En esos días, la comida ni siquiera tuvo cabida para la princesa. Como ya lo había mencionado antes, no abrió sus puertas ante nada ni nadie.
Yo ni siquiera la llamaba, ella sabía que estaba allí afuera. Si quería hablar simplemente abriría la puerta. A veces, sólo necesitas eso. Estar a solas para encontrarte e intentar darle un significado a todo lo que te sucede. Aunque la verdad, eso de poco sirve. Al menos cuando sólo cuentas con nueve años de experiencia en esta vida.
Veía tanto de mí en ella que sentí que se derrumbaba mi mundo dos veces. Me resultaba extraño que resurgieran dentro de mí ésa clase de sentimientos en momentos como esos. Deseé ser de más utilidad. Y mientras esperaba fuera de la habitación, en las escaleras que daban al jardín privado de la Princesa, Melly notó que
