Eduard esperaba en la fría madrugada que se vivía en esa zona donde la niebla ocupaba todo el espacio y se colaba bajo sus prendas costosas. Vio a Emira salir, Saul la esperaba con el corazón en un hilo mirando a su hija despedirse de los empleados que la habían visto crecer y otros que crecieron a su lado. -Estoy lista, papá- dijo llegando a él y sin decir nada su padre la abrazó con fuerzas, pidiéndole disculpas sin que lo supiese, arrepentido por haberla vendido, porque así se sentía aquel cambio de una vida por otra donde su peor enemigo era la espada y la muerte de su amada era una pared-Papá….¿Y mi madre? Saúl tragó grueso y acarició el cabello de su hija. -Ella...Ella te ama, hija, te ama tanto que es por eso que no está aquí- aseguró pidiendole a Dios perdón por mentir- Tu ma