Parte dos: Capítulo II: Amargo y dulce como la flor de loto

1201 Words
Mientras tanto, en el otro lado del mundo, un mensaje llega a Ansgar, sacándolo bruscamente de su ensoñación. Es un aviso de uno de los guardaespaldas de la empresa en Tailandia, informándole sobre la posible aparición de Hans y Harry en la región. La noticia lo llena de emoción y ansiedad, y sin dudarlo un momento, toma el teléfono, tropezando para llegar al mismo y cayendo de bruces, para reponerse como si nada y marcara algo tembloroso a su hermana. El sonido del tono de llamada resuena en su oído mientras espera que su hermana responda. Cada segundo se siente como una eternidad, y la ansiedad se intensifica con cada latido de su corazón. —¿Qué quieres? El nudo en la garganta de Ansgar se aprieta aún más al percibir la tensión en la voz de su hermana. Había esperado este momento durante tanto tiempo, el momento en que finalmente podrían abordar la situación que los había mantenido separados o al menos eso piensa, al menos dar la esperanza de volverlos a encontrar hará que se acerquen un poco, pero enfrentar la realidad de hablar con Ellinore después de tanto tiempo era más que abrumador, era realmente asfixiante no saber qué podría decir para dar finalidad a lo poco que queda de su hermandad. Tragando saliva para calmar los nervios, Ansgar se esfuerza por encontrar las palabras adecuadas, consciente de que cada sílaba podría cambiar el curso de la conversación a una total discusión. —Ellinore, yo... —comienza, pero la voz le falla momentáneamente. Se obliga a continuar. —Acabo de recibir un mensaje de Tailandia. Parece que Hans y Harry podrían estar en un pequeño pueblo, la primera parada que hubo hace 10 meses. Quizás podríamos ir en persona, mañana a primera hora salir de aquí y encontrarlos... El silencio que sigue es ensordecedor. Ansgar puede sentir el peso de la respiración de su hermana, seguramente en estado de estupefacción. Mientras espera la respuesta de Ellinore, su corazón late con fuerza, preguntándose si finalmente podrán enfrentarse de una vez por todas. Entonces, la voz de Ellinore, llena de incredulidad y sorpresa, rompe el silencio. —¿Qué? —exclama, sus ojos se abren de par en par mientras se levanta de la cama, visiblemente aturdida por la noticia. —¿Me estás jodiendo? —Claro que no, es verdad lo que te estoy diciendo. —¿Y cómo mierdas piensas que nos acercaremos? “¡Oh, hola, solo pasamos a saludar después de haberlos tratado como una mierda injustamente!” ¡Por Dios Ansgar, reacciona! En la habitación, el aire se carga de una tensión palpable, casi contaminante para los pulmones del magnate, que sin saber que responder calla junto a la temida Madtsoia, como si cada pequeño sonido resonara con un eco ensordecedor, en sus oídos la sinfonía del viento es lo único que acaricia suavemente su tristeza al escuchar el trato despreciable de la única persona que ha estado junto a él desde pequeño. Solo el zumbido distante de un reloj rompía la quietud en la habitación de Ellinore, que sintiendo su garganta arder, deja que sus ojos se entristezcan, nunca le había hablado con tal sentimiento a su hermano, jamás. —Lo siento, Ellinore. —... Ellinore se deja caer de nuevo en la cama, su mente luchando por procesar lo que acaba de escuchar. Las palabras de Ansgar parecen girar a su alrededor, como si estuviera en medio de un sueño, como si tan solo escucharlo le recordará a cada segundo el dolor que en su pecho se encuentra, como si el mayor culpable fuese su hermano. —¿Cómo pudo pasar esto? —murmura, más para sí misma que para Ansgar. —Es mi culpa. —El de cabellos rubios dice aquellas palabras finalmente, después de meses de espera. —Quizás fue mi culpa. La habitación se llena de silencio nuevamente, solo interrumpido por el suave zumbido de la nevera en la cocina de Ansgar, que ya hacía un tiempo estaba averiada, pero extrañadamente no quiere repararla aquello como un reflejo de lo que no ha podido arreglar en la realidad de sus conflictos psíquicos internos. Ellinore mira el techo pensativa, con ojos llenos de lágrimas, con el pecho rebosante de rabia, de cólera que necesita ser liberada, que la ahoga. —¿Desde cuándo? —pregunta finalmente, su voz apenas un susurro. —Al parecer han estado ahí desde un principio. Nos fijamos únicamente en la ciudad más grande, en la capital y no vimos las opciones… —No las vimos porque el dolor también ciega y nubla la mente de cualquier imbécil…incluso de un bastardo como tú. —Ellinore… —¡Cállate! Ellinore cierra los ojos, sintiendo un nudo en la garganta. Tantas emociones la invaden en ese momento: ira, tristeza, confusión. Se siente como si estuviera en caída libre, sin nada a lo que aferrarse. —Todo esto es tu culpa, maldito hijo de puta. De lo único que soy responsable es de haber tratado con desprecio al hombre con el que me iba a casar. ¡Porque preferí escuchar al bastardo ególatra de mi hermano, el imbécil que se cree el ser con más castigos del mundo! Pero lo que no sabes es que yo también sufrí por la muerte de mamá, sufrí por tu egoísmo, por las veces en que me ignorabas cuando éramos niños desde que murió madre, por las veces en que... solo fingías estar bien y yo también lo hacía para no hundirme más en la maldita depresión que tuve por meses a los 15 años en ese entonces y solo enterré todo como enterramos a mamá. Al otro lado de la línea, su hermano sufre en silencio, llora en silencio, sintiendo cada palabra como un golpe directo a la conciencia. Escucha con un nudo en la garganta, incapaz de interrumpir el torrente de dolor que emana de ella, su pequeña hermana a la que creyó estar protegiendo todo este tiempo, a la que daño al mismo tiempo sin percatarse. Sus propias lágrimas amenazan con brotar, pero se las arregla para contenerlas, soportando el peso de la culpa en silencio, sabiendo que no hay palabras que puedan calmar las heridas que salen de su boca en este instante. —Lo siento. Lo siento de verdad. —Finalmente, encuentra el coraje para romper el silencio, su voz cargada de llanto —Nunca quise que sufrieras… nunca quise que te sintieras sola. Fui ciego ante tu dolor, y ahora veo que la manera en que creí protegerte solo… solo hizo que sufrieras… que sufrieras tanto como yo lo hago incluso ahora... Perdóname por no estar ahí cuando más me necesitabas. Perdóname por no comprender tu dolor, por no ser el hermano que mereces. Ellinore, hermana, por favor. —cierra sus ojos para llorar, cansado. —Hermana, no me dejes solo. —rompe en llanto. —Te necesito, esto me esto me está matando por dentro Ellinore. Estoy cansado…estoy cansando de hacerme cargo de todo, estoy cansado de todo esto… —¿Ansgar? —alarmada se yergue sobre la cama y con voz temblorosa le llamada. —Ansgar, escúchame, Ansgar. —Estoy…cansa… —¡Ansgar, responde! —grita.

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