La vida de Mariell.

2061 Words
Camine por el templo hasta llegar a su lado, el parecía inquebrantable, no se giro a verme ni un solo segundo, yo estaba tan nerviosa que mi estomago dolía, sin contar que desde hacia dos días no probaba alimento alguno, la viuda de mi padre me había encerrado como castigo por haberme negado a ser la esposa de este hombre, que pensaba era mayor por todas las cosas que se decían de el, pero al verlo de reojo, pues no me atrevo a verle de frente me doy cuenta que es muy joven. El sacerdote nos indica que debemos contestar a su pregunta con tan solo un si, o un no acepto, estoy asustada, se dicen tantas cosas de este hombre que estoy aterrada que de verdad me golpee o hasta me mate, se dice que es tan sanguinario, por ello gano la guerra que el Rey Marcello Beratty le encomendó, nadie creyó que seria capas de lograrlo, pero lo hizo, también había escuchado que el Rey le había ofrecido a su hija la princesa Penelope, una hermosa joven, finos modales, la joven perfecta para ser esposa, pero aquí estoy yo, a punto de ser la esposa de el hombre mas cruel del Reino. El Duque Riversdale era un capitán del ejercito Real hasta hace poco tiempo, pero al ganar la guerra el Rey lo premio dándole un titulo muy importante, el de Duque, con una buena dote, las personas dicen en el pueblo que su mirada intimida hasta al hombre mas valiente del lugar donde se encuentre, se dice que el mismo Rey le teme, por ello quizá no se atrevió a unir en matrimonio a su hija con el, y mi malaventura de ser su esposa es por esa razón supongo. El único recuerdo que tengo de mi madre, fue cuando aun era muy pequeña, estaba por cumplir los 4 años, mi madre me llamaba al jardín, ella me había obsequiado un pequeño cachorro, era tan esponjoso su pelo, parecía una pequeña nube blanca, aun que eso solo duraría poco tiempo, el cachorro amaba ir al corral de las vacas y terminaba tan sucio que era imposible meterlo a la casa, mi madre me lo obsequio, ella me abrazo con mucho cariño, beso mi frente y me dijo algunas palabras que jamas olvidare... - Mi muy querida Mariell, no te imaginas cuanto te amo, cuanto tiempo espere para convertirme en madre, fui Bendecida con la pequeña mas hermosa y dulce del mundo, tu eres la razón por la que lucho contra mi misma cada día, quisiera poder vivir una larga vida para ti, pero eso cada vez es mas difícil, aun así, a pesar del dolor, del malestar diario, sigo luchando por ti, deseo que seas tan feliz en esta vida, que me recuerdes siempre con cariño aun cuando yo no este, pues yo siempre estaré aquí, a tu lado, este pequeño te hará compañía siempre, cuando lo veas, recuerdame a mi. Mi madre murió dos días después, la había atacado una enfermedad que contaminaba su sangre, no sabían muy bien lo que era, solo que tres meses duro su agonía, pues a pesar de tener la fuerza de voluntad para seguir, no lo logro, mi padre llego a mi habitación, recuerdo ver sus ojos llenos de lagrimas, dolor en su rostro, se acerco a mi, me abrazo muy fuerte y dijo, iremos a despedir a tu madre, una inocente niña que no sabia aun bien lo que sucedía solo se dejaba llevar a donde la guiaban. Las doncellas me colocaron un vestido color n***o, un listón del mismo color en la trensa que anudaba mi larga cabellera, mi padre llego a mi lado, tomo mi mano y llegamos a la gran sala de la mansión, al entrar las personas me miraban y parecían sentir lastima por mi, yo solo recuerdo bien que mi padre me tomo en brazos, y me acerco a lo que parecía una gran caja, al ver dentro mi corazón se paralizo, mi madre, mi mamita estaba ahí, inherte, yo gritaba y lloraba, pero ella no me abrazaba, gritaba tan fuerte por que ella parecía dormida, pero se veía tan pálida, mi pequeño corazón no pudo mas y me abrase tan fuerte a mi padre, el me llevo fuera al jardín y no recuerdo nada mas, quizá no deseo recordar, mi padre dice que después de llevar a mi madre al cementerio enferme por días enteros, no probaba alimentos alguno, el se preocupo mucho por mi, dejo a lado sus negocios, y cuidaba de mi día y noche, el jamas se separo de su hija, son los gestos de amor que recuerdo bien de mis padres, la preocupación que sentían por mi, el me contaba que mi madre sufría mucho con su enfermedad, que incluso el le dijo que estaba bien irse, que yo estaría bien, le dolía demasiado al ver a la mujer de su vida con esos terribles dolores, las crudas marcas que su piel tenia, de las cuales jamas vi, pues mi madre las ocultaba. Una noche, la fiebre parecía no ceder, yo estaba muy débil, el sacerdote había venido a decir algunas palabras, pensaban que moriría quizá, pero mi padre no, el decía que yo estaría bien, se molesto cuando mi nana llamo al sacerdote, pero aun así dejo que dijera su plegaria. Cuando el hombre termino, mi padre les dijo a todos que se fueran a descansar, que el cuidaría de mi esa noche, podía ver sus grandes ojeras, el no había dormido esos días, el miedo en su rostro me mostraba la gran preocupación que el sentía por mi, se recostó junto a mi, el coloco un paño húmedo en mi frente, y me hablo por algunos minutos hasta que perdí la conciencia en su totalidad. No sabia si estaba soñando, o ya estaba despierta, yo veía un hermoso jardín lleno de hermosas flores de colores, caminaba con uno de los vestidos que mi madre amaba que usara, blanco con detalles rosas, caminaba hacia una fuerte luz que me producía una agradable sensación de calor, caminaba hacia allí, cuando estuve cerca vi una silueta, que poco a poco se hacia mas clara, seguía caminando, pues parecía hacerme una seǹa para que me acercara, cuando estuve lo suficiente cerca, pude ver de quien se trataba, era ella, mi madre, ella se acerco a mi, acaricio mi mejilla, y me dio un dulce beso en el rostro, me producía un agradable sencacion de calor, sus manos eran tan suaves, su mirada feliz, sin ese gesto de dolor que tenia el ultimo día que estuvimos juntas, ella ahora parecía tan sana, tan feliz, que me alegre por ello, pensé que otra vez estaríamos juntas, que volvía a estar con mi madre. Camine junto a ella por un largo rato, ya no me sentía mal, no sentía los escalofríos que llevaban días atormentadome, estaba tan comoda en ese lugar que no deseaba alejarme de mi madre jamas. Ella me sonrió, me dio un beso en la mejilla, y se despidió de mi, no dijo adiós, no hizo una seña, solo yo de alguna manera sabia que se despedía de mi, su imagen se alejaba de mi, no podía perseguirla, mi cuerpo no reaccionaba a lo que mi corazón anhelaba, solo pude ver que desapareció en aquella luz. Desperté cuando escuche la voz de mi padre hablarme, creo que estaba gritando, pues escuchaba mi voz llamando a mi madre. - Pequeña despierta, dime algo, estas bien? Me abrazo a mi padre una vez que mi vista lo observa con claridad, el se aferra a mi pequeño cuerpo, y me dice que estaba muy preocupado por mi. - Mi pequeña Mar, estaba tan preocupado por ti, creí, yo pensé que te perdería, moriría si algo te sucediera. Las doncellas me llevan a la tina, me dan un largo baño con agua caliente, ella tallan mi cuerpo, mientras yo recuerdo la imagen de mi madre, esa que me produce una especie de calma, con la imagen que me quedare para toda mi vida. Cuando estoy lista me llevan a la cama, yo deseo salir, pero mi padre llega a mi habitación, el es muy firme con que no debo salir de mi habitación. - Debes descansar mi pequeño cariño, no deseo que enfermes de nuevo, comprendes! - Si padre. Me recuesto después de intentar comer un poco de sopa caliente, al parecer mi cuerpo aun sigue agotado. Cuando despierto por la mañana veo que mi padre sigue aquí, el duerme en el sofá que coloco al lado de mi cama, parece tan cansado, su agotamiento por los días previos que estuvo cuidando de mi. Como puedo bajo de la gran cama y lo cubro con una de las mantas. Después de un rato llega una de las doncellas con comida para mi, yo le hago una señal para que no haga un solo ruido, ella me lleva a la sala para que coma algo, y que mi padre descanse, todos al verme de pie se ponen felices, mi nana le pide a la cocinera que prepare una tarta de arándano, mi favorita - Pero debes acabarte toda la sopa, entendido señorita Mariell. - Si nana. La doncella me ayuda a comer y termino la sopa por completo. Me lleva a una de las habitaciones y me coloca ropa abrigadora, pues ahora hace frío fuera, escucho a mi padre llamarme, y me apresuro a llegar a el, cuando me ve, sus lagrimas comienzan a brotar de sus ojos, el corre hacia mi al igual que yo con el, me envuelve en sus brazos, me llena de besos el rostro. - Mi pequeño cariño, estas bien? no te duele nada? - No padre, acabo de comer sopa, me prepararan una tarta, quieres un trozo? El sonríe y me dice que si, desea un trozo de tarta. La cocinera le trae algo de comer a la salita donde juega conmigo, cuando termina es hora de la tarta, ambos devoramos un gran pedazo, el me toma entre sus brazos, y me arrulla un poco, para después ambos quedarnos dormidos. Mi padre regresa al día siguiente a sus labores, yo comienzo con mis clases, pues el dice que algún día yo llevare la mansión y la herencia que el y mi madre crearon para mi. - Debes esforzarte mucho mi querida Mar, pues algún día llevaras las riendas de esta casa y de lo que tu madre y yo creamos para ti, tu eres y siempre seras la única razón para vivir, tu madre habría querido seguir aquí, para guiar tu camino, pero haremos todo para que ella este orgullosa de nosotros. A partir de ese día, y a pesar de mi corta edad, siempre asistía a mis clases con la mejor de las actitudes, fui una niña que se esforzaba en aprender, deseaba que mi padre estuviese orgulloso de mi, pero el siempre se daba el tiempo de salir conmigo, me llevaba a por dulces al pueblo, comprábamos de todos y nos dábamos un festín, aun cuando después el estomago nos doliera por la cantidad de azúcar. Mi padre tenia negocios, y amaba tener animales en los alrededores, teníamos muchas vacas, caballos, gallinas, en fin, me enseño a cuidar de ellos, era tan feliz entre dos mundos, el campo, y el refinamiento de una ciudad, el deseaba que no solo conociera la educación de los nobles, pues el apenas era Marques, si no que también conociera la forma de vivir desde ordeñar una vaca, cabalgar como una señorita, pues de otra forma estaría comprometida la virtud de una mujer si cabalgas de piernas abiertas, amaba ir a recolectar huevos de las gallinas, yo no comprendí hasta los 8 o 9 años que se hacia negocios con los animales, mi padre vendía ganado, caballos, gallinas, borregos, era algo asombroso para mi, que pensé en dejarlos libres en una ocacion, pues deje salir a los caballos, duraron horas en volver a traerlos a casa, pues habían escapado al bosque. Mi padre esa vez me reprendió, pero después me explico que parte de sus negocios eran la venta de animales, ademas al ser libres corrían peligro de que algún depredador los matara, comprendí que no debía hacerlo de nuevo, pero mi padre no se molesto conmigo, fue amable, y me explico la situación.
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