Parte dos: Capítulo V: Enfermo De Amor

1373 Words
—Deja de manosearme y suéltame. —lo empuja con todas sus fuerzas. —No quiero. —dice con suavidad sin dejar de verlo. —Quiero verte más tiempo así, sonrojado, cariñoso y aparentemente enojado. —acaricia las mejillas del contrario con suavidad. —¿Sabías qué pensaba en ti como “Murphy, el llorón de Belfast”? —sonríe ampliamente al recordarlo. —Recuerdo que… ¿Por qué me miras así? —pregunta inocente, causando una suave sonrisa en el joven que acuna sus mejillas. —Te ves diferente. —suspira con suavidad. —Por favor, sigue así señor Ansgar, estás haciendo un buen trabajo. Sonríe más. —Tú… —Señor Ansgar. —¿Qué quieres Mabel? —Su hermana lo está esperando. —En 30 minutos estoy allá. —suspira, rendido, rendido ante los pies del castaño que dijo aquellas palabras que alguna vez su madre dijo dulcemente: Estás haciendo un buen trabajo mi pollito, sonríe más. Siente sus ojos arder y rápidamente abraza al chico para hundirse en él y morir en su dulce aroma. —Tú siempre has sido el bebé. —ríe con suavidad el de ojos cafés. —Vamos a bañarnos, vestirnos y bajar a ver a esa perra. —Es tu hermana, respétala. —Si supiera las cosas que me dice a mí. —Ustedes son hermanos por algo. Son igual de mal educados y mal hablados. —Qué sexy se escuchan tus regaños. —Loco. —ríe con fuerza al sentir pinchazos en sus costados. —No me hagas cosquillas. —Es mi venganza. —¡Hijo de puta, no tengo por qué esperar! —Con fuerza patea las puertas de la habitación, asustando a la pareja que observan a la Madtsoia, irritada más de lo normal. —Bájale a tu mierda. —Ansgar deja al chico finalmente no sin antes propinar una nalgada. —¡Alessandro! —sonrojado, golpea su brazo y se aleja rápidamente para saludar a Ellinore. —Hola, ¿estás bien? —toca las muñecas de la azabache que instantáneamente calma su ira y respira con regularidad. —Sí, estoy bien. —aleja su mirada levemente sonrojada. —¿Pasó algo? —Sí, bueno, dos cosas. —carraspea su garganta y se compone. Mientras tanto, el rubio observa estupefacto la escena. —La primera es que Harry no ha vuelto a hablarme desde ese día en que salió corriendo de mi humilde hogar. —Lo estabas persiguiendo como una loca, deja de mentir. —Hans se cruza de brazos. —Recuerda lo que hablamos. —Con sus dedos hace gestos como si estuviera tecleando un teléfono. —El punto es que no quiere hablarme, no sé qué estoy haciendo mal. —Ellinore no dudo que cada vez que le has pedido disculpas solo hablas de eso. —La fulmina con la mirada. —En eso se parecen ambos, aunque Ansgar ha mejorado. —El rubio, burlón, sonríe a su hermana sintiéndose victorioso. —Aunque también es un zopenco como tú para pedir disculpas. —¡Oye! —El punto es que debes ser paciente. —suspira y palmea su hombro. —Es bastante irónico. Saben manejar empresas y encima una mafia de más de 100 años de existencia, pero no saben pedir disculpas. Qué adorables son. —asiente pensativo y camina distraído al baño. Aquel chico tiene una habilidad para perderse en su propia mente rápidamente. —Voy a bañarme. Los hermanos se miran uno al otro detenidamente como si aquellas palabras de la ardilla de ojos cafés tuvieran un sentido filosófico importante. —¿De verdad somos tan parecidos? —pregunta la azabache arrugando la cara. —Qué asco, no, jamás. —arruga rápidamente su rostro, pensativo. —Es cierto. —suspira. —Ah, sí, la otra cosa. Recuerda la reunión de hoy con nuestra gente, además te sugiero que Hans se quede en la casa de la abuela exploradora. —¿Por qué? Él está seguro… aquí… Ellinore. —Los Laska quieren asistir a la reunión para negociar. —Hijos de puta. No les bastaron las fábricas en la costa. —Bangor nunca es suficiente para nadie. Entiendo que querías complacerlos y ciertamente funcionó, aparte del “pequeño” regalo de 500,000,000 de euros que le diste a su hijo menor, claro que sí… pero, Pablo le habrá lavado el cerebro y mis sospechas van relacionadas con la mafia siciliana, ¿sabes que se está acabando? —Sí, y también que los activos están en venta y que estamos al tanto de ellos. —Eso significa que nuestro imperio sería uno de los más grandes y también... —La extinción de Le Firenzes. —No lo grites tan alto, las paredes tienen oídos. —sonríe con socarronería al ver la puerta del baño. —No tan alto, hermanito, si lo escucha lo condenas. —Ya está condenado con solo haberme besado hace 8 meses. —Estaban en crisis y a ti te dio la gana de besarlo. —se deja caer en el sofá. Suspira. —Harry no quiere hablarme. —Yo tampoco querría hacerlo después de que me persiguieran como si estuviera en Resident Evil 4 —se sienta a su lado. —Parecemos unos imbéciles. —¿Por estar enamorados? —Sí, ¿te gusta? —Sí. —sonríe con suavidad. —A mí también que me llamen loca. —Más bien esquizofrénica de cuarto nivel. —Eso ni siquiera existe —golpea el abdomen del contrario y pellizca sus pezones. —¡Ah, Ellinore, déjame! —ríe a carcajadas —¿Ah, sí? —pellizca los pezones de la azabache, causando que esta caiga de espaldas chocando con el brazo del sofá y posteriormente termine en el piso dolorosamente. —Hijo de puta. —ríe dolorosamente. —¿Hace cuanto no jugábamos así? —suspira sintiendo la nostalgia crecer en su pecho. —Desde que mamá murió. —sonriendo ligeramente agitada, cierra sus ojos y golpea el brazo de su hermano. —No llores o te golpeo. —No lo haré. —toca la frente de la azabache y acaricia suavemente. —No lo haré. —¿Mabel, grabaste esto? —sonriendo con genuina alegría, observa al par sentado en la mesa, enternecido. —¿Mabel? —Sí, señor, lo he grabado todo. ¿Quiere una copia? —Sí, envíala a mi teléfono. —Oye, tu novio anda muy “yo me mando”. —dice fingiendo ofensa. —Yo no sé nada. —Oye, fuera de broma, recuerda la reunión de hoy. No puedes faltar. —Ellinore se levanta rápidamente y sacude sus vestimentas. —Me retiro. Iré a la casa de la abuela, alias sopa de huevo envenenada. Adiós. —patea la pierna de su hermano y huye rápidamente. —Perra. —masculla dolorido. —Levántate. —toma el brazo del rubio. —Debemos ir al mercado. —¿Para? —Debemos ayudar con el mercado de la abuela Dora. De paso la saludas y demás. —¿Y por qué Harry no lo hace? —sonríe con malicia. —Sabes perfectamente el porqué. —Es increíble. Es la primera vez que escucho que huyen de mi hermana de esa manera, al menos su novio y el primero que tiene en toda su vida. —bosteza y aprisiona la cintura del chico. —Alessandro, ya basta. —Un poco más y nos vamos. —frota su rostro en el estómago del castaño. —Hueles a jabón con forma de pato. —Tonto. —ríe con suavidad. —Oye… —juega con sus dedos suavemente. —¿Sí? —Quiero que sepas que no es con la intención de causarte dolores de cabeza, pero podrías hablar de la situación con… —No. —Por favor, solo si me das más detalles puedo ayudar a generar mejoras estrategias para la compra de los activos. Obtendremos ventajas de manera silenciosa… ¡Ah! —cae repentinamente sobre el cuerpo del contrario, quedando cerca de sus labios. —Hablaremos de eso después de la reunión, señor Hans. —De acuerdo. —traga con dificultad. —Vaya infierno en el que te has metido. —dice con suavidad cerca de aquellos labios dulces y regordetes. —Vaya lío.
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