Parte uno: Capítulo X: La noche es joven

1079 Words
—Hans, no voy a quedarme aquí sentado todo el día. —El joven rubio suspira ligeramente irritado después de 15 minutos de espera. —Debes comer Hans y tomar tu medicina. —dice en voz alta pero con tono suave. —Por favor. —se atraganta sintiendo sus mejillas ligeramente ruborizadas. —Hans. —Ya escuché. —Con suaves pucheros en sus mejillas y acariciando ligeramente su estómago se acerca, sin siquiera mirar los ojos de Ansgar, a la cocina. —Esto no lo hizo mi abuela. —carraspea su garganta. —No… fui yo quien trajo esto. Es tu comida favorita en el desayuno últimamente. —dice con suavidad sin percatarse del detalle. Hans se sonroja profundamente y toma el desayuno, acomoda una silla en el mesón de la cocina y empieza a comer. —Hans. —El de ojos violetas lo ve y suspira enternecido y al mismo tiempo sintiendo culpa. —Lo siento mucho. Sé que el haberte negado fue un golpe fuerte para ti y te aseguro que yo no quería decirlo, pero, por Dios, Hans, estoy rodeado de lobos, que sea el alfa no me convierte en un ser inmune. —se para con s uavidad y acaricia su cabello estresado. —Te llamé toda la mañana y no contestaste, entiendo que no lo hicieras y demás… —Está bien. También lo siento. —El de mejillas sonrojadas deja el pedazo de kiwi en su tenedor sobre la mesa. —No… no tomé en cuenta todo eso y fue muy infantil de mi parte el haberme ido de esa manera, lo siento, solo intentabas protegerme. —baja su mirada avergonzado. Nervioso toma el tenedor y vuelve a comer Kiwi, sintiendo su cuerpo ligeramente caliente. Hans mastica en silencio, con la mirada fija en su plato. El tintineo de los cubiertos contra la porcelana es lo único que rompe el silencio en la cocina, aquel lobo blanco tras el solo se atragantaba, sintiendo sed repentinamente, confundido. Ansgar permanece de pie, observando a Hans con un nudo en el estómago, “No, esto, no, se enojará si solo…”, piensa el de ojos violetas, aflojando su corbata. Quería comerlo, joder cómo quería arrancarle esa pijama. Después de unos momentos, el joven rubio deja darle vueltas al asunto y una pizca de aquel demonio de ojos dorados sale, y levanta la mirada, encontrándose con los ojos cafés de Hans, ¿en qué momento se había acercado aquel chico? Definitivamente, sus pasos lo dominaron ¿o el deseo? Un momento de silencio tenso se cierne sobre ellos, los deseos lujuriosos de Ansgar estaban ahogando y acariciando el cuerpo de Hans. El reloj en la pared parece marcar cada segundo con un tic-tac, cada respiro y temblor del cuerpo de Hans. El de ojos castaños finalmente baja la mirada, su rostro revelando una mezcla de vulnerabilidad y deseos, sí, aquel joven perspicaz y sonrojado, está teniendo pensamiento que nunca había tenido después de pelear con ese gran lobo blanco que lo devora con la mirada. —Ansgar, espera… —jadea, sintiendo su pecho explotar por el éxtasis como una pequeña presa a punto de ser devorada. —A la mierda. —gruñe y levanta el cuerpo de aquel chico, rodeando su cintura con las piernas del mismo que gime en repuesta ante tal agitación. —No sabes cuanto te extrañé cariño. —dice cerca de sus labios con suavidad. —Quiero comerte. Hans gime en respuesta al escuchar tan dulce y demandante llamado. Hans deja escapar un pequeño suspiro al sentir que Ansgar se acercaba a sus labios tan cuidadosamente como si el salvajismo contenido en él pudiera hacerle daño. Sus ojos se cerraron, revelando una combinación extraña entre el deseo de a ver aquellos ojos primitivos devorarlo con salvajismos en el sexo y el anhelo por hacer el amor con aquel hombre. —Dime lo que quieras que te haga y lo haré. —El de ojos violetas lame los labios del contrario y besa ligeramente los mismos. —Por Dios, dímelo, estoy muriendo de ganas por besarte. —Ansgar, cálmate… —respinga al sentir que es colocado sobre la mesa de la cocina. —Ansgar… —respinga nuevamente al sentir el bulto tocar su entrepierna. —Hans, dímelo… Ansgar toca suavemente el rostro de Han con las yemas de los dedos, trazando un camino cálido y despertando en el de mejillas regordetas deseos de ser devorado con fuerza. Hans finalmente se inclina hacia Ansgar para romper aquella barrera y dejar que la oscuridad consuma su cuerpo. Cuando sus labios se encuentra se funden en un beso profundo, húmedo, caliente apasionado y el mundo exterior desaparece, dejando solo deseos latentes de probar sus pieles. —La abuela… —jadea separándose del rubio, débilmente. —No hay nadie, ni siquiera en el perímetro. —relame sus labios sonriendo con malicia y lujuria. —Joder, te vez tan sexy. —Lo mira de arriba abajo. —Tranquilo cariño, déjame follarte como te gusta. Ansgar pone las manos en las mejillas de su deliciosa presa y tira lo justo para probar la fuerza de aquel joven que corresponde devorando sus labios. Con la fuerza de un cazador, Hans, abofetea la mejilla de aquel lobo blanco que no lo deja respirar. La bofetada es dura y sonora y una huella carmesí de la mano queda en la mejilla de Ansgar que suelta un respiro extasiado, excitado y deseoso de más. —Carajo, Hans. —rompe el suéter del chico y saca con fiereza la sudadera del chico dejándolo en bóxer, el cual destroza en pocos segundo. —Ansgar… —agitado aprieta los brazos del contrario mientras se remueve ligeramente debajo del mismo. Lo mira con aquellos ojos lujuriosos y débiles. —Rápido, antes de que regresen a casa. —dice con voz temblorosa al final, al ver aquellos ojos feroces. —Será un placer, señor Hans. Durante la próxima hora gemidos, jadeos y lágrimas llenas de placer se hicieron presentes en aquella residencia, específicamente en la habitación del joven Hans. Sexo salvaje sin duda, con tres rondas no le bastó al lobo blanco y una hora fueron suficientes, aparentemente. El suave resplandor de la mañana se empezó a filtrar a través de las cortinas entreabiertas de la habitación; Ansgar al ver dormido a su amante decidió abrir un poco la ventana para que el olor a sexo candente saliera del lugar, tiñendo rápidamente la habitación de tonos cálidos y suaves.
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