Capítulo I

1429 Words
Necesito unas vacaciones para despejarme, tener veintinueve años, ser independiente y manejar mi propia empresa, no es trabajo fácil, menos ahora que se ha convertido en una de las compañías constructoras más importantes del país, haciéndome una de las mujeres más jóvenes y multimillonarias en el ramo de la construcción. No ha sido nada fácil, muchos acreditan el éxito a mi belleza física o suponen que he estado de cama en cama para llegar a tanto en tan corta edad y ambos prejuicios no podrían ser más equivocados, pero, ¿acaso a las actrices o cantantes también los demeritan de esa manera por tener tanto dinero siendo jóvenes?, no hay nada que me ponga más de malas que esas especulaciones que siempre leo en artículos sobre mi vida privada. Quitar todos esos prejuicios es inútil y un tremendo dolor de cabeza. Hace un año decidí que ya no me interesaban esos chismes que tanto se esmeraban en escribir y confabular sobre mi éxito económico en el ramo de la construcción, no ha sido fácil sobresalir en un ramo que está “destinado” a los hombres, porque claro, sociedad machista, pero eso ha sido un impulso en mi vida, tuve que aprender y trabajar también en otras empresas para tener más experiencia y es algo que comencé a hacer desde que estaba en el tercer semestre de la carrera, todos esos sacrificios me han ayudado a llegar hasta donde estoy ahora. Ser mujer tiene sus ventajas, pero mi forma de ser tan sociable, me ha facilitado las herramientas para conocer a muchas personas en el ramo y ganarme su confianza, y claro, de esta manera poder cerrar tratos y crear vínculos. Comencé esta compañía con la mayor parte de mi sueldo de la última empresa en la que estaba, ya tenía algunos pequeños clientes, lo que me ayudaba a tener más confianza en lo que hacía, después fui buscando pequeños inversores, pero admito que no fue nada fácil buscar y convencer. Por un momento creí que tendría que asociarme con inversionistas, pero todo fue mejor cuando me contrato una empresa extranjera para llevar a cabo el proyecto de una importante cadena de hoteles aquí en México, todo ello gracias a que sin saberlo me hice amiga del nieto del socio con mayor inversión y me recomendó, si, el mundo es muy pequeño y si estas listo todo llega por sí solo. - Arqui, en quince minutos comienza la junta con los propietarios para la presentación del proyecto - me informa mi secretaria después de haber entrado a mi despacho. - Gracias Matea, en cuanto lleguen hazlos pasar a la sala de juntas - respondo con la mirada fija en mi portátil mientras estoy apuntando los últimos detalles de la presentación, pero mis pensamientos están divagando en que me merezco unas vacaciones, ella no dice más y sale. Estoy por firmar un contrato para un proyecto en Canadá, mi segundo proyecto internacional, sinceramente me entusiasma bastante, pues se trata de una combinación de museo, galería y jardín botánico, algo que nunca había proyectado y me siento feliz con el resultado esperando respuestas positivas al concluir la junta. Profesionalmente hablando, mi vida va viento en popa, soy de las mujeres más jóvenes y millonarias con una profesión ajena a la actuación o modelaje, hace dos semanas salí en la portada de Forbes lo cual creo que ya dice algo importante de mí, a veces me parece alucinante todo lo que he logrado, digo, soñaba con poner mi empresa, pero nunca me vi más allá de algunas pequeñas construcciones o centros comerciales. Nunca fui una chica rica, padres normales con un promedio de vida medio - alto, nunca me falto nada, teníamos dinero para tener una buena calidad de vida, pero nunca llegamos a los excesos, y siempre tuve todo su apoyo para cumplir mis metas. Soy la menor de tres hijas, todas mujeres, mis hermanas son mi brazo derecho en la empresa, Ágata es la más grande, tiene 36 años y es madre soltera, además de ser contadora, así que ella es la que administra mis finanzas y Bittori estudió marketing y publicidad, además de ser mi manager, es quien me coordina todo lo social y el poder darnos a conocer a través de la publicidad, también lleva las ventas de bienes raíces, además de conseguir nuevos clientes y proveedores, no sé qué sería de mi sin ella, a sus 32 años está a unos meses de casarse, lo cual me emociona, pues me encantan las bodas. La junta fue asombrosa, después de escuchar un, “That’s amazing!", por parte del propietario sabía que ya tenía esto ganado, pero es que en realidad el proyecto ha quedado alucinante, cuando presente la propuesta estaban bastante entusiasmados pero después de ver el proyecto creo que han quedado satisfechos, ahora solo falta hacerlo realidad, la parte más dura sin duda. Así que después de firmar el contrato, quedamos en volver a vernos en tres semanas en Toronto, aunque no quiero, sé que tendré que quedarme al menos dos meses en lo que organizó el equipo, los permisos, proveedores, maquinaria, en fin, todo y sin duda Bittori se va conmigo al igual que Matea. Quería unas vacaciones a un lugar diferente, pero no unas en las que estaría trabajando como loca. - ¡Ha ido genial! – dice Bittori después de que se han ido los clientes y nos quedamos solas en la sala de juntas - ¡Qué emoción!, aunque seguramente a Carlos no le parezca tenerme tanto tiempo fuera – sé que eso le preocupa, la mueca que hace me lo confirma, aunque intenta disimularlo. - Si que ha ido fantástica – digo sin emoción dejándome caer sobre el respaldo de la silla, el trabajo me tiene exhausta. - ¡Vaya hermana! ¡Cuánta emoción, me la estas contagiando! – dice sarcástica - Uff, el trabajo me tiene cansada a más no poder, necesito unas vacaciones urgentes. – resoplo ante ese hecho, es cierto, no he tenido vida en absoluto en los últimos ocho meses. – En cuanto a lo de Carlos, no te preocupes, que él vaya una semana a visitarte o tu vienes, los gastos corren por mi cuenta, al menos después de haber contratado a todos – digo clavando mis ojos en ella. - Vale, lo hablare con el antes a ver qué pasa, pero es que en nueve meses nos casamos y yo no he visto ni la iglesia – dice afligida - ¡Venga! Entonces vamos de una vez, el mayor pendiente que teníamos ya está listo – digo sonriendo y poniéndome de pie y ella me mira alegre. - ¿Deberíamos decirle a Ágata? – cuestiona dudosa. - Mmm, no creo que quiera, está haciendo la declaración de fin de mes, pero de regreso le traemos esos croissants rellenos que le encantan. - Acepto, pero si nos dice que por nuestra culpa se está poniendo gorda me comeré ese croissant enfrente de ella por mal agradecida. - Ya payasa, mejor vamos a apartar la fecha de tu boda de una buena vez, pero oye, ¿no se supone que el novio debe de ir con la novia? - Eso… pues las palabras de Carlos fueron “Tu escoge la iglesia y el salón, confió en tu buen gusto, pero yo te acompaño a elegir todo”, - dice imitando el tono de voz de su prometido y trato de contener la risa - aunque a mí me suena que se refería más a ir a probar los platillos que a elegir el color de los manteles – sin poder seguir evitándolo me río – no te rías mensa, siempre creí que esto lo haría con mi futuro esposo y ahora lo hare contigo. - ¡Oye! No soy mala eligiendo - digo ofendida. - Bueno… no lo decía por eso – suspira - da igual, de todos modos, tienes mejor ojo que yo para lugares bonitos, vamos. […] Elegir la iglesia con Bittori fue todo un reto, pero al final lo logramos, sería en un pueblito que está a media hora, todo porque la iglesia es de un estilo barroco que nos ha enamorado; pero el salón, hemos ido a ver dos y ninguno nos convenció y ya era hora de volver a la oficina, pues Matea necesitaba enviar muchos permisos que yo debía de revisar, aun así, mi hermana tiene que al menos ir a escoger el salón con su prometido, ya le haré una intervención a Carlos antes de irnos.
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