En unos días se cumplían los seis meses en la empresa y la verdad es que no quería regresar. A duras penas había soportado el acoso de Alejandra, azuzado por el acoso de Juan Manuel que, sin llegar a ser demasiado s****l, la incomodaba igual o peor. Después de declinar su oferta, pensó que la dejaría en paz, pero parecía que su negativa, al contrario de desalentarlo, lo había obsesionado. No obstante, como dijo Alejandra, era muy orgulloso, arrogante y un clasista de primera, jamás se atrevería a subirla a su auto y ni hablar de llevarla a un restaurante, pero si la seguía en su Cayenne negra, todo el trayecto desde el edificio hasta la parada del transporte publico, siempre un poco rezagado, mirándole el trasero y en la oficina, saliendo de improviso por los pasillos, cortándole el paso.