Dave. —Eres un pendejo ¿Por qué no pediste a la tienda que te ayudaran a subirlo? —Porque nosotros podemos hacerlo —respondo a Mat, pero no estoy muy seguro de eso. —Esta madre ya se atoró —se queja. Le doy un empujón más al sillón nuevo de tres cojines y Mat tiene razón, lo hemos atorado. Mat se queda en la parte de arriba de las escaleras y el sofá entre nosotros y la esquina de las escaleras nos separa, creo que nos vemos bastante idiotas—. Qué suerte que vives en el segundo piso. —Sí, pero nos faltan dos sofás más que están en la recepción y luego hay que arreglar la plomería del baño. —Pinche güey, le hubieras pagado a la tienda para que te subieran estas madres. Como me cagas. —Ya deja de quejarte, güey. Llamaré a Sebas. Marco el número de Sebas y él dice que llegará en veinte