CAPÍTULO DIECISÉIS Thorgrin estaba en la proa del barco, agarrado a la barandilla y observando a la expectativa mientras la marea los adentraba en la penumbra de la Tierra de Sangre. Por primera vez desde que había empezado aquel viaje, tenía la sensación de esperanza, se sentía más cerca de encontrar a Guwayne de lo que jamás lo había hecho. En el horizonte, ante ellos, se alzaba amenazador el castillo del Señor de la Sangre, completamente n***o, que parecía estar hecho de barro y que emergía del paisaje ennegrecido que lo rodeaba, como si una explosión de barro se hubiera endurecido y hubiera adoptado la forma de un horrible castillo. De sus pequeñas ventanas, en forma de hendidura, salía un brillo siniestro y no le daban un aspecto más amable, sino ominoso. Thor percibía la maldad de a