Capítulo 1: Encuentro Inesperado

637 Words
El vasto firmamento brillaba con un resplandor etéreo, un tapiz infinito de estrellas que titilaban con promesas de eternidad. En el centro de este majestuoso escenario, un evento cósmico de proporciones épicas estaba a punto de desencadenarse: la convergencia de los Reinos de Amor y Muerte. Un fenómeno raro que ocurría una vez cada milenio, y que atraía la atención de todos los seres celestiales. Cupido, el dios del amor, se encontraba flotando en los confines de su reino, su arco dorado y sus flechas listas para ser disparadas. Sus alas, blancas como la nieve recién caída, batían suavemente mientras observaba con curiosidad infantil el cúmulo de energía que se formaba en el horizonte. Nunca había presenciado una convergencia de esta magnitud, y la emoción corría por sus venas divinas. Decidió acercarse, guiado por una mezcla de curiosidad y un impulso inexplicable. En el otro extremo del cosmos, Thanatos, la Muerte personificada, observaba con un aire de melancólica serenidad. Sus ojos oscuros como la noche profunda reflejaban la luz de las estrellas, mientras su capa negra se movía como una sombra viva a su alrededor. Thanatos era un ser de pocas palabras y menos emociones, pero algo en esta convergencia lo intrigaba. No por la energía en sí, sino por una sensación de cambio inminente. La convergencia alcanzó su punto máximo, y un estallido de luz bañó los cielos. En ese instante, Cupido y Thanatos fueron arrastrados hacia el epicentro, sus esencias entrelazadas por un poder más allá de su comprensión. Cuando la luz se disipó, ambos se encontraron cara a cara, flotando en un espacio intermedio donde el tiempo parecía detenerse. Cupido parpadeó, sus ojos azules llenos de asombro. "¿Quién eres tú?", preguntó, su voz melodiosa resonando en la vastedad del cosmos. Thanatos inclinó ligeramente la cabeza, estudiando al dios alado frente a él. "Soy Thanatos, la Muerte", respondió con un tono grave pero tranquilo. "Y tú debes ser Cupido, el dios del amor." Cupido asintió, sin poder contener una sonrisa. "Es curioso encontrarnos aquí, en un lugar donde el amor y la muerte se encuentran." Thanatos no sonrió, pero sus ojos mostraron un destello de interés. "Las convergencias son raras, pero no accidentales. Quizás hay algo que debemos descubrir el uno del otro." El tiempo parecía fluir de manera diferente en este lugar, permitiéndoles hablar durante lo que parecieron horas. Cupido, con su entusiasmo contagioso, comenzó a relatar historias de sus aventuras, de cómo había unido corazones y creado vínculos indestructibles. Thanatos, aunque reservado, compartió sus experiencias con una sinceridad cruda, describiendo el delicado equilibrio que mantenía entre la vida y la muerte. A medida que hablaban, una comprensión tácita se desarrolló entre ellos. Cupido se dio cuenta de que la Muerte no era el enemigo del amor, sino una parte esencial del ciclo de la existencia. Thanatos, por su parte, comenzó a ver la belleza en los lazos que Cupido creaba, incluso en su inevitable desenlace. La luz de las estrellas comenzó a cambiar, señalando el final de la convergencia. Cupido y Thanatos intercambiaron una mirada que decía más de lo que las palabras podrían expresar. Sabían que este encuentro había sembrado la semilla de algo profundo y significativo. "Creo que este no será nuestro último encuentro", dijo Cupido con una sonrisa suave, mientras sus alas batían con suavidad. Thanatos asintió, su capa oscura ondeando en un viento invisible. "No, creo que no." Con un último destello de luz, la convergencia terminó, y ambos fueron devueltos a sus respectivos reinos. Pero la conexión que habían formado permaneció, un hilo invisible que los unía a través del tiempo y el espacio. Y así comenzó la historia de Cupido y Thanatos, el dios del amor y la personificación de la muerte, cuyos destinos ahora estaban entrelazados en una danza eterna de amor y finitud.
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