Parte tres: Capítulo I: ¿Qué tan lejos huirás de mí, señor, H. M?

1237 Words
Mientras disfrutan de la atmósfera animada, Harry nota la mirada penetrante de un hombre que pasa cerca de su de ellos, disminuyendo así el sonido de sus carcajadas. “No puede ser”, Hans piensa y traga entero al alejar la vista del tipo que disimula leer un par de libros de la pequeña tienda al aire libre y deja notar, la pequeña insignia en su muñeca de la empresa Rockefeller. “Carajo”, muerde su labio inferior. —Oye, ¿ya está el helado? —Aquí tienes. —entrega el joven de ojos coquetos. —Oye, por cierto, me llamo… —No me interesa saber quién eres, él es mi novio, ten un poco de respeto. —acaricia la mejilla de Pakpom, quien estupefacto asiente. —Vamos amor. —Hans toma la mano del susodicho y se aleja. —Oye, ¿qué fue eso? —rompe a carcajadas. —Estaba de fastidioso. —alza sus hombros, y sigue caminando sin soltar la mano de Pakpom. —¿No vas a soltarme? —En cuanto salgamos de su panorama, sí. —suspira. —Mira y aprende a como quitarte a un casanova de encima. —Observa como las gotas de lluvia empiezan a caer suavemente sobre sus rostros y se refugian tan rápido como pueden en un puesto de ensaladas de pollo. Con una sonrisa traviesa, Hans se acerca a Pakpom y, con un gesto rápido, pero calculado, le planta un beso en la mejilla. Pakpom, sorprendido por el gesto parpadea un par de veces antes de sonreír y devolver el gesto con una mirada cómplice. —Creo que ni te va a volver a mirar. —ríe suavemente. —Eso espero. —ríe de igual manera. —¿Corremos? —Claro, si no nunca saldremos de aquí. —¿Preparados?, ¿listos? ¡Ya! Con rapidez los dos se toman de la mano y comienzan a correr bajo la lluvia que se hace cada vez más fuerte, riendo y disfrutando del momento. La adrenalina de la carrera y la emoción del instante hacen que olviden por un momento las preocupaciones que habían estado rondando sus mentes, uno con el corazón a la espera de ser correspondido y otros con el deseo de reparar el suyo a punta del dolor de alguien más. Sin embargo, en lo profundo de su conciencia, Hans sigue sintiendo la mirada fija del aquel hombre, que seguramente estupefacto y con la noticia del momento recibiría toda la ira del temido mafioso de Belfast. —Por fin. —jadea exhausto con las bolsas en mano. —Me muero de hambre y Harry debe estar que se come el sofá. Vamos. —En un momento entro, debo hacer una llamada. —jadeante Hans saca su teléfono y empieza a marcar. —De acuerdo, te esperamos y no para comer. —Idiota. —sonríe. —¿Noir? —Amor mío. —suspira desde el otro lado de la línea aquel hombre de cabello n***o largo hasta los hombros, sonrisa picara y ojos color esmeralda. —¿Cuándo me dejarás invitarte a salir? —Nunca he dicho que no lo hagas, solo que no lo voy a aceptar. —niega con la cabeza. —Dios, qué fiera, me encanta. —toma un poco de agua. —¿Lo viste? —Carajo, sí, ¿por qué no me avisaste antes? —No era conveniente, lo mejor es hacerles creer que no tenemos nada que ver entre nosotros de momento, sabes que si se enteran de que hay un informante buscarán hasta debajo de las piedras. —bosteza, pues zona horaria en Italia claramente es mucho mayor. —Ya me encuentro en Italia y mañana ustedes también estarán aquí… —¿Va a venir cierto? —Sí y en persona. Ambos hermanitos, te recomiendo disfrutar tus últimas horas en Tailandia. —Lo suponía. —acaricia su cabello con frustración y lanza un resoplido que termina por causar gracia a Noir. —No es gracioso. —No me rio porque sea gracioso… —Expresa con suavidad mientras toca las orillas del vaso con agua. —Ya me tengo que ir. —carraspea su garganta ligeramente. —Saldremos a primera hora, adiós. —Hans, espe… —La llamada da terminación, dejando a un Noir sonriente. —Dios… qué chico tan insolente… —musita y relame sus labios con suavidad, pensativo. —Vaya que eres inalcanzable Hans Murphy. —cierra sus ojos, entregándose al sueño poco a poco. Mientras tanto un ansioso joven Murphy, muerde la yema de su dedo índice derecho, “¿Cómo se atreve a buscarnos después de lo que hicieron?, ¿acaso no fueron suficientes las pruebas para alejarse? Por supuesto que sí, pero son ello, los malditos Rockefeller, tan malcriados y con la estúpida idea de pedir perdones a la puta fuerza”, piensa y respira hondo, agachándose cansado mientras las gotas de lluvia siguen cayendo, esta vez con mayor suavidad. Chasque la lengua y rasca la parte trasera de su cabeza, para luego levantarse y entrar como si nada hubiese pasado. —Oye, estuvimos a punto de comérnoslo todo, ¿qué tanto hablabas? —pregunta el de ojos celestes con las mejillas regordetas de carne de pato. —Con Noir. —¿Pasó algo? —Lo mira expectante. —Hans. —Un tipo nos estaba siguiendo mientras estábamos en la plaza. —Con pesadez se deja caer en la alfombra, sentándose junto al par. —Tranquilo, Pom, no lo habrías notado, pero solo lo sentí… tienen una forma de particular de acosar los agentes de las empresas de los Rockefellers. —¿Los siguió hasta aquí? —alarmado intenta levantarse. —No, no, siéntate. Claro que no, no lo tiene permitido estoy seguro. —suspira. —Pese ello… —toma un camarón con fruta y lo mete a su boca. —Nos iremos mañana por la mañana, podemos tomar el vuelo a la hora que queramos, pero dadas las circunstancias tendremos que irnos tan pronto podamos… —¿Ellos..? —Sí, probablemente. —Ya veo… —limpia su boca suavemente con una servilleta, mientras aparta la mirada. —Ya terminé, iré a dormir, con permiso. —Harry, ¿estás bien? —Pakpom trata de acercarse, pero este rápidamente se levanta y sale de la oficina sin más. —Déjalo ir. —musita, sintiendo la garganta seca. —Sabes más o menos lo que hemos vivido, así que por favor, solo no preguntes demasiado, incluso es por tu propio bien. Así que danos un poco más de tiempo, realmente quiero que hagas parte de este proyecto empresarial, pero… debemos confrontar a cierto tipo de personas, a… a un par en específico. —sacude su cabello. —¿Puedes tener un poco más de paciencia? —Hans. —Con dulzura acaricia la cabeza del azabache. —Claro que sí, les he tomado mucho aprecio y agradezco que tomen mis habilidades para esto que están construyendo… y aunque no deja de ser algo frustrante en ocasiones, espero poder saberlo con mayor detalle más adelante. —palmea la cabeza del joven. —Así come todo lo que quieras, estas delicias tailandesas no las encontrarás en ningún otro lugar. —sonríe con suavidad al escuchar la delicada risa del contrario. —Les ayudaré a empacar mañana temprano, ¿está bien? —Está bien. —Le mira aliviado. —Solo un poco más y podremos contártelo a todo.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD