Phoenix rompió el beso, sonrió malicioso al ver como ella se acercaba a sus labios, pidiendo un poco más, él se alejó, era demasiada tentación dominar y ser dominado.
Él tomó un libro guardado en su cajón, se lo mostró.
—Así me pagarás.
Ella leyó el título, sus ojos se abrieron enormes.
—¿Kamasutra?
—Cada noche, haremos una posición nueva.
Ella hojeó un poco.
—¡Ah, no! No haré todo esto, algunas no las haré, ¡Estás advertido!
Él sonrió.
—¿Tienes miedo?
—¡Claro, eres un sucio, maniático, depravado s****l! ¡Claro que tengo miedo de ti!
Él volvió a reír.
—Eso no parece cuando estamos en la cama, tus gritos y gemidos, no parecen de miedo, sino de mucho placer.
Ella se quedó sorprendida, sintiendo como su rostro se ponía caliente.
—Phoenix, basta, estamos negociando, y en los ne
