—¿Qué demonios haces?
—¿Y a ti que diablos te importa?
—¿A mí? Una mierda. Solo he venido porque tú padre te está buscando.
—¿Cómo sabías dónde estaba?
—Te vi llegar, yo solo buscaba un buen lugar apartado para alejarme de la turba hambrienta y poder fumar tranquilo. La verdad es que… Luis es un idiota y tú padre estará muy feliz cuando sepa que te mando al diablo.
—¿Qué? —se volvió a mirarlo, con la rabia refulgiendo en sus ojos grises— Estabas espiando… ¿escuchaste todo?
—Por supuesto, aunque fue sin querer. Me senté en una banca pegada a la ventana y cómo estaba abierta no pude evitarlo. Estoy realmente sorprendido, ¿sabes? Jamás creí escuchar a Kiara Villareal rogarle a alguien por amor o que un hombre la despreciara por una mujer más dulce y delicada como Annie.
—La dulce y delicada Annie, no tiene comparación conmigo.
—Totalmente de acuerdo. Y esa es la ventaja que tiene sobre ti, el temperamento tibio de Luis necesita una belleza serena y reservada. Una mujer que crea en la bondad de las personas, que prefiera mediar por la paz que pelear por la guerra.
—Ninguno de ustedes conoce realmente a Annie. Ella es experta en hacerle creer a la gente que es la buena y dulce, pero es todo lo contrario, mezquina y soberbia, es capaz de hacer lo que sea con tal de conseguir lo que quiere.
—¿Estas segura que hablas de Annie? No te estarás viendo en un espejo ¿o sí?
—Eres un insolente, un atrevido y un grosero.
—No soy quién para contradecir tus palabras. En cambio, yo pienso que eres una estupenda actriz, cuando dijiste eso de que: “Yo jamás hubiera usado eso para atraparte, para obligarte a casarte conmigo”, pero sobre todo eso de: “¿Qué más prueba de amor quieres que esa?”, me mato y casi, por un momento, te creí.
Kiara gritó con rabia y comenzó a lanzarle todo lo que tenía a la mano, Axel solo podía esquivar los proyectiles que se estrellaban uno tras otro contra la pared. Exhausta se derrumbó hasta el piso escondiéndose detrás del sillón. Axel se asomó por encima del respaldo y Kiara se limpió las lágrimas con rudeza, no quería que ese idiota la viera llorar.
—Eres un desgraciado, Axel Brown. Deberías ser un caballero, no porque tu familia te exilió te comportes como un pelado.
—Yo no soy un caballero, y tú de dama, tienes menos que yo de caballero. Y... tú no tienes !ni puta idea de lo que pasa con mi familia! Así que, no vuelvas a mencionarlo. Ahora… ¡Levántate! —le ordeno de mala manera— Te llevaré con tu padre.
—No, no quiero volver ahí dentro —estaba agazapada, con las rodillas pegadas al pecho, llorando en silencio.
—Así que… —se bajo del sillón y lo rodeo para ponerse en cuclillas frente a ella— Kiara Villareal solo era pura pantalla y lo que se dice de su arrogancia, su amor propio y su seguridad, es una vil mentira.
Eso era lo que necesitaba escuchar, se levanto y saco un pañuelo, había desquitado un poco la rabia y el dolor, arrojando contra la pared, todas las estúpidas cosas que Luis valoraba. Y Axel le había picado el orgullo, se limpió el rostro húmedo por las lágrimas y dio un retoque rápido a su maquillaje, no había ninguna necesidad de maquillarse demasiado, así que todo quedó listo en cinco minutos. La acompañó hasta el salón y después se alejó de ella, cosa que agradeció en silencio porque, lo detestaba, aunque al final se portó con un poco más de decencia. La velada transcurrió ya sin brillo y se dejó llevar por la apatía, el parloteo de su hermana y de Clara Alcazar la irritaban sobremanera y cada cierto tiempo las fulminaba con la mirada a lo que ellas solo se encogían de hombros y levantaban más la voz. Después de la cena, el baile se reanudó y ella bailó con todos los que se lo pidieron, sobre todo con Diego y Joel varias veces, dos veces mas con Ulises y le sonrió y coqueteo a todos los otros muchachos de la fiesta, provocando la molestia y la indignación de las otras chicas que se sintieron relegadas por sus pretendientes y fue acusada de ofrecida y descarada, incluso por sus propias amigas.
Al final, terminó quitándose los zapatos dentro de la limusina y soltando su cabello. Disfrutando de los berrinches de su hermana que despotricaba contra ella sin filtro y de los regaños de sus padres que intentaban, a duras penas, controlarla. Si supiera que estaba tan rota por dentro que, sus insultos ya no podían lastimarla más. En cuanto llegaron a la casa, se bajo con los zapatos en la mano y se fue directo a su habitación, lloró todo lo que no pudo llorar en el despacho por culpa de Axel y se debatió entre su orgullo, la primitiva necesidad de venganza y el amor que aun sentía por Luis. El orgullo le decía que podía levantarse y seguir su vida como si nada hubiese pasado, la venganza le decía que se casara con uno de sus mejores amigos y le diera una sopa de su propio chocolate. Estaba segura de que si se quedaba soltera, la buscaría y ella le permitiría acercase, entonces terminaría convirtiéndola en su amante, pero si se casaba, entonces sería tan prohibida para él, como él lo sería para ella y ambos estarían condenados a desease en silencio, pero a tener que conformarse con verse pero no tocarse y sus vidas serían un infierno y el amor le decía ingenuamente, que debía esperarlo, que llegaría el día en que se daría cuenta de su error y entonces ella estaría ahí para él, lo recibiría con los brazos abiertos, entonces Luis se pasaría la vida resarciendo el daño que le causó y compensándola por todas las noches que sufrió en silencio, sabiéndolo en los brazos de otra mujer que jamás fue digna de su amor.
Al día siguiente en el desayuno, tuvo que soportar estoicamente, a su hermana repetir palabra por palabra, cada anécdota tonta y chisme que escuchó la noche anterior. Hablar de todas las chicas que se interesaban por tal chico, uniendo parejas ya dadas por hecho. Así se enteró de que Clara quería casarse con Ulises, que a ella le gustaba Diego, pero que Carlos, un tipo que ya tenía sus años y que a la fecha no tenía compromiso formal, la había invitado a bailar varias veces. Que Luisa casi le había dado el sí a Julio, pero que aún esperaba que Joel se decidiera a pedirle una cita. Todo el mundo estaba muy contento con la boda de Ana María Creel y Luis Alcázar Leman, claro, justo después de que se anunciara el compromiso y posteriormente la boda, porque de primero, se escuchaban unos rumores horrorosos y todos estaban completamente encandilados por Annie y el afecto y la confianza que le brindó a Kiara despejaron todos los rumores acerca de que, en un principio, Luis estuviera interesado en Kia. Y la cereza del pastel fue el comportamiento de su hermana mayor, bailando con todos lo muchachos sin importarle que ya tuvieran pareja.
—Aura, tu hermana no tiene la culpa de ser bonita y de que los muchachos prefieran bailar con ella.
—¡Mamá! ¿Por qué papá siempre defiende a Kia? Ella siempre ha sido su consentida.
—Era un simple baile, Aura. Tampoco es que me estuviera comprometiendo con todos.
—Tu hermana tiene razón, hija. Pero, si creo Kiara, que deberías ser un poco más recatada, un poco menos coqueta.
—¡Mamá, por favor! Todas en esa fiesta fueron unas hipócritas. La mayoría juzgándome a la ligera, pero yo podría señalar a unas cuantas que han hecho cosas peores de lo que hizo Annie.
—¡Kia! —le gritó su hermana.
—¿Y que se supone que hizo mi sobrina, cariño?
—Atrapar a Luis Alcázar con un embarazo.
—¿Qué? ¡Por Dios, Kiara! ¿Cómo puedes ser tan mal intencionada y dar por hecho esos rumores sobre tu prima?
—¿Mal intencionada, yo? Annie hace lo que hace, pero la regañada resultó ser yo. Annie iba a decírmelo, pero ya no fue posible por lo del anuncio del matrimonio y luego Luis me lo confesó. ¿Por qué crees que los preparativos están tan adelantados? El bebé nacerá casi de siete meses, eso seguro.
—¡Por Dios, Bernardo! ¿Tú lo sabías?
—Mujer, ¿qué quieres que te diga?
—¡Pobre de mi hermano! ¿Cómo pudo Annie comportarse de esa manera?
—¿Annie? ¿Y Luis Alcázar, qué? Ese muchacho merece que lo azoten, ¿cómo es posible que cometiera semejante estupidez? Se supone que es un muchacho bien criado, dentro de nuestras normas morales. Se les enseña desde pequeños a respetar a las mujeres, aun cuando algunas no… quieran que se les respete.
—¡Bernardo! Las niñas están presentes.
—Niñas —miró a sus hijas, se aclaró la garganta y las despidió—, pueden retirarse.
Ambas se levantaron, dejaron la servilleta sobre la mesa y salieron del comedor.
—¿Kia? Cuéntame todo lo que te dijo Luis. ¡No puedo creer que los rumores sean ciertos!
—Por supuesto que no te voy a contar nada y tienes prohibido repetir lo que dije. Luis confía en mí, por eso me lo contó.
Su hermana le enseñó el dedo medio y se fue corriendo. Era obvio que no se quedaría con la información, el chisme se desataría en grande y Kiara contaba con eso, por eso se lo contó a su madre frente a Aura. Era una de sus pequeñas venganzas, de cualquier manera, se casarían, no les iba a afectar demasiado. Al parecer, se había decantado por la venganza y Annie se iban a arrepentir de lo que le habían hecho.