Inevitablemente, se fijó en el Duque y le pareció admirable con su peculiar mezcla de arrogancia y afabilidad, aunque le molestaba el que se manifestase tan fascinado por la Princesa Zenka. Pero si reconocía la apostura, la dignidad y la simpatía de él, debía igualmente admitir que la hermosura de Su Alteza era incomparable. Sin embargo aunque esto quizá se debiera a que deseaba encontrarle defectos., era una belleza en la cual percibía algo de siniestro. −Estoy imaginando cosas. Sin percatarse, había pronunciado estas palabras en voz alta. −¿Acerca de qué?− preguntó Willy. Lolita se sobresaltó al oírlo; pero como era un hombre que le inspiraba confianza, respondió sinceramente: −Pensaba en la Princesa. −¿Y qué es lo que piensa sobre nuestra invitada de honor? Lolita recordó las i