Kiara se dio cuenta de que estaba hablando de más.
—No, no, claro qué no. Es que… no lo sé. No puedo hacerme a la idea, Luisa. A veces siento que me asfixio.
—Lo que pasa es que extrañas ser una muchacha soltera. La vida social de las mujeres casadas cambia, y aun cuando tiene muchas ventajas, también tiene sus desventajas.
—¿Y cuáles son esas ventajas? Porque hasta ahora, yo solo he visto las desventajas.
—Eres libre de hacer lo que quieras sin que tus padres estén al acecho, pues ya no pueden reprenderte por nada, puedes beber o fumar sin problemas, pero, sobre todo, tener todo el sexo qué quieras.
—¡No, por Dios! No me recuerdes esa parte del matrimonio. ¡Es horrible, Luisa, ¡horrible!
—Kia, no exageres, tampoco puede ser tan malo. Eras virgen ¿cómo es que sabes que es horrible si no sabías cómo debería ser? O ¿no lo eras y no me habías contado nada?
—¡Ay, por favor! ¡No estamos en la Edad Media! Se lo que se debe sentir cuando besas a un hombre que te encanta. Cuando te excita estar con él y nada de eso siento con Ulises.
—Kia, no sé qué decirte. Entonces ¿no te cásate con él porque lo querías o porque, al menos, te gustaba? Y si fue por despecho mucho peor. Si es eso, es normal que te sientas así. ¿Porque no me cuentas la verdad?
—¡Despechada! ¿Yo? Por supuesto que no —se alejo unos pasos acomodándose el cabello sobre el hombro con arrogancia y se volvió a mirarla con exagerada indiferencia—¿Además por quién? ¿No pensarás que es por Luis Alcázar?
—Tú lo mencionaste, no yo.
—Él y Annie son los únicos en casarse este año, además de mí y Ulises —le aclaro a modo de justificación.
—Te repito, fuiste tu quien lo mencionó.
—¡Ay, por favor! No seas tonta.
—No soy tonta, Kia y tú lo sabes. Somos amigas, jamás te traicionaría.
—Lo sé, sin embargo, no estoy despechada por nadie —vio su cara de incredulidad, si quería convencerla, tenía que ser mucho más inteligente, quizás admitiendo una verdad— Solo creo que me precipite, tomé una decisión con el estómago y no con la cabeza. Y cuando me di cuenta del error, todo esto se convirtió en una maquina imparable. Tuve miedo de retractarme y de que todo el mundo me cuestionara el porqué.
—Ok. Te la compro. Quizás no te casaste despechada por Luis Alcázar, pero de que fue por un hombre, no me cabe la menor duda. Si no sabe de lo que se ha perdido, una mujer puede muy bien acostumbrarse al hombre que le hace el amor por primera vez e incluso llegar a enamorarse o como mínimo, tomarle algo de cariño.
—Luisa…
—¡Cálmate, Querida! Al menos tienes la ventaja de que, Ulises pasará muy poco tiempo en casa, tendrás mucho tiempo libre y solo deberas cumplir con tus obligaciones maritales unos cuantos días cada dos o tres meses. ¿Quieres un consejo?
—Claro, ¿porque no? —su tono resignado no le gustó ni a ella.
—Es algo que no vas a poder evitar todo el tiempo, pero que si puedes controlar y hacerlo cuando mentalmente te hayas preparado.
—¿A qué te refieres?
—Tienes dos opciones. La primera es: si no quieres conservar tu matrimonio, pues pide el divorcio, por un tiempo todo el mundo hablara y tal vez tus padres no estén de acuerdo, pero eres su hija y si no eres feliz, terminarán aceptando el hecho y te perdonarán. La segunda es: si quieres conservar tu matrimonio, puedes controlarlo, hacer todo lo necesario para que tu marido te adore a tal punto, que lo tendrás comiendo de tu mano y haciendo todo lo que tú quieras, pero para eso tendrás que ser una actriz estupenda y portarte indulgente y cariñosa con él. Incluso puedes controlar los encuentros sexuales, hacerlo en el momento que tú quieras, como tú quieras y él estará tan endiosado contigo, que cuando le permitas estar en tu cama, se sentirá tan afortunado y estará tan agradecido, que podrás pedirle lo que sea que quieras y él hará hasta lo imposible por complacerte.
—Eso se oye estupendo, pero… ¿Cómo lo hago?
—Lo primero, sería tratar a Tati y Adaline muy bien, ellas son muy importantes para Ulises y si te lo pidió como dices, es porque quiere una familia unida. Entonces, debes comenzar por ahí. Serán unas grandes aliadas para ti.
Después de la visita de Luisa, las cosas cambiaron radicalmente. Kiara se convirtió en una hermana mayor para Adaline y en una hija más para Tati. Cuando Ulises estaba en la casa, era el hombre más feliz del mundo y así se lo contó a sus amigos. Las noticias les llegaron a todos, que, contra todo pronóstico, tuvieron que aceptar que el matrimonió Montemayor/ Villareal estaba siendo exitoso, incluso más que el matrimonio Alcázar Creel. El hijo de Annie había nacido antes de tiempo y estaba hospitalizado sin grandes esperanzas de recuperación total, se temía incluso lo peor y la pareja estaba teniendo problemas de comunicación. La última noche de Ulises en la casa, en esos seis meses, le dijo que le habría gustado que quedara embarazada, pero ella sabía que eso no pasaría. Había consultado a una ginecóloga, quien le colocó el implante como medio de control natal. Kiara no quería tener hijos, sin importar lo que dijera su padre, su madre, su esposo y mucho menos su suegra y su cuñada. Consideraba que cuando las mujeres quieren a su pareja, quieren a sus hijos. No era de esas mujeres que querían hijos a como diera lugar y si no los tenían, no importaba que amaran a su esposo o amante, sea como sea tenían que ser madres, sin importar con quien. Pero ella no, ella quería tener hijos del hombre que amaba, porque lo amaba, pero si ese no era el caso, entonces no le interesaban los hijos con nadie y de nadie. Precisamente por eso, ella jamás se casaría con un hombre que ya tuviera hijos. Solo que no podía decirle todo eso a Ulises, no lo comprendería y jamás lo aceptaría, así que tuvo que recurrir a una mentira piadosa. Le prometió que harían lo necesario la próxima vez que estuviera en casa, si es que no había quedado ya, embarazada. Y Ulises se fue con una enorme sonrisa en los labios, casi dando brincos de felicidad y la obligó a prometerle que cuando estuviera segura del embarazo le llamaría para darle la feliz noticia. Tati y Adaline la estuvieron mimando mucho, al pendiente de cada cosa que necesitara, tanto que la hicieron sentir casi culpable, por lo que se vio obligada a informarles que no había tal embarazo, que su periodo finalmente llegó y aun cuando se negaron a creerlo del todo, no les quedó más remedio que aceptarlo. Tati insistía en que muchas mujeres seguían teniendo su periodo durante el embarazo y por ello, algunas no sabían que estaban embarazadas hasta que se presentaba el parto y casi quería jurar sobre la biblia que ese era su caso. Adaline por su parte, lloró como una Magdalena porque se hizo tantas ilusiones con su hipotético sobrino que incluso soñó con él.
Como no lo llamó, Ulises la llamó a ella para preguntarle que había sucedido, y quedó tan devastado con la noticia, que Kiara temía que se pusiera a llorar igual que su hermana. Tuvo que consolarlo diciéndole que tenían mucho tiempo para eso, que no se preocupara por ello, eran muy jóvenes y si comenzaban a preocuparse por eso, entonces tendrían más problemas para concebir. Se consoló un poco con sus palabras y comenzó a desarrollar cierta incertidumbre por su próxima llegada, iba a tener que lidiar con sus ímpetus sexuales en su afán por dejarla embarazada y tuvo que idear un plan para evitar que quisiera pasarse el día y la noche metido entre sus piernas. Cuando Ulises llegó, oficialmente estaba en un tratamiento de dos semanas para realizarse unos estudios y tenía que tomar un medicamento que impedía tener actividad s****l. Para convencerlo, le dijo que era un tratamiento recomendado por la ginecóloga para optimizar su cuerpo y que estuviera en mejores condiciones si estaban buscando un embarazo sano y sin complicaciones. Ulises no era tonto, sabía lo que sucedió con Annie y su hijo, no quería que a su hijo le sucediera lo mismo. No puso objeciones y, muy por el contrario, le aconsejó que ampliara el estudio y se hiciera un chequeo general. Quería asegurarse de que su hijo nacería sano y que ella no correría ningún riesgo.
Los siguientes seis meses Ulises solo pasó a la casa en tres ocasiones y solo le permitieron estar 24 horas. Había muchos enfrentamientos y los operativos eran muy largos y complicados. Le enviaba mensajes a Kiara diciéndole que jamás imagino que la vida militar fuera así de pesada y que las extrañaba demasiado. Le contaba que los enfrentamientos eran muy violentos, que aun cuando había muchas más bajas del lado contrario, siempre era difícil perder un compañero de unidad, pero ver a los hombres del otro bando, tirados en el suelo, desangrándose, también era muy duro. Y no podías permitir, por ningún motivo, que ellos te atraparan vivió, era mil veces mejor morir de un solo tiro que hacerlo torturador por ellos. Jamás lo dijo, pero Kia sabía que se arrepentía de haber escogido esa carrera y que además tenía miedo. Siempre que le mandaba mensajes era sobre los operativos, las cosas que había visto, los rehenes que liberaban, las condiciones en que los encontraban y cosas por el estilo. Antes de salir a campo, le entusiasmaba la carrera, el honor, la justicia y luchar por la patria, liberarla de la gente corrupta y mala, pero ahora que había salido a la realidad, fuera de la pequeña burbuja que era su ambiente social, lleno de lujos y comodidades, donde la gente con la que te codeabas podía juzgarte, burlarse de ti o negarte el saludo por cosas tan estúpidas como: no vestir como ellos, no haber ido a una de la mejores la universidad, hacer una fiesta sencilla o casarte con alguien que no era de tu condición social, ahora le parecían estupideces en comparación con la dura realidad que se vivía en todo el país. Kiara le dijo que no tenía que salir a los operativos, podía especializarse en otro campo, elegir una carrera diferente pero dentro de la milicia. Había muchas maneras de servir a su país. Al principio solo se negó rotundamente y después, debido a un día largo y muy difícil, en un arranque de honestidad, le confesó que no podía cambiar de carrera porque su tío lo había enviado precisamente ahí, porque decía que esa era la única forma de que se convirtiera en un hombre de verdad y si renunciaba o cambiaba de carrera, su tío jamás se lo perdonaría y nunca obtendría su respeto.