Parte dos: Capítulo XXII: Deli

1350 Words
—¿De qué hablas ahora? —pregunta pensativo, sintiendo una extraña tranquilidad e interés, olvidando, por al menos un par de minutos el dolor y aquella Madtsoia de ojos violetas. —¿Te refieres…? —abre sus ojos de par a par. —Sí, sé que después de esto, no querrán tener conexión con el grupo de mafiosos. Además, nunca se firmó nada, nunca se hizo nada al final, por tanto, estamos en libre competencia dado caso decidan dejar el proyecto. —da una fuerte patada a la puerta, abriendo la misma junto a una buena cantidad de polvo. —Tienes razón en ello. —traga con suavidad al ver la inmensidad del lugar. —Esto es increíble… —Y también podría ser de nosotros y la abuela Dora. —Sí… —Lágrimas se deslizan con suavidad. —Dijo que íbamos a casarnos después de que todo acabara con Le Firenzes…y luego solo, dijo “Me imagino que ya sabían que claro de caramelos me gustan a mí y por eso realizaste una estupenda actuación entregándome tu cuerpo…” —Empieza a reír con suavidad, mirando a la nada mientras las lágrimas solo salen. —No importa ya…¿verdad? —Ahora no tiene por qué, llora todo lo que quiera cuando nos larguemos de este infierno. —El castaño seca sus lágrimas y sube los escalones, prestando atención a los mismos. —El lugar fue abandonado hace 9 años, supongo que la madera no es tan vieja. —mira al de ojos celestes que seca sus lágrimas con rapidez. —Hagamos rápidamente la investigación y expongamos las pruebas al público… —sacude su cabeza y acomoda su compostura. —Vamos a cualquiera de las habitaciones hagamos estos rápido, creo que una hora será suficiente para mí. —asiente con seguridad. —Revisa las habitaciones a ver si encuentra algo útil en caso de emergencia. —¿Armas? —Sí, supongo… —rasca su nunca. —No sé cómo utilizarla… —Yo menos, pero podemos aprender. —sonríe suavemente al ver y Harry corresponde con ternura. —¿Sunny side up? —Sunny side up. —alza el puño ligeramente sin dejar de verse el uno al otro con nostalgia. —Vamos, el tiempo es oro. —Sí. Sin más retahílas, el pequeño conejo Harry se halla en la penumbra de una habitación decadente, bastante amplia que seguramente fue de una pareja de casados, “Lo parece”, piensa y sacude su cabeza rápidamente, “A la mierda, casualmente estoy dentro de la habitación de un par de casados”, piensa lleno de irritación, suspira para despejar su mente y poner manos a la obra. La tenue luz de la pantalla de su portátil QuantumByte, ilumina su rostro concentrado. El sonido de las ramas crujientes y el viento susurrante se cuela por las ventanas rotas causando que sus cabellos se meneen de manera suave, arrullándolo con suavidad al mismo tiempo. —Veamos qué hay aquí. —Revisa el archivero de la empresa Ansgar Rockefeller, encontrando la intercepción de alguien más. —¿Qué es esto? —rápidamente copia el archivero, evitando las alertas antes de cumplir el minuto en el área violada por el acceso forzado. Harry se inclina sobre el teclado pensativo, “Pero la alarma nunca se activó es como si…”, el aire se va de sus pulmones por un par de segundo ante el descubrimiento mientras murmura consigo mismo: "Entró con acceso al sistema de manera legal". Los dedos ágiles danzan sobre las teclas del QuantumByte, la pantalla iluminando su rostro de líneas de códigos binarios en todas sus formas. —Eso es. —da clic con fuerza desplegando toda la información tomada de los datos en nube, aquella información de nube negra que solo algunos expertos logran ver. —¿Qué mierda es esto? —acaricia su cabello estupefacto ante lo visto. Dirige su atención hacia el archivero 00Y virtual de la empresa Ansgar Rockefeller, uno que claramente los miembros del sistema probablemente jamás han visto, “Y nunca han podido, es obvio, esa es la idea”, piensa y seca sus labios húmedos. Un conglomerado envuelto en sombras y secretos. La interfaz del QuantumByte revela capas de seguridad, pero Harry se sumerge en ellas con facilidad. Los archivos confidenciales se abren ante él, revelando la ubicación real del ataque cibernético reciente proveniente de la tan respetada… —Empresas Pazaks. —musita confundido. Entre los datos, Harry detecta una intercepción sospechosa, una huella digital que no debería estar allí, una huella implantada, no varía que han sido colocadas de manera gradual camufladas por la ubicación del computador portátil de Hans desde la casa de la abuela Dora. —Vaya, vaya. —escupe asqueado y apresurando de inmediato sus dedos en el teclado. Con movimientos rápidos, selecciona todos los archivos de la carpeta 00Y el archivo comprometido y lo copia rápidamente. Sabe que cada segundo cuenta, consciente de que la intrusión podría ser detectada en cualquier momento y por ende la ubicación del par estaría más expuesta. El QuantumByte procesa la copia mientras Harry mantiene los ojos fijos en el contador de tiempo en la esquina de la pantalla. Con astucia, logra completar la copia justo antes de que se cumpla el minuto, evitando activar las alertas de seguridad. —¿Por qué no me dediqué a esto antes? —Una sonrisa sutil cruza su rostro mientras guarda la información. Respira hondo y sintiendo sus dedos quisquillosos llama a Hans, para de una vez por todas revelar la verdad. —¡Hans! —No grites, aquí estoy. —llega corriendo al estar cerca. —¿Qué, ya lograste entrar? —Más que eso. —se levanta con el portátil en mano, mostrándolo todo. —Maldito hijo de puta… yo… —su voz se quiebra enfurecido. —Sí, Zazas ese bastardo lo hizo y creo saber con quién más —Maldito traidor. —se carcajea caminando de un lado a otro. —Piero está ahí. —Sí. —Expón toda la información ahora. —Todos los movimientos son por parte de Piero, Le Firenzes en general y Zazas… se formará… —Una guerra, lo sé, pues que así sea. —Lo mira con determinación. —Que se ocupen de su basura mientras nosotros nos ocuparemos de nuestras heridas. —dice con suavidad sin apartar la mirada del contrario. —¿Confías en mí? —Desde que éramos niños. —Entonces hazlo ahora, solo así podremos dar una pequeña probada de lo que somos capaces de hacer cuando tratan de cortarnos las piernas. —escupe. —Cuando lo hagas, deja el computador encendido y vuelve a la sala, encontré un par de cosas que nos servirán en el viaje hasta el aeropuerto. Dudo que estemos bloqueados, por lo tanto, podemos viajar cuando queramos con la membresía de la empresa. —Lo hice hace 10 minutos, solo quería ver tu cara de asombro por lo maravilloso que soy buscando basura. —deja el portátil sobre la cama. —¿Soy yo o te has vuelto muy osado? —Puedo decir lo mismo de ti. —Supongo de los conejos de ojos rojos son agresivos a veces. —ríe junto al azabache. —Larguémonos de aquí. —¿Y luego? —Lloraremos como unos imbéciles, nos emborracharemos y empezaremos a fundar nuestro propio imperio. —Un deje de tristeza se siente al final de cada palabra. —Creo que hay alguien que estará dispuesto a ayudarnos después de que se sepa la verdad. —¿Quién? —Noir, es uno de los miembros que deseaba ser participa del proyecto… —Lo sé, lo leí. —Se detiene a mitad del pasillo. —Y también sé que está interesado en ti. —Eso no me importa. —suspira. —Solo necesito unos favores y ya está. —Eres bastante peligroso cuando te lo propones. —sonríe y niega con su cabeza. —Lo sé. —encoge sus hombros en sinónimo de “No me importa”, para luego seguir caminando con parsimonia. —Lo sé.
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