Parte uno: Capítulo XI: Sinfonía de besos

1501 Words
—Ellinore, ayer me sentía muy nervioso. —carraspea su garganta al sentir sus mejillas calientes. —Realmente no s-sabía qué d-decir, así dije otras cosas que quizás tú tomaste… —Harry. —No, escucha, t-tú… esto es demasiado para mi Ellinore y crees que yo solo estoy bromeando, d-de verdad esto es muy abrumador. Nunca había besado alguien hasta que lo hiciste tú y lo hiciste sin mi permiso aunque no me molestó del todo… A ver, eso no es lo que quiero decir, n-no es eso, lo que digo es que tengas paciencia y si te aburre te puedes a ir a buscar a alguien con mucha experiencia, así como tú, ¿no? Me sentiré como una mierda, pe-pero es lo de menos ¿no?, soy un hombre de 24 años orgulloso de quién es, caminando con calma y si tengo que deprimirme un par de meses lo haré, todo sea por aceptar que estoy enamorado de ti y que decidiste botarme, y qué bueno… eso, eres un mujer muy hermosa, te aseguro que si sales ahora puedes encontrar a alguien, mejor, porque a mirate eres como una diosa y cualquier hombre podría estar a tus pies como tú quieres que estén… —Harry. —¡¿Qué?!, perdón, perdón, ¿q-qué? —pregunta frotando sus manos bajo la mesa y subiendo la mirada para atrapara aquella mirada atenta y suave, sin dejar de ser salvaje y posesiva. —Tienes razón. —toma su café y bebe un sorbo. —Puedo salir ahora y buscarme a quien yo quiera. —Sí. —dice con suavidad y un deje de tristeza. —Así es. —Doblegar a quien quiera en la cama y como yo lo quiera, y sí, con mucha experiencia. —Sí, ya lo entendí. Entonces me voy. —dice aquello con voz ligeramente temblorosa. —Pero yo te quiero a ti. —deja la taza de café en la mesa. —Yo te quiero a ti porque estoy enamorada de ti, Harry. —dice con suavidad, atrapando aquellos ojos celestes que estaban a punto de llorar. —Tú no eres ninguna de mis conquistas de una noche o un par de días, Harry. Sé que puedo decir un montón de mierdas, hacer payasadas, parezco una desalmada y en parte lo soy, pero también soy sensata cuando lo amerita. —se acomoda en el asiento apartando la mirada. —No soy ninguna santa y mucho menos tengo gustos como las mujeres del común, lo sabes, y tu´tampoco, eso es lo que más me sorprende. Que unos labios que jamás fueron besados albergue palabras que me vuelven loca cuando las dice. —Atrapa sus ojos nuevamente. —Y que… cada parte de ti, de tu ser de tus testarudez, tu torpeza, tú temeridad y dulzura al mismo tiempo me hagan decir esas palabras que dije antes y… —su voz se quiebra ligeramente al final para luego sacudir su cabeza. —Harry, ¿tú sabes lo que es que te rompan el corazón en pedazos como las cartas que ese pequeño hijo de puta me tiro a la cara hace años? —sonríe ligeramente y escupe con ojos llenos de lágrimas. —Es una mierda, porque, a ver, dicen que esas son cosas de adolescentes, cosas de niños, ¿no, por qué simplemente no lo supero?, ¿por qué decidí que era mejor jugar un rato y no sufrir daños? —deja caer aquellas lágrimas que durante largos años hubo guardado, tratando de que aquella perforación en su alma no se abriera más. —Por ti, por mí misma al verme al espejo últimamente…. me di cuenta de lo que estaba haciendo y me engañé pensando que esto era justicia, pero en realidad solo he estado sintiéndome tan sola como aquel día en donde ese hijo de perra me sonrió junto a su grupo de amigos… Ni siquiera fui capaz de volver al instituto, ¡por Dios, Harry!, ¿por qué simplemente no lo olvidé cuando pude en ese entonces?, ¿por qué a mí, una mujer con millones para lanzar al cielo le destrozan en alma unas migajas de papel? —Porque eran las cartas de una niña enamorada de corazón. Una niña que no merecía ser humillada de esa manera y alguien que sin exigir grandes cosas al otro, y decidió confesar sus sentimientos a la persona equivocada. —lágrimas se acumulan en sus ojos. —De eso te estás dando cuenta ahora y… aunque suene muy usado…todo sale a la luz, en algún momento todo eso que estabas guardando, todo el sufrimiento saldría. Algunos les pasará esto en psicoterapia a otros… como tú, la vida misma solo los enfrenta de otra manera y llegan al darse cuenta. —Pues… veo que colocaron a quien más cólera me ha causado estos meses en el camino. —atrapa aquellos ojos celestes tan dulces y cálidos. —Y que también ha tocado mi corazón y joder Harry, no sabes lo difícil que es decirte que… que… —se atraganta. —Qué te amo, carajo y no sabes lo asustada que estoy porque te amo sin siquiera tocarte, porque soy una bestia que no sabe que puede amar de otras formas, porque… —acaricia su cuello. —Porque no quieres ser lastimada si lo muestras de la manera en que deseas hacerlo… En la manera en la que antes lo hacías. —Decidido se levanta y se acerca a aquella mujer, toma su rostro para que lo mire, y respira para calmar los nervios crecientes. —T-tú puedes e-escribirme las cartas que quieras, p-porque a mí me gustan las cartas epistolares. T-también me gustan los poemas y esas cosas, s-sé que n-no es común en muchos h-hombres, pero a mí me gusta que me protejas de la manera en que lo haces. —dice con suavidad, sintiéndose débil debido a la vergüenza y el hecho de que estaba confesando sus deseos, su cariño y amor por aquella temida mujer. —Me das miedo, pero me gusta porque sentir esa adrenalina es increíble, Ellinore, pero…hay otras cosas que podemos saber el uno del otro, no hay que apresurarnos, no tienes que correr Ellinore. Estás tan ansiosa y lo veo en tus ojos, cuando me miras de la forma en que me miras veo ansiedad y miedo, y luchas contra eso, y ahora sé por qué lo haces o hacías, no lo sé, pero algo acaba de cambiar. Se agacha suavemente y con sus manos derecha acaricia la mejilla de la azabache que lo mira a su lado con ojos agotados y finalmente liberado de aquellas heridas escondidas, que si bien necesitan ser suturadas poco a poco, al menos ahora están visibles para ser sanadas —No puedo hacerlo todo para que logres curar esas heridas, pero estoy aquí y quiero estarlo, quiero estar a tu lado y no por lástima o por pesar, es porque realmente e-estoy enamorado d-de ti. —de repente se levanta y empuña sus manos, mueve su boca tratando de hablar, lo que sorprende a la azabache que se levanta preocupada y algo confusa. —O-ojalá, y-yo h-hubiera e-estado e-ese d-día y a-así h-hubiera a-arrastrado en el p-piso a ese i-imbécil, m-mocoso d-de… —Eres tan… carajo, me estás volviendo loca ahora… —muerde su labio inferior deseosa de besarlo, por primera vez besarlo sin desear arrancar su ropa, solo sentirlo tan dulcemente en sus brazos. Sin más, Ellinore acerca sus labios a los de Hans con la certeza de quien conoce lo inevitable de aquel momento. Su beso comienza como la colisión algo brusca de sus labios ante la sorpresa de los actos del uno al otro. Los labios de Ellinore, suaves como pétalos de rosa, se funden con los de Hans en una danza húmeda, entre gemidos, jadeos, y el sabor salados de las lágrimas. Sus cuerpos, en perfecta armonía y desesperación se acarician tropezando hasta tocar la pared y profundizar el beso. Ellinore pidiendo más, carga al hombre para dejarlo a su altura y meter más su lengua, causando temblores en el cuerpo de aquel ángel de ojos celestes. —Oh, te amo. —jadea la azabache para luego volver a besarlo. —Yo también te amo. —gime al sentir el abdomen de la contraria rozar su intimidad. —Ellinore. —Tranquilo, no lo haremos si no deseas, de verdad podré quedarme tranquila incluso si no quieres, porque besarte, mirarte, hablarte así, tan suaves es hacer el amor. —dice con ojos embelesado por aquellos ojos celestes. —¡No, yo quiero hacerlo!, yo quiero hacerlo, ahora, quiero que me devores, eso quiero. ¡Ah!, no, me muero de vergüenza, bájame, bájame. —dice rápidamente, escondiéndose en el pecho de la mujer terriblemente sonrojado y agitado. —Harry. —Toma el rostro del chico y besa aquellos labios con hambre. —Haremos el amor ahora mismo. A la mierda las reuniones de hoy, voy a hacerte el amor, Harry Connor Williams.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD