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Deséame

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NO LEER ANTES DE "Bésame" La tormenta está consciente de lo que provoca, es una destructora que necesita que la deseen. Lauren comienza a sentir que su vida se torna rutinaria luego de cinco años difíciles para su matrimonio, ella dará todo de sí para volver a sentir lo de antes, cómo él la tocaba, miraba, besaba y sobre todo, sentirse deseada.

¿Podrá la tormenta encontrar el clamor de sus sentidos con el deseo anhelado de su huracán?

No todo es un cuento de hadas, mucho menos un matrimonio con gustos particulares a la hora de dejar fluir los sentidos.

Déjate envolver por las emociones de esta última entrega de la saga “sentidos” donde el deseo es el principio y final de estos destructores.

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Capítulo 01 | El comienzo del infierno |
Como todo infierno, tiene su comienzo. ¿Este será el nuestro? Mis pensamientos no dejan de dar vueltas en mi cabeza. De repente, Nadia aparece en mi camino. Hago un traspié, evitando que se dé cuenta de lo que acaba de ocurrir. Veo detrás de ella, y la figura ha desaparecido nuevamente. Suelto una bocanada de aire. No seguiré tomando. Me ordeno mentalmente. ─¿Qué quieres?─ Le inquiero a Nadia quien sonríe al frente de mí. ─Bailar, ven. Tú esposa está bien acompañada─ propone, tomando mi mano que quito del agarre con desdén. ─No, gracias─ me niego, volviendo a mi asiento en la barra. Ella se pega como chicle. ─Podemos recordar lo que hacíamos antes─ me murmura muy cerca. El desagrado me invade. ─Es mejor que te alejes antes de que mande a que te saquen de este lugar─ le advierto tomando con fuerza la mano de ella que insistían en tocarme. ─Aléjate de mi esposo─ ordena aquella voz  dueño de mis sentidos. Giro mi rostro, viendo sus ojos oscuros en Nadia. Suelto su mano, para que ella la aleje de mí  presencia. Lauren me toma de la mano, jalándome para que me levante y me coloque a su lado. Estefan me mira con odio, un odio con el cual puedo vivir feliz. Es un idiota. Pienso, esbozando una sonrisa. Mientras me dejo llevar por una molesta y ardiente Lauren. Ella me sorprende en desmedida, enamorándome cada vez más. En mi mente pasan mil preguntas sobre: ¿A dónde me lleva?, ¿qué quiere hacer conmigo que yo no quisiera? Haría todo lo que ella se propusiera a hacerme, ya es muy tarde para echarme atrás cuando ya mi alma le pertenece, danzando en la palma de su mano con una comodidad desmedida. Esbozo una sonrisa, observando el cabello espeso y oscuro de Lauren menearse con su caminar apurado. Me dirige hacia una puerta blanca, que abre rápidamente, introduciéndonos en ella. Mis ojos captan la oscuridad cuando ella cierra la puerta detrás de mí. No puedo ver nada a mí alrededor, me desespero al no verla y al no sentirla. ─¿Lauren, me vas a asesinar, en serio?─ Pregunto sarcástico ante la falta de respuesta de su parte. Una risa sutil y pecaminosa resuena en lo que parece ser un espacio pequeño. Aquella risa puede dominarme sin piedad. ─Solo, finalmente cumpliré todas mi amenazas─ canturrea, su voz suena tan cerca. Levanto mis brazos para poder tratar de tropezar con su figura. Mis manos palpan su trasero. ─Oh─ suelto, sonriendo con victoria.  ─Quita tus manos de ahí, pervertido─ exclama ella, imitando molestia. La empujo hacía mí, pegando su cuerpo del mío. La oscuridad nos rodea pero la cercanía de nuestros cuerpos es suficiente para estar a gusto. Levanto mi mano hacia su cuello, deslizándolo, dándole a mi tacto un recorrido exquisito de la piel que tanto anhela. ─¿Qué amenazas?─ Inquiero en sus labios, que he encontrado con afinidad. ─Descúbrelas por ti mismo─ susurra suave, de manera demoledora para aquellas sensaciones que ella causa en mí. Sus manos me apartan, de un empujón. Trato de ver pero es imposible, es un cuarto oscuro, en su totalidad. Me desespero al no poder encontrar nuevamente su temperatura cerca de mí. Me quedo inerte, esperando a que un ruido de su parte me diga su ubicación. Súbitamente, sus manos rozan mis hombros, enviándome una corriente intermitente. Sus manos se deslizan, bajando hasta mi cintura y pasando hacia adelante para palpar mi vientre. Siento cómo sus dedos juegan con los botones de mi camisa. Saboreo mis labios al darme cuenta de que amo sus acciones y la forma en que me enloquece. Desabotona la camisa, tocando mi piel desnuda. Baja hasta mi cremallera; bajándola. Mi respiración se acelera, dejando salir largos y pesados suspiros, mientras que mi sangre se calienta y su flujo, comienza a recorrer otra zona de mi cuerpo que la necesita en desmedida. Mi corazón bombea con entusiasmo al sentir sus manos sobre mi sexo, rozándolo, jugando con él; jugando conmigo. ─Lauren… ─ jadeo, cuando ella aprieta con fuerza y toma mi pelo con su otra mano para lleva mi cabeza hacia atrás de un jalón.  Mi sexo está viril y preparado para sentirla con desespero. ─No hables─ ordena en mi oído, lamiendo el lóbulo de mi oreja. La tormenta está en su pleno apogeo.  Detengo su mano, cuando ya mi cordura está por ser dada de alta. Me doy la vuelta, imaginando su rostro, tal y como mi mente le obsesiona. Sus labios se encuentran con los míos, sedientos. Los tomo para clamar esa sed. La levanto, empujándola hacia lo que parece ser un estante que tumbó al suelo varias cosas cuando el cuerpo de Lauren se estrepitó en él. Esbozo una sonrisa al igual que ella. ─¿Eso querías, castigarme? No amor… mi deseo por ti es demasiado fuerte como para soportar no tocarte ni verte─ digo en sus labios, procediendo a levantar su vestido.  Ella gime en mi boca, cuando mis manos palpan su centro, encontrándome con su deseo en la punta máxima. Me coloco en medio, golpeando mi pelvis con la cara interna de sus muslos suaves. Aprieto su trasero, para terminar de atraerla a mí. Cuando mi centro toca su sexo, la bestia doma mi ser. Embistiéndola sin piedad, oyendo cómo reprime sus gemidos en medio del beso, mordiéndome y jalando fuerte de mi cabello. Somos dos destructores en busca de calma.  Termino de abotonarme la camisa, mientras Lauren ríe luego de encender la luz del pequeño cuarto de servicio donde los productos de limpieza fueron espectadores de nuestra locura. ─Eres una pervertida. Traerme aquí, para abusar de mí ¿Con quién me he casado?─ Digo con gracia. Ella tuerce los ojos dándole una apariencia juvenil ─Y tú muy feliz por ser abusado─ dice, acercándose a mí de manera sensual. Posa sus manos en mi corbata, acomodándola. Sus ojos no se despegan de los míos, un café pasional es lo que se impregna en los míos.  ─Si es por ti… me encantaría ser abusado siempre, más bien ¡Amo ser abusado!─ Expreso emocionado. Ella me sisea rápidamente. ─Las personas pueden oírnos─ me susurra, llamando mi atención. Levanto una ceja de manera sugestiva. ─O ya nos oyeron─ murmuro con provocación. Su palma golpea mi pecho. Provocándome una carcajada por la expresión de su rostro. Puedo jurar que se ha sonrojado como una adolescente. Nunca olvidaré esto. ─Deja de mirarme así. Mejor salgamos ya. Yo primero y tú cuentas hasta veinte y sales ¿Vale?─Propone, asiento arrastrando la sonrisa que me ha dejado.  Cuando ella toma la perilla de la puerta, la sostengo, dándole la vuelta para plasmar mis labios en los de ella. ─Para el camino─ digo en sus labios. Lauren levanta sus comisuras. Dándose la vuelta para proponerse a salir. De repente, un sonido estruendoso nos sobresalta en desmedida. Tomo el cuerpo de Lauren, abrazándola a mí, protegiéndola, evitando que salga. La sostengo con demasiada fuerza, sin darme cuenta que podría estar haciéndole daño. Sus manos se encuentran encima de su vientre, como si quisiera abrazar y proteger lo que se encuentra creciendo dentro de ella. Observo su rostro asustado. Escuchamos cómo una manada de gritos y pisadas resuenan en nuestro pequeño cuarto de limpieza. Que hace poco era nuestro nido y ahora nuestra protección. ─¿Eso ha sido un disparo, Kilian? Tenemos que salir… podría haber un herido, yo…─habla Lauren, de manera nerviosa. Detengo sus palabras con mis manos acunando su rostro. Insistiéndole con mi mirada, que me vale mierda los demás, y que solo me importa lo que estoy viendo. Solo que mis palabras no son expresadas para no sonar pedante y egoísta.  ─Espera─ le digo, tratando de que permanezca conmigo. Tomo mi celular marcándole a Rubén.  ─¿Dónde están?─ Pregunta al tomar la llamada, de manera ofuscada. ─Estamos bien, Rubén. ¿Qué ha sido eso?─ Pregunto sintiendo la mirada insistente de Lauren. ─Tiene que ver esto por usted mismo, es una locura. Pero primero quiero ponerlos seguros, es mejor que nos vayamos de este lugar─ dice, tomando las mis indicaciones del lugar donde nos resguardamos.  Esperamos abrazados, a Rubén, mientras las voces y sirenas nos atormentan en desmedida.  La puerta de manera súbita se abre, haciendo que el ruido se intensifique. Rubén nos observa de arriba abajo, examinando nuestro estado. ─Vamos, los tengo que sacar de aquí inmediatamente─ informa,  sostengo a Lauren a mi lado, mientras Rubén nos guía apuntando con su arma, protegiéndonos de algo que es desconocido para nosotros. Miramos en dirección a donde los paramédicos y oficiales se encuentran, mientras algunas personas lloran y se desesperan. No entendemos qué ha sucedido en un milisegundo cuando todo estaba bien o eso pensábamos.  Mis pupilas se disparan cuando vislumbro el cuerpo de una chica tirada en el suelo, creando un charco de sangre. Puedo ver su vestido y el gran parecido que tiene hacía Lauren en esta noche… su cabello, el color de su vestido, su contextura. Todo me lleva a un sentimiento de temor. Aprieto a Lauren más a mí, para darme cuenta que esa chica tan parecida a mi esposa, no es Lauren. Lauren no deja de mirarla. Cuando un paramédico la cubre con una manta blanca ante la presencia observadora de todos.  Rubén nos lleva con rapidez a la salida, donde se encuentran una gran aglomeración de personas de los medios de comunicación, lanzándonos preguntas sobre lo sucedido. Protejo con mi cuerpo a Lauren, evitando que la toquen y la atormente aún más. Nos introducimos con velocidad en el auto que Rubén ha llamado y el auto arranca con la misma rapidez. Sostengo la mano de Lauren, que aprieta la mía con desespero. No entiendo qué ha sucedido. Necesito explicaciones. Es lo que invade mi mente en estos momentos, donde lo único que me importa es que lo que ha sucedido no tenga nada que ver con el bienestar de lo que es más importante para mí, Lauren. Luego de tener una larga noche, y tratar de que Lauren duerma. Me levanto, para bajar hacia la oficina de la casa y hablar con Rubén. Quien me trae noticias que revelarán lo de anoche. ─Siéntate─ le invito, señalándole la silla al frente del escritorio.  Él lo hace al cabo de unos segundos. ─¿Quieres café?─ Le pregunto, llenándome una taza. Él niega con la cabeza.  En sus manos observo una carpeta de color n***o que llama mi atención. Me acomodo en la silla detrás del escritorio, esperando a que él hable. ─Señor, lo que le voy a enseñar es algo muy extraño─ informa de manera seria. Frunzo el ceño por su tono severo. ─Muéstrame─ le ordeno. Él desliza la carpeta por el escritorio, llegando a mi distancia. La abro para ver unas fotografías perturbadoras. ─¿De qué se trata esto?─ Inquiero tajante. ─¿Detalló a la chica?─ Pregunta para hacerme indagar con curiosidad. Asiento con duda. ─Se parece a Lauren─ acoto en conclusión. ─Sí, y la vestimenta de ese día era muy parecida… esto no es algún juego de la casualidad. Esto fue acomodado y realizado con un motivo muy directo. Bajo mi mirada, observando nuevamente las fotos. Las muevo viendo un registro con la foto de la chica. Indicando toda la información de ella. ─Esto es una amenaza. Lo que le hicieron a esa chica es lo que quizás quisieron hacerle a Lauren, o quieren─ sus palabras me alarman.  ─¿Por qué?─ Pregunto ante las dudas. ─El disparador provino de una distancia segura, el personaje que le disparó a esa chica fue atrapado,  ella pertenecía a un complejo importante de empresarios, era imposible que fuera una simple carnada con conocimiento, a ella la usaron;  la vestimenta y el peinado junto a su ubicación simplemente, fueron planeados para que ella tuviera ese final en modo de mensaje… El sujeto que disparó no sabe quiénes lo contrataron, fue todo de manera anónima al igual que todos los involucrados… todos fueron utilizados como títeres. Esto es algo macabro, señor. ─ Mis manos cierran de golpe la carpeta.  Aprieto mis manos en empuñaduras antes los pensamientos aglomerados en forma frustrada. ─Aumenta la vigilancia, no sé de qué trata todo este teatro. Pero no quiero que Lauren peligre. Sigue investigando y mantenme informado. Buen trabajo, Rubén─  anuncio. Él se levanta al mismo instante que yo.  ─Señor… pensé que todo esto se había acabo, pero, tengo un mal presentimiento─ añade, llamando mi atención. Le doy mi mirada inquisidora. ─¿A qué te refieres? ─Este desastre es aún peor que Sara y su hermana. Ellos no dudan en cuanto a hacerle daño a alguien o asesinar por placer propio… no sabemos sus motivos. Tenga mucho cuidado, señor─ me advierte. Asiento la cabeza, tratando de procesar todo. Abandonamos la oficina, y despacho a Rubén hacia la salida. Regreso caminando a la cocina, para vislumbrar la figura de mi mujer, vestida  con una camisa mía y unos pantalones de pijama. Sostiene una taza de café mientras prepara la mezcla de unos panqueques. Me acerco a ella, sus ojos me atrapan en medio del camino. ─Hola, esposa─ saludo, esbozándole una sonrisa. Ella me mira con preocupación, dándome a entender que no ha dejado de pensar en el episodio trágico de ayer. Llego a ella, colocando mi mano en su cadera. Y con la otra sostengo su taza de café, para tomar de ella. ─¿Quieres salir hoy, quizás ir al cine o a una cena?─ Le pregunto, tratando de cambiar el tema que yace en su mente y en la mía. Lauren saborea sus labios, incitándome. Deja la mezcla a un lado, dándome su atención. Sus ojos marrones hoy brillan con una tonalidad verdusca. Joder, son tan mágicos. ─Pensé que me querías encerrar aquí, de por vida─ acota, con un tono sarcástico. Arrugo el ceño ante su declaración. ─¿Por qué lo dices, Lauren?─ Me inclino apoyándome de la isla. ─Por el simple hecho de que si pasa algo trágico tú te pones súper protector y ni me dejas respirar aire libre… créeme, yo también tengo miedo de que te pase algo malo, mis pensamientos me están matando, me volveré loca─ su aclaración me hace soltar un suspiro. Me termino de acercar a ella, acunando su rostro, apoyo mí frente a la suya. Para que nuestras miradas se conecten.  ─Lo siento ¿sí? No volveré a actuar de esa manera, solo, que me preocupo por ti. Y ahora mi preocupación es doble… tenemos que cuidar de alguien, amor. Podría hacer cualquier cosa por el bienestar de ustedes, cualquier cosa─ insisto, tratando de que ella entienda mi preocupación. Desvía su mirada, soltando un suspiro.  ─¿Esto no ha terminado, cierto?─ Inquiere, refiriéndose a lo que ocurrió con Sara. Meneo mi cabeza en negativa. ─Pero, ya acabará. No permitiré que esto llegue tan lejos. No esta vez─ prometo. Mirando con amor esos ojos que me llevan al abismo. ─Prométeme algo, Kilian, y esto es en serio─ acota con seriedad en su voz. ─Dime. Sus manos acarician mi nuca, jugando con mis cabellos. ─Prométeme que no te pondrás en peligro por mi… prométemelo─ insiste, acercándose aún más. ─Lauren… ─Prométemelo, Kilian. Me quedo viendo su rostro, grabándolo. Sé que no cumpliré esta promesa. ─Lo prometo─ afirmo. Ella se queda unos segundo mirándome, descifrando mi interior. Se termina de acercar a mí, domándome con sus labios, haciéndome sentir seguro y que todo lo que está ocurriendo es un simple grano de arena que se esfumará con una tormenta.   Los días pasan con una premura extraña, Lauren solo ha salido de la casa en ocasiones necesarias; revisiones con el doctor, reuniones  de urgencia, siempre en compañía. No le agradó mucho la idea de que tuviera nuevamente seguridad personal. Pero, la chica que he contratado me da la sensación de que está protegida. Camino por la oficina manteniendo una llamada de negocios. Mis pupilas se levantan al sentir la presencia de Lauren entrar por las puertas de madera y llamar toda la atención con su figura. Me esboza una sonrisa indicándome que esperará a que termine mi llamada.  ─Sí. Tenemos que ponernos de acuerdo con la publicidad de ese nuevo café de caramelo. Sí, vale─ hablo por el teléfono, y observando cómo Lauren camina por la oficina observando las fotografías, meneándose ante mí. Ella podría volverme loco en un chasquido de dedos, pienso, con ganas de colgar la llamada y tomarla en mis brazos. ─Tengo que colgar, atenderé un asunto con mi esposa─ digo, colgando la llamada. Lauren se da la vuelta, mientras camino hacia ella. La tomo en mis brazos y la beso, con pasión acumulada. ─¿Este era el asunto?─Pregunta en mis labios, acariciando mi nuca.  Asiento saboreando mis labios, el dulce sabor que dejaron los suyos. Me doy cuenta de su vestimenta y frunzo el ceño ante su pronta acción. ─¿A dónde vas?─ Inquiero curioso. Sus pupilas viajan por mi rostro. ─Me encontraré con Valentina, comeremos pastel o alguna otra cosa… está un poco preocupada luego de que supo lo que ocurrió en el evento─ explica, sin detener sus deleitantes dedos acariciándome. Ella sabe cómo domar esta bestia disfrazada de huracán.   ─Irás con Danna, sin objeciones─ afirmo, sin esperar negativa de ella. Lauren coloca los ojos en blanco demostrándome molestia. ─Tienes suerte de que ella sea gay, y me caiga bien. De lo contrario me hubiera molestado el que tú la contrataras.─ Espeta en forma de queja.  Suelto una carcajada por lo dicho. ─Eres una esposa celosa sin remedio─ expreso con gracia mientras mi sonrisa no se esfuma. Ella jala de mi cabello de manera repentina. ─No me hagas poner celosa, que soy buena por las buenas y soy mala por las malas─ amenaza de manera seductora.  Paso mi lengua por sus labios, queriendo fundirme en ellos. ─Soy tuyo─ murmuro. Lauren suelta una sutil sonrisa. Apartándose de mí. ─Me alegro que lo tengas claro. Te veo al rato, amor. Compórtate─ habla, lanzándome un beso al aire. Antes de que ella salga, la sostengo del brazo, devolviendo su cuerpo al mío. Tomo sus labios con posesión, plasmando su sabor en los míos.  ─Ahora sí te puedes ir─ digo en sus labios, sintiendo la respiración acelerada de ella. Aprieta sus labios, frustrados, queriendo más. Levanto mis comisuras, sabiendo que cuando ella regrese, tendré muchas ganas de tomar toda esa frustración de ella. ─Te odio─ murmura, tomando su bolso. ─Yo también te amo─ reafirmo con la sonrisa en mi rostro. 

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