«Él soñaba. Henry soñaba. Soñaba con ella, con la mujer de bella sonrisa, con ojos brillantes y grandes de color miel, labios en forma de diamantes, era perfecta. Pero un sueño bastante cambiado de rumbo, ésta no era la típica Nahiana. Soñaba con el largo cabello rubio arremolinado sobre su pecho, como una capa clara y calidad: con el calor de su esbelto cuerpo cubriendo el suyo, envolviéndolo con sus brazos y piernas enredados con los de él. Se removió en la cama. Soñaba con su deliciosa boca, llena, roja, sonriendo, con los labios en morro, acercándosele, cerrándose sobre él: y eso solo que los había probado por primera vez. Soñaba con sus delgados y delicados dedos, blancos sobres su cuerpo: soñaba con penetrarla, llenándola, uniéndose con ella. Un beso había cambiado todo. Se remov