— ¿Q-qué haces aquí? —retrocedí torpemente. —Debo de decirte algo. —dijo serio y neutro sin dejar de avanzar con peligro hacia mí. —Cre-creo que ya es tarde, es mejor que mañana me lo digas. —me di la media vuelta para entrar al baño. —Bien, sea lo que sea que hagas te esperaré... —miró con cautela mi habitación, entrecerró los ojos al ver mi cama, se acercó a ella y se recostó, apoderándose de todo, con las manos detrás de su cabeza, formando dos perfectos triángulos con sus brazos. —Henry, me entraré a dar una ducha. Quiero que... — ¿Quieres que entre contigo? —sonrió malicioso. — Para mí está bien. —estando dispuesto a levantarse de la cama. — ¡No! —grité para detenerlo. Suspiré. — Quiero que te vayas, mañana me dirás lo que me quieres decir. —No, me quedaré. —lo fulminé con la m