-¿Hello?- Eduard sonaba risueño y una voz femenina de fondo llegó a los oídos de Jordan. -¿Qué haces, padre? -Ocupandome de mi vida- le replicó el viejo- Algo que deberías estar haciendo tú también. Jordan se rió entre dientes. -También estoy en eso. -¿Ah sí?¿A donde dejaste a tu salvaje? -Está poniéndose hermosa… Para mí- se giró y miró a Emira quien era mimada por ahora una pedicurista. Eduard se rió con ganas. -¿Es decir que ya domaste a Emira? No me lo creo, no tan sencillo, Jordan- bufó- your feral pet is go to surprise you anytime- su hijo sonrió malicioso. -Cuando ese momento llegue, estará tan prendada a mi que dudo mucho que me muerda. “O al menos eso espero” dijo esa vocecita en su interior a la que intentaba ignorar la mayoría de las veces. -No te equivoques, hijo. Es