Capítulo 2
Las siguientes tres semanas pasan volando. Celebro mi decimoctavo cumpleaños, estudio para los exámenes finales, salgo con Leah y mi otra amiga, Jennie, voy a los partidos de fútbol para ver jugar a Jake y me preparo para la graduación.
Intento no volver a pensar en el incidente del club porque cuando lo hago me siento cobarde. ¿Por qué hui? Julian apenas me había tocado.
No entiendo mi extraña forma de reaccionar. Me había excitado, aunque de forma absurda también me había asustado.
Ahora las noches son inquietas. En lugar de soñar con Jake, me despierto excitada, molesta y con una sensación palpitante entre las piernas. En mis sueños se cuelan imágenes sexuales y oscuras, pensamientos que nunca antes había tenido. Y muchos de ellos tienen que ver con Julian haciéndome cosas mientras yo permanezco inmóvil.
A veces creo que me estoy volviendo loca.
Aparto de mi mente esos pensamientos inquietantes y me concentro en vestirme. Hoy es mi graduación y estoy emocionada. Leah, Jennie y yo tenemos grandes planes para cuando acabe la ceremonia. Jake va a dar una fiesta en su casa para celebrar la graduación. Será el momento perfecto para poder hablar con él por fin.
Llevo un vestido n***o bajo la toga azul de graduación. Es simple, pero resalta mis suaves curvas y me sienta bien. También me he puesto zapatos de tacón de unos diez centímetros. Es un poco exagerado para la ceremonia de graduación, pero necesito parecer más alta.
Mis padres me llevan al instituto. Este verano espero ahorrar un poco y así poder comprarme un coche nuevo para ir a la universidad. Voy a quedarme en una universidad cercana porque es lo más barato, de modo que voy a seguir viviendo con mis padres.
No me importa. Son simpáticos y nos llevamos bien. Me dan bastante libertad, seguramente porque piensan que soy una buena chica, que nunca me meto en problemas. Y por lo general es cierto, más allá de los carnés falsos, las contadas salidas a las discotecas, y a pesar de aquella vez que casi vomito en una fiesta, llevo una vida de lo más tranquila. No bebo mucho, no fumo ni me drogo.
Llegamos y encuentro a Leah. Esperamos en fila con paciencia a que nos llamen. Es un día de junio perfecto; no hace ni demasiado calor ni demasiado frío.
Primero llaman a Leah. Tiene suerte de que su apellido empiece por A. Mi apellido es Leston, y eso me hace esperar otros treinta minutos. Pero por suerte solo hay unas cien personas en mi curso. Una de las ventajas de vivir en una ciudad pequeña.
Me llaman y voy a recoger el título. Mirando a la gente, sonrío y saludo a mis padres. Estoy contenta de que estén tan orgullosos. Le estrecho la mano al director y me giro para volver a mi sitio.
Y entonces lo veo.
Se me hiela la sangre.
Está sentado al fondo, mirándome. Puedo sentir sus ojos sobre mí a pesar de la distancia.
No sé cómo, pero consigo bajar del escenario sin caerme. Me tiemblan las piernas y se me ha acelerado la respiración. Me siento junto a mis padres y rezo para que no se fijen en mi actitud.
¿Por qué está Julian aquí? ¿Qué quiere de mí? Cojo aire y me obligo a calmarme. Lo más seguro es que esté aquí por otra persona. Quizá tiene un hermano o una hermana en mi clase de graduación. O cualquier otro familiar.
Pero sé que me estoy mintiendo.
Recuerdo su caricia posesiva y sé que no ha acabado conmigo.
Me desea.
Me estremezco con solo pensarlo.
No vuelvo a verlo tras la ceremonia y eso me tranquiliza. Leah nos lleva hasta la casa de Jake. Jennie y ella se pasan todo el camino hablando, emocionadas por haber acabado el instituto y por la nueva etapa que empieza.
En otra situación me habría unido a la conversación, pero estoy demasiado afectada por haber visto a Julian, así que me mantengo en silencio todo el camino. Por alguna razón no he mencionado a Leah nada sobre mi encuentro con él en el club. La excusa fue que me dolía la cabeza y que quería irme a casa.
No sé por qué no puedo hablar con Leah sobre Julian. No tengo problemas para hablar sin parar sobre Jake. Quizá sea porque es demasiado difícil expresar cómo me hace sentir Julian. Leah no entendería la razón por la que me asusta.
Ni siquiera yo misma la entiendo.
Cuando llegamos a casa de Jake, la fiesta está en su máximo apogeo. Sigo decidida a hablar con Jake, pero estoy demasiado alterada por haber visto a Julian antes, así que decido que necesito un poco de coraje en forma de líquido.
Me alejo de las chicas, camino hasta el barril y me sirvo una copa de ponche. La huelo, compruebo que lleva alcohol y me la tomo de un trago.
Casi en ese mismo momento empiezo a sentirme mareada. Tal y como ya había descubierto hace unos años, no tolero el alcohol. Una sola copa se puede considerar mi límite.
Veo a Jake dirigirse a la cocina y lo sigo.
Está limpiando, tirando a la basura algunos vasos y platos de plástico.
—¿Te ayudo un poco? —le pregunto.
Sonríe y se le arrugan los bordes de los ojos.
—Claro, eso sería genial. —El pelo, un poco largo y algo aclarado por el sol, le cae sobre la frente y lo hace parecer aún más adorable.
Siento que me derrito. Es muy guapo. No de la forma inquietante en la que lo es Julian, sino de una forma más agradable y alegre. Jake es alto y está fuerte, pero no es lo bastante grande para ser quarterback. No es lo suficientemente grande para jugar en la universidad o al menos eso me dijo Jennie una vez.
Lo ayudo a limpiar. Quito algunas migas de la encimera y paso un trapo por los restos de ponche derramado por el suelo. Durante todo este tiempo, el corazón no para de latirme con fuerza a causa de los nervios.
—Nora, ¿verdad? —dice Jake mirándome.
«¡Sabe cómo me llamo!».
Le regalo una sonrisa enorme.
—Eso es.
—Muchas gracias por ayudar Nora —dice con sinceridad—, me gusta organizar fiestas, pero es un rollo tener que limpiar al día siguiente. Por eso intento limpiar un poco durante la fiesta antes de que quede todo hecho un desastre.
Mi sonrisa aumenta y asiento.
—Es muy buena idea.
Todo eso me suena bastante lógico. Me gusta que no sea el típico deportista, sino que también sea amable y considerado.
Empezamos a hablar. Me cuenta sus planes para el año que viene. Al contrario que yo, él se irá fuera a estudiar. Le cuento que mis planes son quedarme en la ciudad los siguientes dos años para ahorrar dinero y que después quiero ir a una universidad de verdad.
Asiente con aprobación mientras me dice que es una decisión inteligente. Él había pensado hacer algo así, pero tuvo la suerte de contar con una beca completa para estudiar en la Universidad de Michigan.
Sonrío y lo felicito. En mi interior estoy dando saltitos de alegría.
Hemos conectado. ¡Hemos conectado de verdad! Puedo decir con seguridad que me gusta. ¿Por qué no me he acercado antes a él?
Hablamos durante unos veinte minutos antes de que alguien entre en la cocina buscándolo.
—Oye, Nora —dice Jake antes de volver a la fiesta—, ¿haces algo mañana?
Niego con la cabeza mientras contengo la respiración.
—¿Te gustaría ir a ver una película? —sugiere Jake—. Tal vez podemos ir a cenar algo a esa pequeña marisquería.
Sonrío y asiento como una idiota. Me da apuro decir algo extraño, así que me quedo callada.
—Genial —dice Jake y me sonríe—, entonces te recogeré a las seis.
Jake vuelve para seguir de anfitrión y yo me reúno con las chicas. Nos quedamos otras cuantas horas, pero no vuelvo a hablar con Jake. Está rodeado de sus amigos deportistas y no quiero interrumpir.
Sin embargo, de vez en cuando lo pillo mirándome con una sonrisa.
Las siguientes veinticuatro horas las paso en una nube. Cuento a Leah y Jennie todo lo que pasó. Se alegran por mí.
Para la cita me pongo un bonito vestido azul y unas botas de tacón marrones. Son una mezcla entre botas de cowboy y algo un poco más elegante; sé que me quedan genial.
Jake me recoge a las seis en punto.
Vamos al Fish-of-the-Sea, una marisquería local bastante popular, no muy lejos del cine. Es un lugar muy agradable y no demasiado formal. Perfecta para una primera cita.
Pasamos un buen rato. Jake me cuenta cosas sobre él y su familia. Él también me pregunta y descubrimos que nos gusta el mismo tipo de películas. No sé por qué, pero no soporto las películas para chicas y, sin embargo, me encantan las historias sobre el fin del mundo con muchos efectos especiales. Y al parecer a Jake también.
Después de cenar vamos a ver la película. Por desgracia no es sobre un apocalipsis, pero es de acción y es bastante buena. Durante la película Jake me pasa el brazo por los hombros y apenas puedo contener la emoción. Espero que me bese esta noche.
Cuando salimos del cine vamos al parque a dar un paseo. Es tarde, pero me siento completamente protegida. El índice de criminalidad en la ciudad es insignificante, además hay un montón de farolas.
Caminamos cogidos de la mano. Estamos hablando sobre la película cuando se para y se queda mirándome.
Sé lo que quiere. Es lo mismo que quiero yo.
Lo miro y sonrío. Me devuelve la sonrisa, me pone las manos en los hombros y se inclina para besarme.
Tiene los labios suaves y el aliento le huele a la menta del chicle que mascaba antes. Su beso es dulce y agradable, exactamente como esperaba que fuera.
Y de repente, en un simple pestañeo, todo cambia.
Ni siquiera sé qué ocurre ni cómo ocurre. Un instante antes estaba besando a Jake y al siguiente está tirado en el suelo, inconsciente. Una figura amenazante se cierne sobre él.
Abro la boca para gritar, pero no puedo más que soltar un ruidito antes de que una enorme mano me cubra la boca y la nariz.
Siento un agudo pinchazo en un lado del cuello y de repente todo oscurece a mi alrededor.