Deseo.

3016 Words
April. Muero lentamente. No sé si muero de vergüenza o de furia, pero estoy muriendo, eso es seguro. La camioneta parece demasiado pequeña para cuatro, siento que la distancia entre Dave y yo es muy corta y necesito respirar otro aire, alguno que no respire él. La música de la radio me desespera, parece que mi papá maneja a diez kilómetros por hora y, conociéndolo, puede que lo haga a propósito. Quizá sus súper sentidos de agente le hayan dicho lo incómoda que me parece esta situación. La verdad es que yo sola me puse una soga al cuello y no tengo idea de qué estaba pensando. Había decidido usar un vestido despampanante para la renovación de votos de mis tíos y el propósito de esto era fastidiar a Dave…, no, la realidad es que no quería fastidiarlo, quería que me viera…, quería que se diera cuenta de mí. Pero no, el idiota me ignoró toda la noche, mucho más que otras veces; no me miró ni una sola vez en toda la fiesta, desde que salimos de casa hasta que apagaron las luces del salón. Y por eso estoy muriendo, porque estoy furiosa conmigo misma por pensar que Dave iba a fijarse en mí, estoy avergonzada de lo que pretendía y estoy… simplemente muriendo. —Fue una ceremonia hermosa ¿No lo creen? Mónica siempre intenta romper los silencios o al menos forzar una conversación familiar entre nosotros, pero hoy no puedo darle el gusto sin contestarle de mala gana. —Muchísimo —responde Dave, pero lo hace tan serio que no estoy segura de si prestó atención a la pregunta o sólo respondió lo que creyó conveniente. Me mantengo mirando por la ventana. No lo mires, April. Mucho menos lo puedo mirar cuando luce tan guapo. La camisa se le pega a su delgado cuerpo y la corbata ya la trae un poco desarreglada, pero sigue luciendo igual de bien para mí; además, huele rico, siempre me ha gustado su colonia y el aroma natural que emana de él. Por esas razones, no puedo mirarlo. —Me pareció un poco larga —dice mi padre—. Ahora sólo quiero llegar a dormir. No he dormido desde que aterrizó mi avión y tú sabes que sólo vine porque me amenazó Lisa. —A un agente del FBI lo amenaza su hermana menor —suelto con ironía. —El poder de las hermanas menores es muy fuerte, ¿verdad que sí, Dave? Yo respondo antes de que él lo haga. —Estoy cansada de decirte, papá, que Dave no es mi hermano. No importa cuántas veces tú o Mónica quieran forzarlo, no somos hermanos. El silencio vuelve a ser nuestro mejor amigo y lo prefiero así, me concentro en mirar por la ventana por otros veinte minutos e ignorar el hecho de que Dave y yo somos obligados a estar juntos sólo porque nuestros padres se casaron. Cuando llegamos a la casa, el único auto que está en la entrada de mis tíos es el de Nathan, pero todas las luces están apagadas. Nosotros, del otro lado de la calle, nos estacionamos frente a la cochera; mi papá apenas apaga el motor y Dave sale de inmediato de la camioneta, dice un seco y corto «buenas noches» y se sube directo a su cuarto. Tengo tantas ganas de aventarle algo mientras lo veo subir las escaleras de dos en dos, pero me limito a esperar que se encierre en su habitación para no tener que verlo más de la cuenta. —Buenas noches, April. —Mi papá me da un beso en la mejilla y sube. Me quedo en el vestíbulo, pero no sola, porque Malvavisco, mi gato que abandoné al irme a la universidad, se acerca a mí para que acaricie sus orejas. —Buenas noches, April. Descansa. —Buenas noches, Mónica. Malvavisco ronronea en mis brazos. No quiero subir porque no soporto tener que mentir todo el tiempo; soy actriz y soy buena, pero actuar frente a tu familia para que no conozcan los secretos de tu corazón es desgastante. Escucho un par de puertas cerrarse, sé que Dave ha entrado al baño porque después de diez años conozco el peso de sus pisadas y la dirección que éstas toman. Y me odio por eso. Y odio más que no pueda dirigir mi odio hacia Dave, al menos no de una forma real. Van varios minutos y él no sale del baño, así que eso me enfurece más. Subo las escaleras, enfadada y recordando que fui ignorada toda la noche, así que antes de entrar a mi habitación toco varias veces la puerta del baño, escuchando el agua de la ducha correr. — ¿Te gusta desperdiciar el agua durante horas? ¡Inconsciente! —grito, sin importarme quién duerme y quién no. No hay respuesta de su parte, lo cual me molesta MÁS, pero poco tiempo después escucho que cierra la llave y el agua deja de caer. Entro a mi recámara y comienzo a quitarme toda la ropa; recordar el propósito con la que me la puse… duele, lastima, me avergüenza. Me pongo el camisón de seda y éste abraza toda mi piel con suavidad. Cuando me acuesto sigo pensando en lo tonta que soy por esperar algo de Dave. Él jamás me vería como algo más que la hija del hombre con quien se casó su mamá, la niña insoportable que no dejaba de hacerle la vida imposible cuando se conocieron, la niña que le dijeron que tenía que cuidar como a una hermana, la sabelotodo con la que nunca puede dejar de pelear, la novia de su hermano de fraternidad…, la niña simplemente. Mi mente se obsesiona con todos esos pensamientos y no me dejan en paz, no puedo ni cerrar los ojos así que para calmarme salgo de la cama y me pongo a ordenar toda la habitación, aunque ya ni siquiera viva ahí. He tenido un flechazo con Dave desde hace unos años, pero pensé que pasaría…; luego, pasar todas estas semanas conviviendo más tiempo y siendo casi civilizados, lo ha empeorado todo. Acepté salir con Spencer, su hermano de fraternidad, sólo por tener un pretexto que no se viera obvio para coincidir de vez en cuando con Dave, las cosas se me fueron de control y terminé siendo llamada: novia; hasta cierto punto, lo acepté, pero sólo para sacarme de la cabeza a Dave, sin embargo, nada ha funcionado hasta ahora. Aunque quizá no he puesto mi mejor esfuerzo en ello. Doy vueltas por toda la recámara y acomodo el librero tres veces. Intento dormir, pero me cuesta mucho. De algún modo lo consigo y veo el rostro de Dave en mis sueños y luego… sus labios sobre los míos, besándome con pasión y como si fuéramos dos personas sin ninguna relación, simplemente dos jóvenes que se encontraron por casualidad en la calle. Me besa y la sensación que me provoca hace que vuele, que me sienta como el aire. Luego nos descubren… mi padre, su madre, mis tíos, toda mi familia… que también es la suya. Despierto sobresaltada. El reloj marca las dos de la mañana y mi sueño se ha ido, así como las ganas de dormir. Me encuentro algo alterada, como si la sensación de sus besos aún estuviera presente y sus manos me tomaran la cara vívidamente; estoy acalorada, más que nunca, y quizá debería sentirme mal por el rumbo que están tomando mis pensamientos, pero no puedo… porque lo deseo. Necesito agua, definitivamente necesito refrescarme y olvidarme de todo. Así que salgo de mi cuarto sin hacer ningún ruido, dejo la puerta cerrada y ando en puntillas descalza. Ver su puerta hace que mi interior aletee, preguntándome cómo es posible que duerma tan plácidamente y yo sea incapaz de cerrar los ojos sin verlo en mis sueños. Maldito. Bajo las escaleras con cuidado y sin hacer ruido, pretendiendo que nada está pasando. La estancia está quieta y en silencio, lo único que se alcanza a distinguir en una figura de Cristo que Mónica insiste en tener en la entrada, casi brillando en la penumbra que viene desde fuera. ¡Ah! Me pregunto cuántas veces Mónica rezaría por mí si supiera mis mayores secretos. Voy a la cocina y me encuentro… a Dave. Está inclinado sobre la barra con una jarra con agua y un vaso frente a él, viste sólo un pantalón de pijama y tiene el torso desnudo. Siempre había pensado que era alguien delgado sin más, pero hay más en él y lo estoy viendo por primera vez. Se da cuenta de mi presencia de inmediato y me mira ¡Por fin me mira! Pero no lo hace como otras veces, de hecho, me mira como ninguna otra vez…. me mira como siempre he querido que lo haga. Su mirada recorre mi cuerpo de arriba a abajo, después traga visiblemente y luce como si se hubiera rendido después de una larga carrera. No pienso dejar que crea que puede intimidarme, así que avanzo lentamente y me sitúo junto a él, sabiendo perfectamente que sí estoy asustada y que las piernas podrían empezar a temblarme. —Tenía sed. —Es lo único que se me ocurre decir. No me quita la mirada y eso hace que todo a mi alrededor se sienta como un cable de alta tensión. Pone su vaso frente a mí y, sin dejar de mirarme, lo llena de agua. La forma en la que me mira hace que se me corte la respiración y que ansíe más su cercanía; mi sueño se me viene a la mente, justo ahora se siente tan real y necesito toda mi fuerza de voluntad para no apretar los muslos y que Dave se dé cuenta de mi reacción física frente a él. Tomo el vaso con agua y bebo el contenido de un jalón. Control, April. Todo bajo tu control es mejor. — ¿Mejor? —pregunta con la voz entrecortada. —No. —Lo sé. Siento que no puedo respirar lo suficiente y cuando despego los labios en busca de más aire tengo la urgencia, no, tengo la necesidad de besarlo, como si mi vida dependiera de eso. —Hoy lucías… muy bien —dice. El mundo está en silencio, nosotros somos las únicas personas existentes y no hay nada que nos detenga. La luz de la luna o de las farolas, yo que sé, se filtra por las ventanas de la cocina, contorneando nuestras figuras, iluminando nuestros rostros urgentes de deseo. Nunca hasta este momento he pensado que Dave sintiera algo por mí, pero esto… sus deseos gritando a través de su piel, son algo. —Es curioso que lo digas porque no me miraste en todo el día. Dave resopla sin gracia alguna. —No podía mirarte sin que alguien lo notara. En algún momento nos hemos acercado sin que me diera cuenta, porque ahora estamos el uno frente al otro con apenas unos centímetros de espacio. — ¿Qué cosa? Ninguno es el responsable único de lo que pasa entre nosotros, somos los dos los que no resistimos un segundo más y nos lanzamos al otro. Nos besamos. Dave y yo. Dave me toma de la cintura y me acerca a su cuerpo mientras tomo su cabeza para acercarlo a mí. Nuestro beso es desesperado y apasionado, no hay límites por primera vez y explotamos el uno dentro de la boca del otro. Me toma de los muslos y me carga para dejarme sobre la barra, enredo mis piernas en su espalda baja y lo acerco tanto como se pueda a mi cuerpo; hay una parte de mí que lo desea y que se fascina con la fricción que provocan nuestros movimientos. Sus manos suben y recorren mis piernas, pasando por debajo de mi camisón hasta llegar a mi trasero; lo jalo sintiendo aún más su m*****o por encima de mi ropa, pasando mis manos por todo lo largo de su espalda y sintiendo sus besos por el largo de mi cuello hasta mis pechos. Suelto un gemido dentro de su boca y eso me prende más, creo que a él también porque aumenta la intensidad de todas sus caricias y yo, conteniéndome, clavo mis dedos en su espalda hasta bajar a la última línea de su espalda. El ruido de algo estrellarse es lo que nos hace separarnos de golpe, por un segundo creo que mi papá nos ha encontrado, pero luego escucho el maullido de Malvavisco y lo veo encima de la barra mirándonos directamente, como si nos estuviera acusando. Mi gato ha tirado el vaso al suelo y se ha hecho añicos, pero no importa si pensamos en lo que ha parado entre Dave y yo. Nos miramos y ninguno puede creer lo que acaba de pasar, sigo respirando de manera entrecortada, pero ya no tengo la urgencia de estar sobre Dave, es como si un balde agua fría hubiera caído sobre mí, me trajo a la realidad y me recuerda que estoy en la casa de mi padre y su madre, y que en cualquier momento pueden bajar a la cocina y ver lo que acabamos de hacer. —Tengo que irme. Salgo corriendo de ahí y casi cayendo al piso por tratar de evadir los vidrios rotos, pero soy lo más silenciosa posible al subir las escaleras y cerrar mi cuarto. Me desplomo justo detrás de la puerta y los últimos momentos se reviven en mi mente una y otra vez, también en mi cuerpo. Sigo temblando ante el recuerdo de su tacto y mis dedos recorriendo su pecho casi hasta llegar a zonas inexploradas. Mucho tiempo más tarde escucho que Dave entra a su habitación, por un absurdo segundo me pregunto si entrará para hablar de lo qué pasó, pero no lo hace y yo me meto a la cama de nuevo sin esperanzas de poder dormir en lo absoluto. --------------- Me despierto por la luz que entra por mi ventana, no tengo idea de cuánto tiempo dormí, pero quizá fueron sólo cinco minutos porque siento como si un tráiler me hubiera pasado encima. No tengo idea de qué hacer ni decir, no quiero salir de mi habitación porque no sé si seré capaz de actuar lo suficientemente fría para enfrentarme a Dave, no sé si podré mirar a mi padre y a Mónica y no sentirme culpable, sucia. Debo hacer un plan, no es correcto simplemente evadir el tema, creo que tarde o temprano Dave y yo tendremos que hablarlo y le diré que estaba algo tomada y ya está; quizá no sea cierto, pero soy capaz de mentir perfectamente bien. Lo mejor será pedirle a mi prima Issa que cambie lugar con Dave en el avión de vuelta a casa y hablaré con él al llegar a New York cunando estemos solos. Nadie tiene por qué enterarse de esto. Bajo a desayunar después de bañarme y cambiarme, porque seguro que no voy a bajar en camisón para que Dave me vea de nuevo en él. Demonios, creo que nunca volveré a ponerme ese camisón. En el frío y perfecto comedor de mi casa, ya están Mónica y mi padre, pero no hay ningún rastro de Dave. —Hola, no quise despertarte, pero todo sigue caliente. Hice huevos a la mexicana, te puedo traer un plato. —Gracias, Mónica, no te molestes, yo me sirvo. Buenos días, papá. —Buenos días, April. Voy a la cocina y busco a Dave, pero tampoco está ahí. Sólo me sirvo comida para que no sospechen nada, aunque lo último que quiero es comer; ahora solamente estoy pensando en… él. Regreso al comedor luciendo perfecta y tranquila, como si nada. — ¿El holgazán de Dave aún no puede levantarse? —pregunto de lo más casual mientras tomo un pan. —Oh, no, se levantó muy temprano en la mañana y dejó una nota… se fue —informa Mónica. No puedo evitar levantar la mirada a medio bocado, pero aun así obligo a mi rostro a permanecer inexpresivo—. Al parecer tenía que arreglar unos problemas con algunos chicos de su fraternidad. ¿Ah, sí? ¡Qué conveniente! —Pues qué maleducado por sólo dejar una nota. —April… —advierte mi padre porque cree que infantilmente empezaré a atacarlo. —Es la verdad. ¿Quién deja una maldita nota y no dice nada más? Creo que puedo reventar de furia. —April, tiene razón, Fred —le dice Mónica a mi padre—. Por eso llamé a Dave y le grité por teléfono que la próxima vez que se vaya sin despedirse, iré por él a New York para humillarlo frente a sus amigos universitarios. Ella sería muy capaz de hacer eso. Me saca una risa sincera y algo de mí desea que lo haga. — ¿A qué hora sale tu avión, April? —A las dos y media. —Muy bien, pues date prisa. Le dije a Lisa que yo los iría a dejar al aeropuerto. —Sólo si dejas la pistola en casa, papá. —Nunca salgo sin ella, no, señor. Por cierto, te dejé un cheque sobre la mesa en la entrada, no olvides tomarlo. —Gracias. Luego Mónica empieza a hablar de otras cosas, creo que nos incluye a todos en su plática, pero no tengo humor para prestar atención suficiente. Dave se fue porque no quiere verme, porque no es capaz de enfrentar lo que pasó. Prefirió irse y evadir el tema ¿Quién demonios se cree? ¿Qué espera que haga yo? ¿Llamarlo y rogar por su atención? Puede irse al infierno. No pienso darle la satisfacción de que crea que me dejó afectada o que me moriré sin él, así que si pretende que hagamos como si nada de esto hubiera pasado… así será. Volveremos a New York, cada uno a su vida y volveremos a odiarnos, nada cambiará, seremos los mismos de siempre, no quedarán rastros de un momento de deseo. Eso fue todo: deseo; nada oculto detrás de eso.
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