Suspiré. —¿Qué haces aquí? —recosté mi cabeza en el borde la puerta mirándolo con cansancio. —Quería verte. —respondió con alegría. ¿Qué mierda? Entro a mi casa, como si nada. —Sí, pasa por favor. —el sarcasmo en mi voz hizo que esos perfectos y tiernos hoyuelos aparecieran. Pase por a lado de él, subiendo las escaleras sintiendo su mirada en mí, clavaba en mi espalda. Mirando con paciencia cada movimiento, memorizándome. Llegué a mi habitación, y volví a mi rutina anterior. Sacando y metiendo ropa en mi maleta marrón. —¿Qué haces? —pregunto acercándose a mi cama y sentándose junto a la maleta. —Meto ropa en una maleta. —dije con una sonrisa. Él rio con sarcasmo seco. —¿Por qué? —Hoy sí que estamos preguntón ¿Eh? —dije mirándole con una ceja levantada. Él asintió con una fina sonri