo el umbral de la puerta de la habitación, la luz del día alumbran el lugar, haciendo que fije mi objetivo en la cama de sábanas blancas. Coloco a Lauren en la cama, sosteniendo sus brazos encima de su cabeza y apartando el bate que permanecía con ella.
─¡Suéltame, que la mato!─ Grita en un gruñido, retorciéndose debajo de mí.
─No dudo de eso, amor─ pronuncio con una sonrisa.
Acerco mis labios a su cuello, besándolo, provocando que su piel reaccione a mi acción.
Aparto mi rostro de su cuello, para admirarla. Sus ojos chocan con los míos, encontrándose brillantes y sublimes con mi observación. Esbozo una sonrisa, al sentir la felicidad invadir mi cuerpo. Bajo, soltando sus manos, para llegar a la altura de su vientre.
Siento sus dedos enredarse en mi cabello, haciendo movimientos suaves que calman hasta el más enfurecido demonio.
Pego mis labios de su vientre, justo en la curvatura que se forma, tomando con mis manos su cadera.
─Soy muy feliz─ susurro en su vientre. Hablándole a aquella personita que se forma dentro de la persona a quien más amo en este mundo.
─¿Eres feliz? ¿En serio dices eso después de lo que acaba de ocurrir?─ Inquiere Lauren, de manera confusa.
─Sí, totalmente feliz─ afirmo con peso.
─Acabo de casi matar a batazos a alguien por puro ataque de celos o lo que sea que haya sido eso, ¿seguro estás bien? A veces dudo de tú estabilidad mental─ acota con fluidez.
─¿Y? Amo a esa loca, amo sus acciones, su manera de ser… todo. Y me hace feliz ver cómo eres, no eres como nadie, eres única y tengo la suerte de que sea así─ digo, dándole pequeños besos en el vientre.
─Kilian, realmente estás mal de la cabeza─ suelta, sonriéndome.
Me levanto, arrastrándome encima de ella, hasta llegar a sus labios. Acuno su rostro, para acariciar sus mejillas.
─Te amo, loca─ murmuro cerca de sus labios.
Lauren suelta una carcajada.
─¿Cómo que loca?─ Pregunta ofendida al cabo de unos segundos.
─Loca las nalg…
Evito sus prontas palabras, besándola con pasión acumulada. Con ganas y deseo de tenerla junto a mí, todo lo que nos resta de vida.
Los días pasan con gran premura convirtiéndose en tres meses, una barriga algo abultada de Lauren, junto a sus antojos de media noche y con aún la duda de sobre cuál fue la razón del asesinato de esa noche fatídica. Rubén no ha dejado de investigar y de tener sus ojos encima de nosotros, con nuevo personal de seguridad alrededor de nuestra casa, todo se ha convertido en unos meses acontecidos.
Termino de estirarme en la cama, viendo cómo Lauren se termina de vestir, mis ojos no dejan de amar lo hermosa que se ve cada día, aunque ella se niegue a pensar lo mismo.
─¿Irás a la empresa?─ Le inquiero mientras me coloco en posición de indio, estrujando mis ojos como un niño apenas despierto.
─No, hoy no me apetece y mucho menos encontrarme a la peli teñida esa─ farfulla en respuesta.
─¿Y a dónde piensas ir? Sabes que tienes que ir acompañada, no quiere reniegos otra vez─ le advierto.
Sus ojos viajan hacia mí, despegándose de la observación de ella en el espejo cuerpo completo de la habitación.
─Tú irás conmigo─ acota.