Parte uno: Capítulo XII: Enemigos Invisibles

1195 Words
—Ansgar…. ya, ah, para… —gimotea pataleando en la cama. —No, ya, para. —ríe al sentir el cosquilleo en sus costillas. —Ansgar, no más. —Solo una última vez y ya. —No, debemos irnos ahora, acabado de cambiarme, ¡Por Dios, deja de apretar el trasero! —golpea su hombro y huye de los brazos de ricitos de oro. —Pero qué exagerado eres. —se acerca y lo acorrala en la pared. —Ansgar, ya. Dijiste eso en la cuarta vez y no paraste. —No cuenta, estabas en el baño y desnudo, no te parece eso muy descarado. —¿Ahora resulta que es mi culpa?, ¡No toques o no volveremos a hacerlo en un mes! —levanta su dedo, sentencioso a lo que el lobo blanco se atraganta y retrocede. —Injusticia total. —Dile eso a mi cadera. —chilla sonrojado y ofendido. —Culpa mía no es tampoco, bueno en parte. —¡¿En parte?! —lo señala ofendido. —Descarado. ¿Sabes qué? Vámonos, ya, nos están esperando y quiero llegar temprano. —Para saludar a todos tus nuevos pretendientes, ¿crees que no me di cuenta de como te comían con los ojos? —¿Y-y qué? P-pueden mirar, pero no tocar, ¿contento? —refunfuña y sale con su chaqueta de la casa de la abuela. —Amo cuando se enoja. —suspira tranquilo y sale tras el chico. Durante la mañana del día siguiente y pasada la reunión del día anterior de Ellinore con los tailandeses, no pasó gran cosa más que discusiones en la sala por la repartición de porcentajes en cuanto a ganancias, fue arreglado y se firmaron los contratos pertinentes. Después de ello Ellinore volvió a casa para ser recibida por un chico cocinando estofado de patatas, con pechuga de pollo y verduras, aunque claramente deseo comer otra cosa a causa de la emoción en ese momento. Por otro lado, hoy Hans y Ansgar presentan la famosa propuesta que al parecer tiene intrigado a todos los que aceptaron la presentación de la misma. —Por favor, llegue tan rápido como pueda Jeffrey. —pide con amabilidad al chofer que sonríe en repuestos, pues al presentar una discapacidad en el habla desde nacimiento, es incapaz de hablar. —Muchas gracias. —A él si le hablas bonito, ya veo. —Ansgar, deja de hacer pataletas. —se acomoda en el asiento del auto frente al magnate multimillonario que se queja por “falta de atención”. —Te di bastante atención ya. —sonrojado le mira y aleja posteriormente la vista al ver la sonrisa socarrona del contrario. —Oye. —Ansgar, esos comentarios aquí no. —No, espera, es solo que… —ladea su cabeza. —¿Estás nervioso? —Sí. —asiente suavemente removiendo sus manos. —Son empresarios muy grandes, no pensé que les interesa invertir en negocios que otros ven como un desperdicio. —Tranquilo, nos gusta el dinero, pero tenemos alma y visión. —dice con suavidad para calmar al joven. —Sé que lo harás estupendo. —Gracias. —sonríe con suavidad, enternecido. —Una cosa más. —suspira. —No le recibas ni un vaso de agua a esos bastardos. —su semblante se endurece. —Por Dios, eres como un niño. —empieza a reír con suavidad. Después de 15 minutos, el auto n***o y blindado llega a las puertas de la sala de negocios de los más grandes de Belfast. Algo es más que cierto y es que en el mundo de los negocios, donde las formalidades a menudo prevalecen sobre la expresión personal, la imagen de Hans y Ansgar tomados de la mano creaba una contrariedad en cuento a lo que se ve al interior de aquel salón como es natural, pero esta vez, al menos uno de ellos, dejando la cobardía decide llevar, sobre todo riesgo a un ser preciado y que es todavía más alarmante, a su pareja sentimental. Sus dedos entrelazados eran un recordatorio a gritos de que su cercanía va más allá de lo profesional, cosa que ya todos saben, pero que les sorprende, mucho más al ver la terrible diferencia entre las personalidades de ambos. Mientras los agentes de seguridad se detenía con suavidad en la entrada al conjunto privado y las puertas se abrían, la figura de Hans y Ansgar emergía en conjunto ante los ojos de los miembros del sindicato, sí, el sindicato de la mafia en Belfast. Los trajes elegantes y la sorpresa en sus rostros se refleja con una sonrisa, algo sarcástica y otras con la frase de “Ese hijo de puta tiene muchos huevos”, pero era la singularidad de su gesto, esa muestra de vulnerabilidad y amor en medio de ambos lo que sorprende más. Cuando deja la mano de Hans junto a un beso suave en la misma, genera un zumbido de murmullos entre los presentes. —Joder, ya váyanse a un hotel. —dice Noir antes de carcajearse. —Yo creo que acaban de salir de uno. —dice Zazas, riendo junto a los demás. —Dún do bhéal mallaithe agus éistigí. —Cierren la maldita boca y escuchen. —Sentencia, socavando a Noir que tragan entero y se remueve en su asiento. —Discúlpenos, adelante, señor Hans. —Está bien, gracias. —dice con suavidad, atrapando la mirada sonriendo de los presentes. —Por favor proyecte en la pantalla y Jess por favor pasa las carpetas a cada uno con su correspondiente nombre, gracias. —Sin percatarse hace una reverencia rápida y suave. —Soy coreano que no les sorprenda. No puedo evitar hacer eso cuando estoy nervioso. —atrapa la mirada de Ansgar y se sonroja ligeramente, recordando la primera vez en que se conocieron. Los presentes ríen levemente y asiente. —Bien, comencemos. Su proyecto de inversión se centra en impulsar pequeños negocios, promoviendo la diversidad y la calidad de productos en un entorno comunitario y hogareño, tratando de mantener las tradiciones. Hans busca en efecto, transformar la plaza en un epicentro de comercio sostenible y atractivo, beneficiando tanto a comerciantes como a clientes. En la sección de verduras y legumbres, Hans propone la creación de GreenHarvest Emporium, un establecimiento que podría dar lugar en el gran mercado de Backman abandonado debido al incendio que hubo hace más de 6 años y que por conflictos legales no han podido dar ni pie o cabeza a la reparación del mismo, señalando que este estará especializado en ofrecer productos frescos y orgánicos de la región y mejor aún, cada uno de los que se encuentra en la plaza podrán tener su puesto dentro del mercado sin pagar los dos primeros meses de arriendo para que puedan tener ahorros mayores y al tercer mes poder pagar el arriendo, por supuesto un porcentaje de la ganancia de las ventas será entregada con normalidad, menos los dos arriendos de los dos primero meses. Este negocio se compromete a trabajar directamente con agricultores locales, fomentando la agricultura sostenible y proporcionando a los clientes una mejor calidad, especialmente lo relacionado con la higiene y ubicación.
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