Capítulo 2 — Vamos bonita…

1588 Words
  Estoy muy distraída, más bien pensativa. Aún pienso en mi encuentro con ese chico… Nick. ¿Cómo mierda se había ido tan rápido? Apenas me acababa de voltear para irme, es imposible que desapareciera así como así. Tal vez fue al baño… Niego rápidamente, es absurdo. Decido olvidarme del asunto y tratar de divertirme un poco. Camino las dos cuadras que faltan para llegar a la casa de mi amiga cuando mi teléfono suena. Respondo al instante: — ¿Hola? — ¡Sarah! — La inconfundible voz de mi amiga Grace me saluda alegremente. — ¿Qué pasó? — Respondo omitiendo su efusivo saludo. — Nada… solo te llamaba para saber si venías a la fiesta. Ruedo los ojos sabiendo que ella no puede verme. — Ni que fuese la fiesta del siglo Grace, y sí, sí voy. — Hago una pequeña pausa — De hecho, ya estoy llegando. Cuelgo y le hago señas a mi amiga, quien está parada en el umbral de la puerta como si hubiese estado esperándome. Apenas me ve, corre directamente hacia mí, atrapándome en un largo abrazo. Me separo de ella en cuanto puedo. — Aun no me creo que estés aquí. — Comenta ella distraída. — No seas tonta… — ¿Qué no sea tonta? — Murmura como si no se lo pudiera creer — Sarah, tú nunca sales con nosotros y muchísimo menos a una fiesta. Tiene razón querida Sarah. Habla mi subconsciente de acuerdo con mi amiga. Yo por mi parte ruedo los ojos una vez más. Si ella o alguno de mis demás compañeros conocieran la verdad acerca de mi vida, me dejarían de criticar cada vez que no puedo salir con ellos. Muy rara vez podía salir con mis amigos y las pocas veces que lo hacía, tenía que aguantar uno que otro comentario cruel de mi familia. Sin embargo nunca se lo he dicho a ninguno de ellos, no quiero su lastima y mucho menos su compasión.     — Bueno… ya estoy aquí, ¿no? Ella sonríe ampliamente.  — Vamos, la fiesta es en el increíble patio de Lily. Estaba esperando a Taylor, pero creo que no vendrá. Al escuchar ese nombre me tenso rápidamente e inmediatamente pienso en ese chico Nick. Sonrío y niego rápidamente con la cabeza sacando esa idea de mi mente. Solo es una coincidencia Sarah. Ni siquiera conoces al chico de la pastelería… solo es una coincidencia. Las coincidencias no existen, Sarah. — ¿Te pasa algo? — Noto que Grace frunce el ceño mientras se acerca a mí rápidamente. Niego nuevamente con la cabeza intentando olvidar mis estúpidos pensamientos. — Estoy bien. Ella me sonríe no muy convencida, pero afortunadamente no me hace más preguntas. Llegamos hasta el patio trasero de la casa de Lily y literalmente me quedo con la boca abierta. ¡Todo está hermoso! Absolutamente todo el patio está adornado con ciertas lámparas de luces en rosa pálido y justo en el medio de este, se encuentra una pequeña carpa para quienes deseen bailar. Esta, está adornada con luces de varios colores que están dentro de pequeñas botellas y que cuelgan del techo. También hay algunas colocadas estratégicamente en el suelo. Todo parece sacado de un cuento de hadas. — ¡Sarah! — Escucho que mi nombre rebota por todo el patio — ¡Sarah, si pudiste venir! Después de esas palabras solo siento un fuerte abrazo que casi me deja sin aliento. — Feliz cumpleaños, Lily, no iba a faltar por nada del mundo. Mi amiga me dedica una enorme sonrisa y me vuelve a abrazar. Después de por fin liberarme de sus abrazos, le entrego su regalo, al principio frunce el ceño confundida, pero después de abrirlo y descubrir que era me vuelve a asfixiar en sus brazos. Si sigue así vas a llegar a tu casa en una urna, Sarah. Sonrío ante ese pensamiento y me despego, de nuevo, de mi amiga. — Gracias, Sarah. Oficialmente este es mi mejor regalo. No sabes cuánto me fascina este postre. — Sí, lo sé, — Sonrío orgullosa de mi regalo — por eso te lo traje, no me gusta presumir, pero siempre doy los mejores regalos. — Afirmo con un poco de sorna. — Sí, claro, por eso Molly recibió unos calcetines navideños por su cumpleaños hace unos meses. Ambas nos echamos a reír fuerte. Tengo excusa para eso. Mi mamá no me había dado permiso de ir, así que había dado por hecho que no iría, pero Grace pudo convencerla y al final me dejó. Solo tuve 15 minutos para encontrarle algo y fueron esos calcetines, que en mi defensa eran adorables. Además no tenía mucho donde elegir, era eso o un juego completo de vibradores a mitad de precio. Sí, en una tienda donde venden calcetines, también vendían un juego de vibradores, mi cara ese día fue un completo poema. — Hey, algún día tendrá que ponérselas y yo me sentiré feliz. Las dos volvemos a reír. Poco después se reunieron todos mis amigos. Me siento muy bien estando con ellos. Y aunque sé que todos hablan a mis espaldas cuando no estoy con ellos y que especulan tonterías sobre por qué no salíamos juntos, era genial pasar el rato con todos. Me hacen olvidar las cosas de mi hogar. Unas horas después, mis amigos estaban que no se reconocían. Han bebido demasiado, yo por mi parte solo le acepto a Grace dos o tres vasitos. No me gusta el alcohol, pero sé que si no lo acepto iba a ser otro manchón en mi lista de errores de los chicos. Todos se encuentran bailando, bebiendo o jugando algún juego estúpido de niños, como la botella o verdad o reto. Ruedo los ojos cada vez que los veo jugar. Parecen chicos de quince en vez de dieciocho y diecinueve años. — ¿Oye, te gustaría bailar? — Escucho una voz detrás de mí. Me giro e inmediatamente me tenso. — Ehh… hola. — Murmuro. Taylor sonríe y me toma de la mano. — Hola bonita, entonces qué dices, ¿bailas conmigo? Yo sonrío incomoda y rápidamente me suelto de su agarre. Taylor McGuire. Veinte años, el novio de Grace. Nunca he estado confiada de él. Taylor es una persona que aparenta tranquilidad, pero que no la inspira en absoluto. Las veces que me la he pasado con Grace y él, me siento muy incómoda. Sobre todo porque siempre hace cosas como agarrarme la mano, llamarme bonita, abrazarme en público y otras clases de apelativos que no me gustan para nada. Sin embargo a Grace nunca pareció molestarle porque nunca dijo nada y por supuesto existían algunas veces en las que incluso se reía de mí. Extrañamente las palabras de Nick se hicieron presentes en mi mente: Pásala bien y ten mucho cuidado… Sobre todo con Taylor. >> Trago saliva y me armo de valor. — Ehh… no. — Intento rechazarlo amablemente, pero su expresión endurecida me está dando un poco de miedo — No me malinterpretes Taylor, pero es muy tarde y tengo que regresar a casa. Taylor es un chico alto de aproximadamente un 1.75, con unos bonitos, pero fríos, ojos marrones; cabello n***o largo hasta los hombros y una sonrisa que, al igual que sus ojos, transmite frialdad. — Vamos, bonita, solo será un momento. — Ya me estoy empezando a cansar de sus insistencias — ¿Una canción? — Vuelve a proponerme tomando de nuevo mi mano. Molesta me suelto de su agarre. — Ya te dije que no Taylor. — Espeto casi gritando — Si quieres bailar, pues llama a tu novia y hazlo con ella. Me largo de aquí. Y sin darle chances a responder salgo de su vista. ¿Quién mierda se cree él? No entiendo cuál es su insistencia de querer bailar conmigo. Claramente si una chica te dice que no, entonces te vas y pruebas suerte en otro lado, o mejor aún, vas y buscas a tu novia y estamos bien. Mientras camino hacia los chicos para despedirme, siento un pequeño empujón que me hace trastabillar un poco, en el que rápidamente puedo recuperar el control de mi cuerpo y evito caerme de culo.   Maldito tarado. Cuando puedo visualizar quien había sido el idiota que me había empujado todo me queda muy claro. Taylor. Está hablando con los chicos, pero su vista está fija en mí. Está furioso, se nota a kilómetros de distancia. Rápidamente le frunzo el ceño confusa. ¿Todo esto es porque no quise bailar con él? Decido olvidar al tarado de Taylor y su actitud extraña y me acerco al grupo para despedirme. — Sarah, pero si es tempranísimo. — Se queja Lily chequeando la hora en su teléfono — Apenas son las doce.  Hago una mueca. Mi mamá me iba a matar. — Lo sé, pero mañana tengo que madrugar. Cosas de la universidad. De pronto Lily se empieza a mostrar un poco enfadada. — ¿Mañana? — Pregunta y yo asiento. ¿A qué viene esto? — Sarah, mañana es sábado y ninguna oficina de admisión trabaja. Abro mis ojos con fuerza al notar mi metida de pata. Ahora si me odiará. — Tengo que irme Lily, lo siento. Me giro y finalmente comienzo a caminar, escuchando claramente como los chicos murmuran y se preguntan por qué formaba parte de su grupo de amigos. Eso duele. La vida es injusta querida Sarah. Y una vez más termino por darle la razón a mi conciencia. La vida es una mierda injusta.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD