Mi primer trabajo, ¿acaso veré al diablo?

674 Words
The Java Jive por The Ink Spots, retumban dentro de aquella pequeña habitación con suavidad y agrado, causando una sonrisa soñadora en el joven de cabello castaño claro que se encuentra dormitando, soñando con lo inalcanzable o al menos eso cree. Con suavidad se remueve, estira su delgado cuerpo, cuyas proporciones son saludables para vivir y no morir por alguna enfermedad, “Papá siempre es tan exagerado”, piensa aún somnoliento en las palabras de su padre, “Come más carne de cerdo, pareces un MariaPalitos. Creo que tienes más cintura que tu madre, ¿será que te bautizamos mal?”, ríe con suavidad, aún adormecido y frota finalmente sus ojos. Repentinamente, entre su despertar agradable y cálido, tocan la puerta una y otra vez, despertando finalmente de la somnolencia. —¡Hans Engla Siu Murphy Doyle, abre la puerta ahora mismo! —Furioso, Harry Connor Williams, toca la puerta desesperado y preocupado. —¿Ahora qué pasa? —Con el cabello hecho un desastre observa a su mejor amigo, Harry, que palidece y se agarra los cabellos. —Dios mío, Dios mío. —camina de un lado a otro exasperado. —¿Qué?, ¿qué pasa? —pregunta confundido. —¡¿Cómo, qué, qué pasa?!, Hans, hoy tienes la entrevista en Ansgar Rockefeller. —suspira al ver los ojos sorprendidos y ansiosos del joven que tapa su rostro segundos después. —Dios, yo te recomiendo, mi jefe interno va a matarme. —El teléfono suena repentinamente captando las miradas de ambos. —Hola. —contesta temeroso. —¡Oh, es una pena, ya estamos más que preparados, pero tranquilo señor, llegaremos a las 12 en punto! —Con el rostro reluciente asiente varias veces. —Hasta luego entonces, gracias por el aviso señor. —cuelga y rápidamente empuja al chico al interior de la pequeña casa. —Ve a bañarte, tienes dos horas para alistarte y por pendejo te doy 40 minutos, y salimos de inmediato para estar antes ahí para la inducción. —De inmediato, lo siento, me quedé dormido, pensé que habían pasado 5 minutos. —Por Jesucristo todos pensamos eso Hans. —suspira y se sienta en la cama. —Apúrate, no llegaremos tarde esta vez, tienes mucha suerte, niño Murphy. —Lo siento. —avergonzado, acaricia su cuello y entra a la ducha rápidamente. —No olvide alistar todo, eso sí. —Eso me alegra, si no te hubiera golpeado. —Qué cruel. —Lo sé. —suspira pensativo. —Esto es una locura, Hans. Tanta es tu suerte que trabajaras en la empresa que quieres y casualmente el hombre por el que se te mojan los calzones será tu jefe. —Podrías ser más sutil. —dice aquello mientras termina de restregarse con el jabón de avena. —Solo iré a trabajar. —Sí, claro, mientras lo miras como el mayor tesoro de un pirata. —Di lo que quieras… además, nunca le gustaría. —Un silencio incómodo se forma entre ambos. —Di algo, no me hagas sentir incómodo. —¿Qué quieres que te diga?, a Ansgar Alessandro Gabriele Jörgensen Rockefeller le gustan las mujeres, tanto que ha peleado con las revistas para que dejen de tratarlo como un Pluma blanca. —suspira preocupado. —Por favor, prométeme que no te acercarás a él, solo has tu trabajo y luego conseguiremos ese permiso para irnos al exterior y conseguir esa beca. —Lo sé. —dice aquello con ojos nostálgicos. —Conseguimos esa beca y busquemos otra vida. —sacude su cabeza. —Promételo. —¿Qué? —Que no te enamoraras del Paladín del Norte más peligroso de Belfast. —Prometo que no permitiré que mi corazón se enamoré más de Ansgar Alessandro Gabriele Jörgensen Rockefeller. —Eso espero, solo un año, Hans, solo un año. —Solo un año. Cierra sus ojos pensativo, sintiendo el agua tibia, quitar la suciedad y el jabón de su cuerpo. “¿En qué clase de umbral de ultratumba me he metido?”.
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