Salieron durante una semana, donde Kiara se la pasaba escuchando a Ulises hablar sobre el colegio militar y los entrenamientos. Quizá fuera porque siempre fue algo tímido con las mujeres, pero ahora que había superado la timidez con ella, hablaba hasta por los codos, no obstante, ella lo prefería, así no tenia que hablar sobre ella y por momentos se desconectaba de su conversación para pensar en Luis y el como seria su vida intima con Annie, si pensaría en ella cuando estaban juntos. Era la prueba de fuego para Ulises y la había pasado con honores. Ulises Montemayor se le había declarado y ella fue tan indulgente, amable y cariñosa, que, para la segunda semana, ya le había pedido matrimonio. Lo hablo con su padre, aunque lo vio algo escéptico, dio su autorización para que se anunciara el compromiso. Únicamente le preguntó si estaba muy segura y le confeso que le extrañaba un poco la premura con que quería hacer las cosas, con eso intentaba, discretamente preguntarle si había alguna razón para que la boda se llevara acabo tan rápido, Kiara le aseguro que no y que si no confiaba en ella, el tiempo le daría a razón. “Mil veces prefiero a Ulises Montemayor que a Luis Alcazar”, le había dicho su padre antes de autorizar que el muchacho fuera a pedir su mano formalmente. Una vez que su padre y el tío de Ulises discutieron los términos del contrato matrimonial, los padres se reunieron para organizar la fiesta de compromiso donde se anunciaría la fecha de la boda. Sería en exactamente cuatro semanas, ya que Ulises tuvo que regresar al Colegio Militar para pedir licencia y regresar en un mes para la boda y la luna de miel. El día de la fiesta de compromiso, Ulises le dio un hermoso anillo que era una herencia familiar trasmitida por generaciones y cada vez que Kiara lo miraba en su mano, lo único que sentía, era un enorme peso encima.
Kiara no lograba, por más que lo intentara, interesarse por los preparativos de la boda, la apatía era exagerada y su madre incluso le ofreció cancelar el compromiso, le dijo que si no estaba segura, no pasaba nada. Y le advirtió que sería horrible su vida al lado de un hombre al que no quería, pero ella le aseguro que solo eran los nervios y que Ulises si le gustaba, que le tenía mucho cariño. Mientras que Aura se debatía entre la felicidad y la consternación de ver a su mejor amiga sufriendo por la boda de su hermana mayor con el hombre que ella quería, pero no podía dejar de pensar en el momento en que Kiara saliera de la casa, entonces serían solo ella y sus padres, ella la consentida, la que tendría las mejores cosas y a la que le consultarían todo, quería a Clara, sin embargo, nunca tuvo una oportunidad real. Si al menos Ulises la hubiera mirado de una forma significativa, pero paseaba la vista por encima sin reparar en ella. Así que no había nada que hacer, más que esperar con impaciencia el día en que su odiosa hermana mayor se casara y se fuera de la casa. Los preparativos estuvieron listos casi una semana antes, Cristina era una experta organizadora y aún sin la ayuda de Kiara y los inconvenientes que causaba la ayuda de Aura, se las apañó perfectamente para manejar todo. El vestido lo recogieron dos días antes, Kiara se veía hermosa, pero no había sido su elección, el vestido lo habían elegido su futura suegra Tati y su madre, incluyendo el ajuar para la noche de bodas y la mayoría de la ropa para el viaje de luna de miel. Todos los gastos de la boda fueron cubiertos por su padre, pero el vestido y todo lo demás, fueron pagados por la familia de Ulises y no se había escatimado en lujos y mucho menos hubo comentarios acerca de los costos.
La familia Montemayor gozaba de unas finanzas muy sanas, debido a la competente administración del Tío Alonso Montemayor, quien no estimaba mucho a su cuñada Tati, pero que jamás había restringido en nada a sus sobrinos y siendo Ulises el primogénito de la familia, les dio carta blanca con las compras. La hermana de Ulises había desarrollado un repentino apego por Kiara, la seguía a todas partes como si fuera un perrito faldero y la consultaba para todo, cosa que irritaba demasiado a su futura cuñada y más de una vez fue rechazada sin mucha sutileza, pero esta parecía no darse por enterada y se alejaba tan solo unos corto lapsos de tiempo, para volver después como si no hubiese pasado nada. Y Kiara estaba triste y feliz al mismo tiempo, porque de toda la familia, el único que no parecía fácil de manejar era el Tío Alonso, él no vivía en la misma casa, por lo tanto, manejar a la familia no sería un problema para ella, sin embargo, se daba cuenta de que eran demasiado dependientes y que toda la responsabilidad de tomar decisiones en esa familia sería suya.
Ulises regresó un día antes de la boda y la futura novia, agradeció a todas las mujeres chapadas a la antigua que no le permitieron verla, era la tradición, se encontrarían en el altar. Luisa le organizó una despedida de soltera con las chicas, lo que no fue tan mala idea, temía que todas declinaran la invitación o que solo se presentaran para atacarla y juzgarla, pero pasó todo lo contrario, todas estaban felices, pasó un buen rato y a nadie pareció importarle que Clara Alcazar rechazara tajantemente la invitación. Annie envió un regalo para disculparse por no asistir, ya que, estaba en completo reposo porque tuvo una amenaza de aborto, le habían diagnosticado un embarazo de alto riesgo y pasaría los cinco meses que restaban para el parto, metida en la cama, no se alegraba, pero tampoco era que se sintiera muy mal por ella.
La fiesta casi había logrado que se olvidara por completo del motivo por el cual estaban ahí, hasta que empezaron con los juegos típicos de una despedida de soltera, algunos demasiado vulgares y si no fuera porque de pronto recordó que ya no era virgen y le entraron los nervios y la ansiedad, habría disfrutado por completo la noche. Una vez que todas se despidieron y ella regresó a casa, no podía dejar de pensar en lo que podía hacer para engañar a Ulises, todo era una estupidez y al final decidió que no había vuelta de hoja, no haría absolutamente nada porque, no había nada que hacer, de cualquier manera, ya estarían casados y Ulises no podría hacer nada al respecto. No había tomado demasiado, pero fue suficiente como para dormir profundamente, una vez que soltó la preocupación por lo que podía pasar en la noche de bodas.
Su madre entró a su habitación demasiado temprano para su gusto, había llegado su gran día, con el que siempre soñó encontrarse al pie del altar con Luis, pero él no estaría ahí, su lugar lo ocuparía otro y presentía que iba a llorar en cuanto lo viera. Dos horas más tarde, estaba tan harta y cansada que ya no quería saber nada de maquillaje y todavía faltaba el peinado, ella estaba hundida en la silla, con los brazos cruzados y esperando impaciente a que su suegra y su madre se pusieran de acuerdo con el peinado, debido a que, cuando le preguntaron a ella, escogió el primero que vio cuando la chica iba a mostrarle una revista y resultó ser una corte de cabello para hombre, ni siquiera en eso había querido participar, muy a pesar de las miradas de su madre que la reprendía diciéndole que la familia de Ulises podría ofenderse por su poca disposición, pero su suegra y cuñada la justificaban diciendo que era por la emoción y los nervios. Finalmente estuvo lista, parada frente al espejo mientras le colocaban el velo, no quería ver su reflejo, era su gran día, pero no como ella siempre lo soñó y nada de eso le importaba. Todas le dijeron que se veía bellísima, que no había novia más preciosa, que Ulises era muy afortunado y ella solo podía escuchar bla, bla, bla, bla. Por fin su padre entró para darle la bendición y llevarla hasta la limusina.
Durante todo el trayecto estuvo a nada de soltarse llorando y a ratos le acometían las ganas de huir, pedirle al chofer que la llevara al aeropuerto para desparecer, sin darse cuenta llegaron frente a las puertas de la iglesia, su padre se acercó para recibirla y todos los invitados fueron pasando para ocupar su lugar dentro de la iglesia. Su padre le confirmó que Ulises ya estaba ahí, impaciente por verla, casi a punto del colapso nervioso porque se había retrasado cinco minutos, pensando que se había arrepentido y huido —>>Si supieras. Pensó con amargura<<— le sonrió a su padre, no podía salir hasta que todos estuvieran en su lugar, una vez que les avisaron que todo estaba en orden, tomó la mano que su padre le ofrecía y salió de la limusina. La planeadora de bodas los colocó justo en el centro del pasillo principal y sentía que las lágrimas estaban a punto de desbordarse, trató de evitarlo a toda costa, pero se le ocurrió mirar a la persona sentada en la última fila de asientos, era Luis y verlo provocó en ella dos cosas, muchas más ganar de llorar y un deseo irrefrenable de lastimarlo como él la había lastimado a ella, se lo advirtió, se casaría con él primero que le pidiera matrimonio, porque ella sería siempre la primera opción y jamás la segunda. Irguió su postura, levantó orgullosa la barbilla y mágicamente apareció en su rostro, una enorme y falsa sonrisa, aunque una lágrima solitaria logró bajar por su mejilla. Ulises la recibió con gran emoción de los brazos de su padre y la miró con adoración, sin quererlo había logrado que todos, incluyendo a su futuro marido, creyeran que se casaba realmente enamorada, y el efecto lo habían logrado una gran sonrisa y una lágrima solitaria. Tati no dejó de llorar en ningún momento, emocionada por la felicidad de su hijo querido y Cristina no lograba borrar de su rostro una mueca, sabía que su hija no se estaba casando por amor y no sabía que era lo que la obligaba a aceptar un matrimonio como ese. Bernardo en cambio, estaba contento de que su hija hubiese elegido bien, un muchacho trabajador que pudiera manejar y una basta fortuna que aseguraría su futuro, no podía pedir nada mejor y su hermana sonreía feliz porque, al fin, Kia se iría de la casa, no tendría que soportarla mas y no volvería a recibir órdenes con ese tono imperativo que siempre usaba con ella. Al terminar la ceremonia religiosa, Ulises la tomó en brazos y le dio un casto besó en los labios, las lagrimas por fin fluyeron, pero controladas y eso le dio a todos la impresión correcta. La fiesta fue perfecta, la planeadora de bodas se ganó su bono a pulso y todo se retiraron comentado que fue la fiesta del año. Luis no apareció en la recepción y se sintió algo decepcionada, su gran actuación fue en vano porque, él no estuvo ahí para verla.